miércoles, 1 de abril de 2020

ROSWELL: EL ENIGMA DEL RANCHO FOSTER

 


 
  
 
Han pasado 73 años desde que un periódico de Nuevo México reflejara en sus páginas unas de las noticias mas sorprendente de todos los tiempos. Los lectores del Roswell Daily Record no daban crédito a lo que leyeron aquel lejano 8 de julio de 1947: “La Fuerza Aérea captura un platillo volante en un rancho de la región. Los muchos rumores acerca del disco volador se tornaron realidad ayer  recoge el Roswell Daily Record en una nota legendaria  cuando el oficial de inteligencia del 509 Grupo de Bombarderos,  del aeropuerto militar de Roswell fue lo bastante afortunado como para obtener un disco a través de la cooperación de uno de los rancheros de la zona y la oficina del sheriff del condado de Chaves. El objeto volador aterrizó en un rancho cerca de Roswell, en algún momento de la semana pasada. Al no tener servicio telefónico, el ranchero guardo el disco hasta que pudo ponerse en contacto con la oficina del Sheriff, que a su vez, lo notificó al Mayor Jesse A. Marcel, de la oficina de inteligencia del 509 Grupo de Bombarderos. La acción se emprendió de inmediato, y se recogió el disco de la casa del ranchero. Fue examinado en el aeródromo de la Fuerza Aérea de Roswell y, a continuación, el Mayor Marcel lo envió al Cuartel General".

Y es que el titular no podía ser más explicito. La Fuerza Aérea había capturado un platillo volador. Tras la difusión del comunicado de prensa, la centralita de la emisora local de radio no paraba de sonar. Todo el mundo quería más información del sensacional hallazgo. Desde cualquier rincón de los Estados Unidos y diversas partes del mundo, los medios pedían la redifusión del comunicado. El investigador Javier Sierra explica perfectamente en su libro “Roswell: Secreto de Estado” (1996) la expectación creada por el comunicado de los militares: “Durante las horas inmediatamente posteriores a la difusión por cable del comunicado elaborado por Hault, los teléfonos de la base de Roswell y los de la sede de la Octava Fuerza Aérea en Fort Worth –acuartelamiento del que dependía el 509 Grupo de Bombarderos comandados por Blanchard- se pusieron al rojo vivo. Todos los medios de comunicación del país deseaban conocer, con razón, que se escondía tras la oleada de observaciones de los platillos, e intuían que la captura de uno de ellos en Nuevo México arrojaría luz definitiva sobre el asunto.” Hasta que de pronto, la censura comenzó a caer sobre esta noticia y los periodistas locales fueron obligados a silenciar sus informaciones. Stanton Friedman en su libro “Caso Roswell Informe Final” (1992) detalla el testimonio de Frank Joyce: “De pronto el sistema telegráfico se detuvo y empezó a zumbar. A continuación entró una llamada telefónica; la persona que llamaba se identificó como un oficial del Pentágono. Este hombre me dijo algunas cosas bastantes feas sobre lo que me pasaría. Realmente estuvo muy agresivo”. Según indican los investigadores Kevin Randle y Don Schmitt, en su libro “UFO Crash at Roswell” (2001) el 6 de julio de 1947, el gerente general de la emisora KSWS John McBoyle había estado en el lugar donde se había estrellado el platillo volador, a unos 64 kilómetros de Roswell. Según su declaración había visto un objeto que parecía “una palangana aplastada” y que podía medir entre 7 y 9 metros de diámetro, estrellado en el lado de una pequeña colina. Lydia Sleppy que trabajaba en la citada emisora realizó una declaración jurada en 1993, junto al antiguo propietario de la radio, aseverando todos estos datos, y añadiendo que recibieron una comunicación del FBI para que cesaran inmediatamente todas sus comunicaciones sobre este “accidente”. Además, esta circunstancia se añade a los diferentes rumores que decían que todas las transmisiones telegráficas que se emitían desde Roswell fueron interrumpidas misteriosamente. Aunque en un principio, se negó que a finales de 1940 existiera la tecnología necesaria para abortar la emisión de mensajes, posteriormente se supo de la existencia del “Project Shamrock”, creado en agosto de 1945, para controlar la información telegráfica que podía entrar o salir de los Estados Unidos. Por tanto, no es descabellado pensar que el FBI fuese el responsable de que las noticias sobre lo que sucedía en Roswell no se propagaran más allá de las fronteras del pequeño pueblo de Nuevo México. Pero ¿qué quería ocultar el gobierno norteamericano?, ¿qué había ocurrido en Roswell?...
 
