viernes, 23 de mayo de 2025

DR. JEKYLL Y MR. HIDE EN EL GOBIERNO USA: LA VERDAD ESCONDIDA TRAS LOS UAP










El fenómeno UAP (Unidentified Anomalous Phenomena) o FANI (Fenómenos Anómalos No Identificados) ha dejado de ser material exclusivo para teorías conspirativas y aficionados del misterio. Desde hace años está firmemente asentado en el debate político, científico y militar de los Estados Unidos acaparando el interés de los medios.

Pero lo que debería ser una investigación clara, orientada al descubrimiento y la transparencia, se ha convertido en una paradoja institucional de grandes proporciones, una especie de laberinto disociativo al mejor estilo del “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”. Por un lado, se actúa públicamente como si el fenómeno fuera una curiosidad menor, una molestia burocrática sin mayor importancia y por otro lado, abundan testimonios que apuntan a una red secreta de programas de recuperación de tecnología no humana, ingeniería inversa y hasta almacenamiento de cuerpos biológicos de origen desconocido. Una autentica locura de cruce de datos...

Desde organismos como el Pentágono y la NASA se ha adoptado una postura ambigua. Aunque han admitido que los UAP existen y merecen investigación e incluso que pueden representar una amenaza para la seguridad nacional, la narrativa oficial sigue anclada en una cautela excesiva a la hora de avanzar. No hay evidencias concluyentes, dicen. No hay pruebas de que estos fenómenos representen tecnología de origen no humano. No hay cuerpos, ni naves, ni fotos claras… solo reportes, malinterpretaciones y drones mal identificados. E incluso los videos más curiosos no dejan de ser una fuente inagotable de debate que no aportan nada a las conclusiones.

Esa negación implícita —un "sí, pero no" constante— se ha vuelto cada vez más difícil de sostener frente a declaraciones como las del ex oficial de inteligencia David Grusch, quien aseguró bajo juramento ante el Congreso que el gobierno estadounidense posee restos de naves “no humanas” y material biológico asociado. Entonces, ¿no existe manera legal de responder o zanjar estas cuestiones de una forma más rotunda? ¿Por que este juego interminable de sombras chinescas?

Detrás de esa fachada de escepticismo y cierto sarcasmo que presentan las autoridades ante los requerimientos de los politicos, numerosos informantes con credenciales verificables aseguran todo lo contrario, que existen programas ultrasecretos con décadas de antigüedad, dedicados a la recuperación de objetos voladores no identificados, algunos estrellados o derribados. Estos programas operarían bajo una compartimentación tan extrema dentro del aparato de inteligencia, defensa y contratistas privados, que muchos congresistas, altos funcionarios e incluso directores de agencias no tendrían acceso ni conocimiento de su existencia. Y lo más importante son irrastreables para cualquier petición de libre información o consulta.

Algunos de estos denunciantes describen laboratorios ocultos donde se realizaría ingeniería inversa para intentar comprender estas tecnologías. Se habla de hangares vigilados, registros clasificados y documentos que han sido ocultados incluso a supervisores con autorización de seguridad máxima. Están al margen de cualquier control.

Lo más perturbador no es solo lo que se dice estar oculto, sino el diseño mismo del sistema. El nivel de compartimentación en el entramado de inteligencia estadounidense es tal, que es posible —e incluso probable— que no haya una sola persona viva que conozca toda la verdad. Hay puertas que nadie sabe que existen, y si se supiera, no se sabría a quién llamar para abrirlas. Miembros del Congreso, como Tim Burchett, Anna Paulina Luna y Kirsten Gillibrand, han denunciado públicamente que se les niega el acceso a documentación clave. Algunos se quejan de no saber siquiera qué departamentos podrían tener esa información. Es como buscar un libro en una inmensa biblioteca si ningún dato de localización. Un “Ministerio del Silencio” sin rotulo en la puerta. Este escenario lleva a una conclusión inquietante: es posible que los máximos responsables políticos del país nunca sepan realmente la verdad. No porque no quieran saberla, sino porque el sistema ha sido diseñado para proteger secretos incluso de quienes están llamados a velar por el interés público.

Las recientes iniciativas del Pentágono, como la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO), parecen un paso en la dirección correcta. Pero incluso ahí se han levantado voces críticas que afirman que la oficina no tiene el alcance, los recursos ni la autoridad para acceder a la información más sensible.

Estados Unidos enfrenta una contradicción mayúscula: mientras una parte del gobierno actúa como si los UAP fueran poco más que luces en el cielo mal interpretadas, otra parte —opaca, invisible y hermética— podría estar lidiando con una realidad que transformaría para siempre nuestra comprensión del universo.

Este juego de máscaras, esta disociación institucional, podría estar ocultando no solo tecnologías avanzadas, sino también una verdad fundamental: no estamos solos. El problema no es solo la verdad… es que nadie sabe si alguien realmente la conoce.

Pero si estamos ante una teatralización. Podemos hacer una última lectura. Mas inquietante.

En este intrincado tablero geopolítico y de inteligencia, hay quienes advierten que parte del misterio en torno a los UAP podría no ser solo un velo de ocultamiento de esa verdad No-Humana, sino también una construcción deliberada con otros propósitos más siniestros si cabe. Diversos analistas e investigadores sostienen que el mito de las naves estrelladas y la ingeniería inversa no humana ha sido cultivado —o al menos tolerado— desde ciertos sectores del aparato de defensa con un propósito estratégico: hacer creer a adversarios extranjeros que Estados Unidos posee tecnología secreta de origen extraterrestre, y con ello, una ventaja imposible de superar. Esta estrategia de “engañar por exceso”, en la que se permite que florezcan rumores de programas de recuperación y contacto con inteligencias no humanas, podría estar diseñada para ocultar proyectos más terrestres… pero igual de inconfesables. Operaciones de vigilancia encubierta, pruebas de prototipos hipersónicos o sistemas de guerra electromagnética podrían estar siendo protegidos bajo la sombra del fenómeno OVNI, que actúa como una perfecta cortina de humo: lo suficientemente absurda para desacreditar a quien la mencione, pero lo bastante fascinante para capturar la atención del público, los medios de comunicación y desviar la mirada.

Investigadores como Jacques Vallée sostienen que, si bien hay reportes legítimos de fenómenos inexplicables, gran parte del mito moderno de los “platillos estrellados” ha sido alimentado por campañas de desinformación diseñadas desde los años de la Guerra Fría. En este marco, no se descarta que los propios gobiernos hayan sembrado documentos, filtrado testimonios o incluso montado escenarios para sostener una narrativa falsa que en realidad protege secretos muy humanos… pero potencialmente ilegales o inconstitucionales.

Así, la pregunta deja de ser simplemente si estamos solos en el universo, para transformarse en algo más perturbador: ¿Cuánto de lo que creemos saber sobre los UAP es una puesta en escena cuidadosamente orquestada? ¿Y qué es lo que realmente se esconde detrás de esa distracción?



JOSE ANTONIO CARAV@CA

Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.










jueves, 22 de mayo de 2025

ELIZONDO ¿EN LA CUERDA FLOJA?




¿Estamos asistiendo a la extinción de la nueva era UAP? ¿Llega el fin de los nuevos héroes del reciente aperturismo oficial en los Estados Unidos? 

Luis Elizondo ha sido, sin lugar a dudas, uno de los rostros más visibles del llamado “giro oficial” en la narrativa sobre los Fenómenos Anómalos No Identificados (UAP). Desde que decidió abandonar el Departamento de Defensa de Estados Unidos y hablar públicamente sobre lo que —según él— el gobierno sabía y callaba sobre estos fenómenos, se convirtió en una figura central del nuevo discurso institucional que, poco a poco, ha dejado de ridiculizar el tema para tomarlo en serio… al menos, en apariencia.

Pero en este tipo de procesos, donde la transparencia y los archivos confidenciales se entrelazan como en un tablero de ajedrez estratégico, surge una pregunta inevitable: ¿es Elizondo un agente libre; un whistleblower auténtico, o simplemente un peón útil en una hoja de ruta más amplia y cuidadosamente orquestada?

No sería la primera vez que una fulgurante figura pública, elevada por la atención mediática y los intereses del momento, termina siendo descartada cuando su presencia deja de ser funcional. Si, de alguna manera —por acción directa o por simple conveniencia del aparato de inteligencia— Elizondo ha sido colocado en el centro del tablero para dar la cara en esta nueva era de "transparencia" sobre los UAP, también es factible imaginar que llegará un momento en que ese mismo aparato decida que su ciclo ha terminado.