 

EXTRAÑOS RESTOS EN EL DESIERTO
Todo comenzó la noche del 4 de julio de 1947 cuando una violenta tormenta eléctrica azotó la noche de Roswell. Sobre las 23:00 horas el ranchero y capataz del rancho Foster, William Mac Brazel, escuchó un gran estruendo parecido a un “trueno metálico”. Con las primeras luces del día, Mac Brazel decidió salir a lomos de su caballo para comprobar la situación de los animales después de la fuerte tormenta. Le acompañó el joven William D. Proctor de 7 años, hijo de los propietarios de una granja cercana. Tras un largo recorrido por el terreno, Mac Brazel descubrió una amplia zona cubierta de extraños restos metálicos de algo más de 500 metros de largo por, al menos, cien metros de ancho. Sobre todo, había unas láminas muy finas de color parduzco, unas pequeñas vigas parecidas a la madera de balsa cubiertas de indescifrables caracteres y unas "barras" parecidas al plástico. Los trozos metálicos eran asombrosamente ligeros y tras arrugarse volvían inmediatamente a su forma original. Mac Brazel comprueba la extraordinaria resistencia de las láminas a un simple arañazo. El ranchero cree que se encuentra ante un artefacto de los militares, aunque no le parece que aquellos restos correspondan a  los habituales globos sondas, los cuales, se han estrellado varias veces en la propiedad. Pero Mac Brazel tiene una cosa clara, fuese lo que fuese, aquello había caído del cielo...  En julio de 1990, Loretta Proctor fue entrevistada por el “Fund for UFO Research” en Washington, donde aclaró que, junto a su marido vieron las misteriosas piezas: “El fragmento que trajo tenía el aspecto de un plástico de color marrón claro... era muy liviano, como la madera balsa. No era un pedazo grande, tal vez tendría unos 10 cm de largo, sólo un poco mayor que un lápiz. Tratamos de cortarlo con un cuchillo y también le acercamos la llama de un fósforo, pero no se quemó. Sabíamos que no era madera. Era suave como el plástico y no tenía bordes agudos, como una clavija de color tostado oscuro. No tenía ninguna veta... simplemente liso. Nunca había visto algo así".
 
Sobre el desierto de Roswell, Mac Brazel encontró centenares de extraños restos metálicos.

 
 
 
 