Y cuando eso ocurra, se hará de una forma quirúrgica: solo la “cabeza” de Elizondo quedará expuesta al escarnio público, aislada y desprotegida, como si su caída fuera resultado de errores personales y no de una maquinaria mayor que ya no necesita de su participación. La historia de la ufología —especialmente en su relación con el poder— está plagada de casos similares: personajes que, tras alcanzar notoriedad por revelar o defender información sensible sobre el fenómeno OVNI, han terminado marginados, desacreditados e incluso, en algunos casos, enfrentando finales trágicos. Quien se arrima demasiado al fuego suele quemarse.

El problema no es nuevo, y la actual narrativa UAP arrastra desde su origen una debilidad estructural. A pesar de los avances conseguidos desde 2017 —como el reconocimiento institucional del fenómeno, la aportación de algunos casos interesantes o las grabaciones desclasificadas de la Marina—, el ritmo de progreso es escandalosamente lento en comparación con el elevado peso político, militar y mediático de la mayoría de los actores involucrados. Además tampoco pasa desapercibido que de las cándidas y metódicas declaraciones de los inicios se ha pasado al lado más salvaje de los OVNIs en un abrir y cerrar de ojos. Este discurso conspirativo adoptado por la mayoría de los denunciantes incluso asusta a muchos ufólogos que lo consideran un "tiro en la pierna" cuando se está en una situación de privilegio para ejercer una efectiva presión mediática/social/gubernamental. Más bien se contempla este repentino cambio de rumbo como un instrumento de la desinformación para llevar al proceso a un colapso inevitable.

Y es que no se puede medir con el mismo rasero el trabajo de investigadores civiles que el de funcionarios con acceso a canales restringidos y a información clasificada. Muchos de los escenarios explorados en los últimos años son completamente inaccesibles para los ufólogos independientes. Por eso, es probable que el trono mediático que hoy ocupa Elizondo —levantado sobre una mezcla de información fragmentada, silencios institucionales y fascinación pública— termine, más temprano que tarde, desmoronándose como un castillo de arena barrido por la marea de un nuevo recambio estratégico. Que Elizondo cometiera el error de presentar una fotografía falsa de un UAP ante una platea tan exigente demuestra, que en el último momento alguien ha querido ponerle una zancadilla y ridiculizarle en el momento justo. Alguien le ha movido la silla cuando iba a sentarse tranquilamente. 

Porque en este tipo de relatos, cuidadosamente guionizados, el protagonismo es efímero, y la verdad, casi siempre, permanece fuera de la escena envuelta por estos artificios magistralmente orquestados en la oscuridad por esa mano que se guía por el viejo refrán: “El que te hace rey, te quita la corona”.

Veremos si finalmente le mueven la silla al bueno de Elizondo.



JOSE ANTONIO CARAV@CA


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jueves, 8 de mayo de 2025

EL SISTEMA QUE “LLAMA” A LOS UAPS: ASÍ FUNCIONA SKYWATCHER






En una entrevista con Chris Cuomo en YouTube, los expertos en defensa Jake Barber y James Fowler lanzaron una crítica directa contra el tratamiento que el gobierno estadounidense ha dado a los Fenómenos Anómalos No Identificados (UAPs). Ambos hicieron un repaso a su trayectoria en la investigación del tema que —según afirman— podrían representar una amenaza real a la seguridad nacional y, en muchos casos, no se pueden atribuir ni a tecnologías humanas ni a potencias extranjeras.

Jake Barber, asegura que estuvo más de tres décadas en roles de seguridad nacional y destinado en una unidad secreta dedicada a la recuperación de objetos anómalos. En la entrevista mencionó dos eventos en los que participó activamente recuperando dos artefactos con comportamientos que no se ajustan a las leyes de la física conocidas. Según Barber, estos fenómenos provocaron en él una experiencia emocional y espiritual profunda, lo cual pone en duda el simple enfoque técnico o militar con el que suelen abordarse estos incidentes.

Por su parte, James Fowler, con amplios antecedentes en operaciones militares y análisis contratista, narró cómo durante maniobras comenzaron a detectar fenómenos que inicialmente pensaron se trataba de tecnología propia encubierta, aunque luego se demostró que no pertenecían a ninguna agencia conocida. E

Barber y Fowler han desarrollado una metodología propia para estudiar los UAPs, clasificándolos en nueve tipos distintos basados en observaciones visuales, firmas de radar, patrones de movimiento y otras variables. Aunque no enumeran todos los tipos en detalle, destacan que algunos son visibles a simple vista, mientras que otros solo pueden ser detectados por radar o sensores especializados, lo que refuerza la idea de que se trata de fenómenos complejos y multifacéticos.

Ambos han desarrollado un sistema llamado SkyWatcher, una tecnología privada pensada para captar y documentar fenómenos aéreos anómalos. Este dispositivo utiliza un mecanismo descrito como un “dog whistle” (silbato para perros), es decir, una señal que “atrae” o activa a los UAPs para facilitar su observación. Aseguran tener una tasa de éxito del 100% en la detección de UAPs durante sus eventos, muchos de los cuales ocurren en plena luz del día y en espacios aéreos con tráfico comercial intenso, lo que pone en jaque la seguridad del control aéreo convencional. A pesar de sus logros, critican que sus datos y descubrimientos no han sido adecuadamente recibidos por agencias oficiales como AARO. Esto refleja una profunda falta de voluntad política y científica para investigar seriamente el fenómeno, aseguran.

Tanto Barber como Fowler condenaron el letargo burocrático y la descoordinación entre agencias federales como la FAA y el Pentágono. Según ellos, esta desorganización impide avanzar en una comprensión efectiva del fenómeno y pone en riesgo la seguridad aérea. Algunos UAPs violan regulaciones de vuelo, lo que podría derivar en colisiones fatales o incursiones no detectadas de actores extranjeros, como drones chinos. Ambos sostienen que si se revelara al público la verdadera magnitud del fenómeno, habría un “terremoto político y social” al descubrir que el país no controla completamente su propio espacio aéreo. También insinúan que las recientes tensiones comerciales con China podrían tener una relación indirecta con el intento de controlar o encubrir esta vulnerabilidad.

Aunque no descartan la posibilidad de que algunos UAPs tengan un origen no humano, Barber y Fowler subrayan que las futuras revelaciones del gobierno probablemente se centren más en avances tecnológicos y físicos desconocidos que en confirmar vida extraterrestre. De hecho, especulan que muchas tecnologías observadas podrían estar siendo desarrolladas en laboratorios nacionales secretos.

Al final de su intervención ambos expertos hacieron un llamamiento a la cooperación entre el sector público y privado. Denuncian que muchas empresas y científicos temen hablar del tema por miedo a represalias contractuales o al descrédito profesional. También exigen un mayor compromiso de figuras políticas de alto nivel, como los presidentes Trump y Biden, a quienes acusan de delegar el tema sin tomarlo como prioridad directa. “Necesitamos acción, no silencio institucional”, afirman.


FUENTE: La entrevista "Jake Barber and James Fowler Reveal the UAPs the Government IGNORES" fue publicada el 6 de mayo de 2025 en el canal de YouTube The Chris Cuomo Project.




JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.



AAWSAP: EL PLAN ENCUBIERTO DE ROBERT BIGELOW PARA ENTRAR EN EL “ESTADO PROFUNDO” DEL FENÓMENO OVNI




La historia del famoso y polémico AAWSAP (Advanced Aerospace Weapon System Applications Program) comienza no solo con un empresario visionario, sino también con una jugada política hábil. Fue gracias a su amigo y aliado, el senador Harry Reid —por entonces líder de la mayoría demócrata en el Senado— que Robert Bigelow logró abrir las puertas del Departamento de Defensa. Junto a otros contactos estratégicos, Reid facilitó el acceso a 22 millones de dólares del presupuesto militar, argumentando que el programa serviría para investigar amenazas aeroespaciales avanzadas. Sin embargo, los verdaderos objetivos estaban cubiertos por verdades a medias y silencios deliberados: se trataba, en realidad, de una operación personal de Bigelow para acercarse al núcleo más secreto del fenómeno OVNI.

EL "PLAN" DETRAS DEL PLAN

Bigelow no era un curioso cualquiera. Llevaba décadas fascinado por lo paranormal y obsesionado con lo que consideraba el mayor secreto de la humanidad: la existencia de tecnología y entidades no humanas entre nosotros. El contrato del AAWSAP, gestionado a través de su empresa Bigelow Aerospace Advanced Space Studies (BAASS), era su gran oportunidad. Pero el objetivo real iba mucho más allá de lo que ha confesado hasta la fecha. Tenía entre manos lo que consideraba un plan maestro.

Su estrategia tenía tres fases bien definidas:

1. Insertarse en la maquinaria del Departamento de Defensa a través de un programa oficial financiado con dinero público.