Tras el hallazgo, Mac Brazel supo que aquellos restos eran “especiales”. Por ello el 6 de julio de 1947, decidió acudir a la ciudad con la intención de averiguar si aquellos materiales pertenecían a la Base de Roswell. Una vez personado en el despacho del sheriff George Wilcox, ambos observaron, ensimismados, los misteriosos escombros metálicos. Casualmente, en ese mismo instante, el sheriff recibió la acostumbrada llamada del periodista radiofónico local, Frank Joyce, de la KGFK, para conocer las novedades del día. Wilcox sin ser consciente de la trascendía del hallazgo del ranchero le cedió el auricular a Mac Brazel para que le relatara al periodista lo acontecido en la propiedad de los Foster. Momentos después el sheriff avisó a la base de Roswell. El mayor Jesse Marcel, oficial de inteligencia, se presentó en poco tiempo en la ciudad y ante la rareza de las piezas decidió llamar a un compañero de la base, al capitán Sheridan Cavitt, de la contrainteligencia. El 7 de julio de 1947, William Mac Brazel, Jesse Marcel y Sheridan Cavitt llegaron al lugar de los escombros metálicos. En una entrevista mantenida con el ufólogo y físico nuclear Stanton Friedman, en 1979, el mayor Marcel rememoraba lo que hallaron aquella mañana en el desierto: "Cuando llegamos al lugar del accidente, me sorprendió ver la gran superficie que estaba cubierta de restos. No era una cosa que hubiera dado contra el suelo o explotado en tierra. Era algo que debió de explotar en el aire, viajando quizás a una alta velocidad. No sabemos. Pero los fragmentos estaban desparramados en una zona de 1.200 metros de largo, y bastante ancha, de decenas de metros de ancho. Así que procedimos a recoger todos los fragmentos que pudimos encontrar y los cargarnos en nuestro jeep. Me resultaba bastante obvio, por mi actividad, que eso no se trataba de un globo meteorológico, ni de un avión ni de un misil. Pero lo que era, no lo sabíamos. Simplemente recogimos los fragmentos. Era algo que nunca había visto antes, y yo estaba bastante familiarizado con todas las actividades aéreas. Cargamos completamente el jeep, pero no me sentí satisfecho. Le dije a Cavitt: Lleve este vehículo de vuelta a la base, que yo voy a volver allí y recoger todo lo que entre en mi auto-, cosa que hice. Pero en total sólo recogimos una pequeña parte del material que estaba allí desparramado”. De camino a casa Marcel se detuvo en su domicilio para enseñar los restos a su esposa e hijo. Pero la sensacional noticia del hallazgo duró muy poco. El mismo 8 de julio de 1947,  mientras Mac Brazel es retenido de forma injustificada por los militares durante varios días, desde la base de Fort Worth (Texas), el General Roger Ramey preparó un nuevo y demoledor comunicado de prensa. El texto se acompañó de varias fotografías de los militares posando con restos de un globo sonda, ya que en esta nueva versión, los misteriosos y desconcertantes restos metálicos son descritos despojados de cualquier indicio de extrañeza, así, en esta ocasión se habla de: “papel de estaño” y de “objeto de construcción débil, casi como una cometa”. El telex emitido desde la base de Fort Worth pretendía eliminar cualquier atisbo de misterio: “El general de brigada Roger Ramey, jefe de la Octava Fuerza Aérea, aseguró esta noche que el supuesto disco volante encontrado al este de Nuevo México es evidentemente, nada más que un instrumento meteorológico o de radar de alguna clase”.

 

EL ENIGMA DEL RANCHO FOSTER
Aunque la explicación de la USAF logró que el caso Roswell cayera en el olvido durante largo tiempo, a finales de la década de los setenta, el investigador Stanton Friedman tras entrevistar al mayor Marcel reactivó el interés social sobre el misterioso acontecimiento de 1947. Con la fulgurante irrupción de múltiples testigos y nuevas informaciones sobre Roswell parecía confirmarse que algo realmente extraordinario había ocurrido en Nuevo México. Pero una de las cosas que más sorprendió a los investigadores fue reconstruir los misteriosos acontecimientos surgidos alrededor del principal testigo, William Mac Brazel y del escenario de los hechos, el rancho Foster…
La base aérea de Roswell admitió públicamente que habían recuperado los restos de un disco volador.

 
 
 
 
En un artículo de los investigadores Stanton Friedman y William Moore  del año 1980, ambos autores recogían las vivencias de Bessie Brazel Schreiber, hija de Mac Brazel. La mujer les manifestó que el material descubierto por su padre parecía "una especie de papel de aluminio. Algunos fragmentos tenían una especie de cinta pegada, pero ésta no podía despegarse o sacarse de ninguna forma. Algunos pedazos tenían números o letras, pero no eran palabras que pudiéramos leer. Los caracteres estaban escritos como números, en columnas, pero no se parecían para nada a los números que nosotros usamos. Y un pedazo de algo hecho del mismo papel plateado parecía una manga de unos 10 cm de ancho e igualmente largo, con un reborde en un extremo. Y también lo que parecían ser pedazos de un papel fuertemente encerado". 
El ranchero Mac Brazel se llevó el secreto a la tumba sobre lo ocurrido aquel verano de 1947