2. Ser reconocido como parte del supuesto “entramado del secreto”, el círculo restringido que —según creía— posee información privilegiada sobre el fenómeno OVNI.

3. Construir un laboratorio de alta seguridad donde pudiese recibir y estudiar material biológico y tecnológico de origen no humano, bajo el supuesto de que, una vez dentro, lo tratarían como un igual.

LA GRAN DECEPCIÓN

Bigelow estaba firmemente convencido de que, una vez dentro del “estado profundo”, como un engranaje más, le facilitarían el acceso a los secretos más celosamente guardados del gobierno estadounidense. Su expectativa no era simplemente recibir documentos o informes clasificados: él creía que acabaría recibiendo restos materiales de naves estrelladas y, posiblemente, incluso cuerpos de seres no humanos. 

Pero la jugada acabó mal. Aunque el programa AAWSAP se aprobó y funcionó durante varios años, Bigelow jamás fue aceptado como parte del núcleo duro del secreto. Su proyecto, pese a la inversión millonaria, fue percibido como otro más dentro del espectro de programas experimentales, exóticos o irrelevantes que pululan en las agencias del Pentágono. A pesar de contar con el respaldo informal de algunos militares y funcionarios convencidos de la realidad de los UAPs (Fenómenos Aéreos No Identificados), nunca obtuvo acceso a materiales, evidencias o información clasificada de alto nivel, y mucho menos a restos tecnológicos o biológicos de procedencia no humana.

En el fondo, el entusiasmo casi mesiánico de Bigelow por el fenómeno OVNI, sumado a su historial público de creencias paranormales, muy probablemente lo convirtieron en una figura incómoda dentro del ecosistema militar. Su perfil era demasiado visible, demasiado comprometido, y despertaba recelos entre quienes preferían seguir en el anonimato. Además, cuando llegó el momento de renovar su contrato, empezaron a surgir alertas internas en el Departamento de Defensa sobre el verdadero destino de los fondos asignados, lo que alimentó sospechas de que el proyecto podía estar más orientado a fines personales o especulativos que a objetivos estratégicos reales.


UN FAROL AL DESCUBIERTO

Lo que Bigelow planteó como una “jugada maestra” para acceder al fortín de los secretos OVNIs acabó de la peor manera. Su compañeros de juego advirtieron que iba de farol. Se le permitió asomar la cabeza, pero nunca se le dejó ver las verdaderas cartas ni participar en ninguna partida importante. Su laboratorio jamás recibió materiales de otro mundo. Su nombre no se asoció con proyectos negros, ni con los supuestos programas de recuperación de tecnología no humana.

Al final, su incursión en el entramado del secreto quedó en nada. El AAWSAP fue cerrado discretamente. Otros programas, como AATIP y más tarde UAPTF o AARO, recogieron el testigo de forma mucho más controlada y opaca. Y Bigelow, pese a su fortuna y conexiones, quedó como una nota a pie de página en la historia moderna del encubrimiento OVNI.



JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.




miércoles, 7 de mayo de 2025

LA FALSA FOTO UAP QUE HUNDE EL DISCURSO DE ELIZONDO




Lue Elizondo, exfuncionario de contrainteligencia y figura destacada en el debate reciente sobre los fenómenos anómalos no identificados (UAP), ha vuelto a perjudicar seriamente su credibilidad ante miles de personas que seguían con atención su declaración. Esta vez, por presentar en su comparecencia ante el Congreso de EE. UU. el 1 de mayo de 2024 una fotografía que, según explicó después, a modo de excusa, le fue entregada por un piloto privado esa misma mañana. La imagen pretendía mostrar algo “anómalo”, pero en muy poco tiempo tras su divulgación se descubrió que se trataba simplemente de una marca de riego circular en un campo de cultivo. Naturalmente el escándalo corrió como por la pólvora por redes sociales. El engaño era burdo y un usuario no tardó mas de un día en localizar el lugar exacto de la fotografía.

En una nota publicada en su cuenta de X, Elizondo tras el revuelo, Elizondo aseguró que dejó claro en todo momento que la imagen no había sido verificada y que su única intención era ilustrar la necesidad urgente de establecer un mecanismo oficial para que pilotos civiles y comerciales puedan reportar avistamientos inusuales. Pese al tremendo escándalo provocado Elizondo se resistía a pedir perdón o admitir que se había equivocado.