 
 
 
 
Como no podía ser de otra manera Mac Brazel avisó de su descubrimiento a los dueños del Rancho Foster, que por aquellos días se encontraban fuera de la ciudad, lo hizo desde el teléfono de una tienda de comestibles de Corona (Nuevo México) regentado por Gerldine Perkins, tal y como ella misma confirmaría a los investigadores. El Rancho Foster pertenecía a dos hermanos gemelos Henry S. y J.B. Foster. Otro testigo de la época que pudo contemplar algunos trozos metálicos fue el propietario del Bar Wade, Jesse Wade. Cuando Mac Brazel fue "retenido" por la Fuerza Aérea durante casi una semana, su hijo Paul Brazel tuvo que hacerse cargo del rancho. Un sobrino de éste, Joe, ha confirmado recientemente que su tío estaba bastante molesto, ya que se sorprendió, al comprobar cómo la propiedad de los Foster estaba literalmente tomada y acordonada por decenas de militares que les impedían el acceso. Incluso los familiares y demás empleados fueron expulsados sin más explicaciones de la hacienda. Lo curioso es que el ejército estuvo durante muchos días "trabajando" en el terreno imposibilitando que el hijo de William Mac Brazel pudiera dar de comer o beber al ganado. Nadie sabía que hacían los miliares en la propiedad, aunque todos intuían que estaba estrechamente relacionado con el extraño hallazgo del ranchero. La inflexible ocupación militar ocasionó un grave perjuicio económico a los Foster, aunque como veremos a continuación esto tendría unas secuelas rastreables y descubiertas por Carey y Schmitt. El sobrino del hijo de Mac Brazel confirmó a los investigadores que ni su tío, ni el padre de éste, hablaban del incidente bajo ninguna circunstancia. Bill Brazel, otro de los hijos del ranchero habló en una ocasión de los restos cuando se refirió a ellos como: "algo parecido al papel de estaño, sólo que no se rompía. Uno podía arrugarlo y doblarlo e inmediatamente recuperaba su forma original. Era flexible, pero no se podía plegar o doblar como el metal común. Casi como un plástico, pero definitivamente metálico. Mi padre dijo una vez que los militares le dijeron que no era algo hecho por nosotros. Había también un material filiforme: parecía seda, pero no lo era. Era un material muy fuerte sin hebras o fibras, como tendría la seda. Era más como un alambre, una sustancia de una sola pieza. Y había unas partículas semejantes a la madera, como la madera balsa por su peso, pero de color un poco más oscuro y mucho más duro. No pesaba nada y no se podía rayar con la uña. Todo lo que yo tenía era unos pedacitos. No había escrituras o marcas en los fragmentos que yo tenía, pero mi padre dijo que había figuras en algunos de los fragmentos que él encontró. Muchas veces se refería también a los petroglifos que los antiguos indios dibujaron en las rocas de esta región como a figuras  y creo que las comparaba con ellos".

El general Roger Ramey, el encargado de promover la tesis del globo sonda en Roswell, no era la primera vez que se enfrentaba a una cuestión relacionada con los OVNIs. Ramey estuvo informado puntualmente del avistamiento de Kenneth Arnold (24/06/1947) que dio inicio a la era moderna de la ufología, y fue de los primeros en restar importancia a este crucial suceso. Junto a su jefe de inteligencia el coronel Alfred Kalberer formaron un tándem demoledor para ofrecer respuestas convencionales a los avistamientos de platillos volantes desde su fulgurante aparición en las noticias. También es curioso señalar, que tras los escandalosos acontecimientos ocurridos en Washington en 1952, donde varios OVNIs volaron la capital de los Estados Unidos, la USAF organizó, el 29 de julio de ese mismo año, una gran rueda de prensa donde se convocaron, entre otros destacados militares, al General John Samford, al mando de las labores de inteligencia de la Fuerza Aérea y al General Roger Ramey, Director de operaciones. Fue la mayor conferencia de prensa del Pentágono desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Junto a ellos, se encontraba el capitán Edward Ruppelt, que por entonces lideraba el Blue Book (1952/1953). Según aseguraron a la prensa las autoridades, Samford y Ramey eran los “mayores expertos en OVNIs de la USAF”. Muchos investigadores creen que Roger Ramey fue el instigador de la tesis del globo sonda, asegurando a los medios de comunicación que los extraños restos metálicos hallados en el desierto de Roswell eran solo partes “de un globo sonda”.

 





Pero hay más familiares de testigos directos que arrojan luz sobre el famoso incidente.  La hija adoptiva de J. B. Foster, Joan Purdie, fue localizada por los dos autores y ésta ofreció detalles increíbles sobre el caso Roswell: "Mi padre sabía que era un platillo volador y nunca ha cambiado su historia (...) y al igual que el ejército había advertido y amenazado a Mac Brazel, hicieron lo mismo con él". La Sra. Purdie dijo que el ranchero llamó su padre para advertirle de lo que había ocurrido y que los militares habían invadido su propiedad. La providencial testigo añadió nuevos elementos de controversia cuando señaló a los investigadores que a su padre le había cambiado el carácter después del incidente y que nunca quiso hablar de lo que vio u oyó en aquellos días. Estaba segura que J. B. Foster había sido amenazado seriamente por la USAF para que no comentara lo que había ocurrido en su rancho. La Sra. Purdie considera, tras todos estos años, que el material que cayó sobre su rancho era desconocido. Además sospecha que la muerte de William Mac Brazel no fue natural...

 

AMENAZAS, SOBORNOS Y CÁMARAS FRIGORÍFICAS
Otro testimonio impactante lo ofreció Cody Derek, biznieto de S. A. Foster que también ha hablado sin tapujos ante los investigadores. Solo tras la muerte de su bisabuelo (2005), al que consideraba como un padre, Derek comentó públicamente que en la familia había un gran y desconcertante mutismo respecto al caso Roswell. Nadie hablaba del asunto. Según Cody cuando interrogó al hermano de su bisabuelo Henry Foster sobre la cuestión, éste se limitó a decir que tenía 17 años cuando todo ocurrió y que: "los muchachos me dijeron que era cierto, sin duda era un platillo volador". El joven insistió y preguntó sobre los presuntos humanoides recuperados en el desierto, en ese momento el gesto del anciano Foster cambió drásticamente y añadió que tan solo recordaba eso, nada más.
Lo que quedó claro a Tom Carey y Don Schmitt, es que los implicados en la trama callaron por temor. ¿Fueron los testigos amenazados por la Fuerza Aérea para que no revelaran nada de lo sucedido?, ¿Por qué tantos años después aún no se decidían a hablar abiertamente?, ¿qué fue lo que pasó en julio de 1947 para que ni tan siquiera comentaran lo ocurrido a nivel familiar?...
En el año 1991 el conocido investigador y exmilitar Kevin Randle entrevistó a Barbara Dugger, nieta del Sheriff George e Inés Wilcox, que afirmaba que su abuela estaba realmente aterrorizada por lo que sabía y le llegó a decir en una ocasión: "No se lo cuentes a nadie. Cuando ocurrió el incidente, la policía militar vino a la Oficina y nos dijo a George y a mí que si alguna vez decíamos algo del asunto no sólo nos matarían a nosotros, sino también a ¡toda nuestra familia!" La propia Dugger aclaró que la Sra. Wilcox creía en la realidad del estrellamiento de Roswell: "alguien llamó a mi abuelo y le contó el incidente. El fue hasta el sitio y vio los restos; había una gran zona quemada. Era el atardecer. Había cuatro seres del espacio. Sus cabezas eran grandes. Usaban trajes como de seda. Y uno de los 'hombrecitos' ¡estaba vivo!". Tan abatido quedó su abuelo por el percance del "platillo volante", amenazas incluidas, que decidió dejar su puesto de Sheriff en el pueblo tras el revuelo organizado por el ejército.
A día de hoy, después de múltiples investigaciones, no hay dudas, que cualquiera que fuese la naturaleza de los hechos ocurridos y silenciados en Roswell, representan un autentico tabú para las autoridades norteamericanas. Algunos ufólogos, como Nick Redfern autor del libro “Body Snatchers in the Desert” (2005), están convencidos que el gobierno está ocultando, tras la cortina OVNI, un inconfesable experimento militar (aeronáutico, médico, armamentístico, etc.), relacionado con los científicos nazis y japoneses que reclutaron en secreto tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Según apuntan estos expertos, probablemente, se trató de una prueba que se les escapó de las manos, y abarcaba, además de prototipos de aeronaves nazis de diseño revolucionario, inconfesables experimentaciones médicas ilegales sobre prisioneros o soldados relacionados con la genética y la exposición a radiaciones.
 