Imagen presentada por Elizondo


Imagen real de la zona donde se observa que es una simple marca sobre el terreno provocada por el regadío de forma circular.


Sin embargo, su explicación generó más interrogantes que certezas y volvió a evidenciar que Elizondo no dispone de pruebas realmente sólidas, a pesar de que, con sus silencios e insinuaciones constantes, pretende dar a entender que sabe mucho más de lo que está dispuesto a revelar. Quizás con la única intención de mantenerse en el candelero ufológico...

Pero si analizamos lo ocurrido, tenemos que partir de la base de que Elizondo no es un "investigador" cualquiera: es un exprofesional de la contrainteligencia norteamericana, alguien entrenado para manejar información sensible con extrema cautela. Que utilice una imagen no analizada en una audiencia pública ante el Congreso, sabiendo que puede prestarse a malentendidos o manipulaciones, no es un simple “desliz”, como intenta hacerlo ver. Es una decisión irresponsable que mina la seriedad del asunto que él mismo dice querer defender hasta el final. Su argumento de que podría haber usado “una foto de un neumático inflable” para ilustrar su presentación, pero optó por una imagen “real” tomada por un piloto, suena más a excusa improvisada que a justificación sensata. Y peor aún: al ser confrontado por miles de personas, redirige las críticas hacia la comunidad ufológica, acusándola de “ridiculizar” en lugar de dialogar.

Elizondo pierde de vista lo fundamental: si realmente quiere abordar con seriedad el fenómeno UAP, el primer paso es actuar con rigor, responsabilidad y prudencia. Y él, por su trayectoria y exposición pública, no puede permitirse errores de principiante como el que ha cometido en un foro donde tiene todos los focos sobre su persona. No se trata de un simple descuido, sino de un fallo gravísimo que debilita su ya mermada credibilidad y enturbia el debate de fondo. Su decisión de presentar una imagen no verificada en un contexto oficial no solo es imprudente, sino que es injustificable. En temas tan delicados y controvertidos, la confianza se gana con hechos sólidos, no con gestos improvisados.

Las fotos mal contextualizadas, las prisas por impactar y la ambigüedad solo contribuyen a alimentar el escepticismo y entorpecen el avance hacia una investigación transparente y objetiva sobre los UAPS. La transparencia y la prudencia no son opcionales, especialmente cuando uno habla desde una tarima frente al Congreso.

Definitivamente, Elizondo ha dejado en evidencia que su discurso carece de argumentos sólidos y que lanza afirmaciones sin rumbo claro... ¿Ha sido engañado Elizondo por los servicios de inteligencia o sigue una hoja de ruta perfectamente delineada?

Acosado por las redes y el ridículo generalizado Elizondo acabo pidiendo disculpas en su canal de YouTube el 3 de mayo de 2025.




DECLARACIÓN EN SU CANAL DE YOUTUBE:

"ASUMO TODA LA RESPONSABILIDAD": ELIZONDO TRAS LAS CRÍTICAS POR PRESENTAR FOTO DE UAP "FALSA!

Hola a todos, soy Luis Elizondo. Quiero tomarme unos minutos para hablar con ustedes sobre una semana interesante que tuvimos en el Capitolio. En términos generales, creo que fue muy exitosa, pero quiero abordar un tema específico.

Durante el foro que realizamos en el Capitolio, justo antes de comenzar, un piloto privado me proporcionó una fotografía. Él estaba preocupado porque no existe un mecanismo real de reporte para pilotos civiles sobre fenómenos aéreos no identificados (UAP). Me explicó brevemente lo que había visto relacionado con la imagen, y tomé la decisión de utilizar esa fotografía como ejemplo de por qué necesitamos un sistema de reporte civil, ahora que el ámbito militar está comenzando a tomar el tema en serio.

Existe una gran brecha entre la aviación civil y la militar, y por eso decidí usar la foto como un ejemplo. Viendo ahora cómo ha reaccionado la gente, quiero dejar claro que mencioné en varias ocasiones que la fotografía no había sido verificada. Sinceramente, no tuve tiempo de hacerlo en ese momento, pero me pareció lo suficientemente interesante e importante como para utilizarla para ilustrar la necesidad de un sistema de reporte.