Aunque, a parte de estas siniestras advertencias, también pudieron existir “compensaciones económicas” para conseguir con mayor efectividad, si cabe, la total discreción de los testigos implicados en el caso. Cody Derek asevera que, posiblemente, los Foster fueron favorecidos con la transferencia de tierras federales a cambio de su silencio. "Mi familia hizo una fortuna con el petróleo" concluye el biznieto Foster.  Pero no serían los únicos supuestos beneficiados por las autoridades. En este sentido, Loretta Proctor sostenía hacía unos años qué William Mac Brazel se enriqueció misteriosamente: "Creo que ese mismo año se fue de la hacienda, mudándose a Alamogordo o Tularosa (Nuevo México), donde puso un deposito. Eso era antes de que la gente tuviera frigoríficos en sus casas. El depósito era un gran edificio refrigerado... Uno compraba la carne, la cortaba y la ponía en unos armarios de los que tenía la llave; después la sacaba cuando quería. Creo que debió salirle bastante caro, y nos preguntamos cómo pudo instalarlo con sus usuales ganancias por la cría de ovinos"...


 

PROHIBIDO EXCAVAR EN ESTE RANCHO
Los autores de "Wittness to Roswell" Donald Shmitt y Tom Carey siguieron la pista ofrecida por el pariente de los gemelos Foster y bucearon en los registros oficiales del Departamento de Interior de los Estados Unidos, concretamente en la Administración de Tierras (BLM). Allí aguardaban grandes sorpresas. Dicho organismo rige las facultades y responsabilidades administrativas, como revisar y aprobar las transferencias de tierras federales y otorgar permisos para la exploración del subsuelo bajo tutela federal, estatal o privada. El BLM también se ocupa de Evaluaciones Ambientales (EA), allí, los investigadores hallaron un documento esclarecedor, identificado con el número de serie 63020. Dicho informe  hace alusión al Rancho Foster de la siguiente peculiar y nada ortodoxa forma para un registro administrativo: "Uno de los presuntos accidentes OVNIS de 1947 se encuentra en esta asignación. El lugar ha sido excluido de los derechos de vía y arrendamiento de minerales. El lugar será excluido de la explotación minera y es resignado para NSO y arrendamiento de gas." Tal y como indica el documento gubernamental, el Rancho Foster está excluido de casi todos los permisos oficiales que concede el gobierno para la explotación de fincas y no se permite la construcción de carreteras, red de ferrocarril, tendido eléctrico, paso de fibra óptica, o cualquier tipo de prospección minera. Lo que significa sencillamente que no se puede "remover" ni "excavar" el terreno bajo ninguna circunstancia. Por ello muchos investigadores se preguntaban ¿qué es lo que teme el gobierno que se halle enterrado en la zona?, ¿más restos metálicos que no fueron retirados por el ejército?...
Pero lo más irritante e intrigante de la cuestión es que Tom Carey y Don Schmitt revelaron que en los registros de la BLM existe una lista de 8 transferencias de propiedades federales a los Foster, pero los detalles de las mismas siguen sin estar disponibles... ¿Por qué?... Porque quizás éste fue el pago por un silencio... un silencio que ocultaba una realidad asombrosa que podría cambiar el rumbo de la historia... ¿o no?...






 

JOSE ANTONIO CARAV@CA

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