Lamentablemente, creo que ese mensaje se perdió. Es posible que no haya comunicado la idea de forma efectiva, y si ese fue el caso, asumo toda la responsabilidad. Quiero que sepan que mi intención no fue en ningún momento decir: "Miren, esto es un OVNI". Nunca lo dije. Lo que dije fue: "Aquí hay una fotografía tomada por un piloto privado que no sabe qué es lo que vio". Y confié en su testimonio.

Creo que debemos tener cuidado al sacar conclusiones apresuradas sobre una fotografía que, reitero, dije que no estaba verificada. Recibí la imagen esa misma mañana, y había muchas cosas ocurriendo. Tomé la decisión de compartirla porque pensé que sería útil para la conversación. Claramente, al mirar atrás, no lo fue. Se convirtió en una distracción respecto al trabajo duro que muchas personas hicieron para organizar ese foro, que fue para ustedes, el pueblo estadounidense, no para mí.

Lamento sinceramente que esta fotografía se haya convertido en el centro de atención, cuando hubo muchas cosas más importantes en ese evento. Hubo intervenciones de personas como Mike Gold hablando desde la perspectiva de la NASA, Anna desde el ámbito empresarial y de la National Science Foundation, Chris Mellon, el almirante Garry, el Dr. Eric Davis, y varios miembros del Congreso. Todos compartieron información muy relevante.

No fue mi intención engañar a nadie ni presentar esa imagen como evidencia concluyente. Fue una decisión rápida basada en lo que pensé que ayudaría a destacar la necesidad de que pilotos como él tengan un lugar donde reportar lo que ven. En lugar de ridiculizar esto, creo que sería mucho más útil tener una conversación al respecto en vez de peleas internas, como suele pasar en la comunidad UAP.

Ese tipo de reacciones no ayudan a quienes quieren decir la verdad, ya que temen ser atacados o que su evidencia sea destruida públicamente. Lo constructivo sería analizarlo y decir, por ejemplo: "Esto no parece mostrar nada anómalo, parece ser X o Y". Eso está bien. Pero ahora, la persona que compartió la imagen conmigo está muy molesta y preocupada. Espero que en el futuro podamos tomarnos un momento, respirar, y tratarnos con más amabilidad.

Este trabajo no es fácil. Mucha gente está dedicando su tiempo, dinero y sacrificando a sus familias para impulsar este tema. El Congreso también está asumiendo un riesgo al involucrarse. Y si surgen errores, suceden. Me disculpo nuevamente. Como siempre, asumo plena responsabilidad. No fue intencional ni malicioso. Quería subrayar que hay muchos pilotos que no tienen a dónde acudir con esta información.

Así que sí, tomé la decisión en ese momento porque creí que era lo correcto. Ya fuera una zapatilla, un círculo de cultivo o un verdadero UAP, el punto era que hay miles de personas allá afuera que necesitan algún tipo de respuesta. Si ese mensaje no quedó claro, es mi culpa. La asumo como asumo todos mis errores.

No olvidemos que en esa reunión se dijeron muchas cosas valiosas, no solo por mí. Eso es lo que realmente deberían llevarse de esto. Aún tenemos un largo camino por recorrer en esta conversación, y muchas personas están trabajando muy duro sin recibir compensación alguna. Lo hacemos con nuestros propios recursos.

Por favor, respiren hondo y den un poco de margen a quienes están haciendo esto. Nada de lo que hacemos está diseñado para confundir ni para obstaculizar la divulgación. Si algo deben saber sobre mí, es que haré lo que sea necesario para que la divulgación ocurra.

Espero que podamos seguir adelante sin permitir que esto se convierta en una distracción mayor. Si los hace sentir mejor culparme, adelante. Pero no descartemos todo lo demás, porque muchas personas se esforzaron para que ustedes pudieran acceder a esa información.

Espero sinceramente que estén de acuerdo en que foros como este deben continuar ocurriendo para lograr una mayor transparencia. También podríamos haber grabado todo, editarlo y mostrárselo después, pero parte de la transparencia es dejar que las cosas se vean tal como son.

Por eso mostré esa fotografía: porque pensé que ayudaría a reforzar la idea de que necesitamos un sistema de reporte para nuestros pilotos civiles. Si no logré transmitir eso, me disculpo sinceramente. Esa es mi responsabilidad, y solo mía.

Con eso dicho, les deseo un buen día. Cuídense.



JOSE ANTONIO CARAV@CA

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IMMACULATE CONSTELLATION: LA OPERACIÓN SECRETA QUE EL GOBIERNO NO QUIERE REVELAR




¿Por qué alguien pondría en peligro su carrera, reputación, libertad e incluso su vida al presentarse voluntariamente como denunciante en un tema tan sensible como los ovnis? Para Matthew Brown, exanalista del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado de EE. UU., fue una decisión dolorosa y solitaria. Según sus propias palabras, trató de seguir las normas y la legalidad al reportar lo que había descubierto sobre un programa especial de acceso no reconocido, bautizado como Immaculate Constellation. A pesar de sus esfuerzos reiterados por informar a sus superiores, asegura que fue bloqueado en cada intento.

"Immaculate Constellation" es el nombre en clave de un supuesto programa especial de acceso no reconocido (USAP, por sus siglas en inglés) vinculado a la recolección, análisis y ocultamiento de información sobre fenómenos aéreos no identificados (UAPs o UFOs) dentro del gobierno de Estados Unidos. Según el denunciante Matthew Brown, exanalista del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado, este programa opera en secreto absoluto, fuera del alcance de la supervisión del Congreso y del conocimiento del público. Brown afirma que “Immaculate Constellation” está diseñado para recopilar datos sobre objetos anómalos mediante tecnologías avanzadas —posiblemente asistidas por inteligencia artificial— y que manipula o restringe el acceso a esa información dentro de la comunidad de inteligencia. El programa sería un eje clave en un encubrimiento institucional más amplio, donde se emplean mecanismos burocráticos, clasificaciones extremas y compartimentación de datos para mantener ocultos descubrimientos potencialmente extraordinarios sobre tecnología no humana.

En la primera parte de una entrevista exclusiva con los periodistas Jeremy y George Knapp, Brown reconocía ser plenamente consciente del riesgo personal que asumía al hablar públicamente. Sin embargo, en esta segunda parte, revela detalles aún más impactantes sobre los documentos clasificados que revisó, la magnitud del encubrimiento gubernamental en torno al fenómeno OVNI y el meticuloso proceso legal que emprendió antes de dar el paso definitivo de revelar su identidad. Mientras el Departamento de Defensa, la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO), ciertos miembros del Congreso y parte de la opinión pública alientan a los testigos y denunciantes a presentarse sin temor a represalias, Brown se ha convertido en un ejemplo vivo de por qué muchos optan por el silencio. Él sabe que su carrera, sus credenciales de seguridad y su futuro profesional han quedado destruidos por un sistema que —según denuncia— está diseñado para desalentar la verdad y bloquear cualquier intento de transparencia. A continuación, se detalla lo que reveló Brown en la segunda parte de su testimonio, un recorrido inquietante por el entramado burocrático, los secretos oficiales y los dilemas éticos que enfrenta un denunciante de fenómenos aéreos no identificados en el corazón del gobierno estadounidense.

En la segunda parte del testimonio revelado en “Immaculate Constellation - A UFO Whistleblower’s Journey”, el denunciante continúa desentrañando una red de secretos y manipulaciones dentro del gobierno estadounidense, señalando que los recientes avistamientos de fenómenos aéreos no identificados (UAP, por sus siglas en inglés) en instalaciones militares sensibles podrían estar vinculados a pruebas de preparación táctica o simulacros de guerra. “Podrían ser más que simples coincidencias, podrían formar parte de un patrón encubierto de ejercicios”, señala el informante, cuyo testimonio fue compartido en entrevistas recogidas por Michael Shellenberger, periodista especializado en temas de seguridad nacional y transparencia gubernamental. Durante una reunión gubernamental, el denunciante reveló información confidencial a funcionarios de alto nivel, expresando su frustración ante la falta de acceso que el Congreso tiene sobre datos cruciales relacionados con los UAP. Según sus palabras, existe una discordancia preocupante entre los relatos oficiales de los altos mandos de inteligencia y los informes internos, lo que evidencia una posible desinformación institucional. Un ejemplo destacado incluye orbes observados en instalaciones costeras y un objeto triangular no identificado avistado sobre un buque ruso, eventos cuya documentación fue recopilada accidentalmente durante operaciones rutinarias.

El testigo también narra cómo descubrió material delicado relacionado con tecnologías rusas que podrían tener conexión con los UAP. A pesar de sus dudas iniciales, intentó reportar el hallazgo a su supervisor inmediato, quien le ordenó eliminar la información y no hablar más del tema. Este episodio refleja —según él— una cultura de silencio y temor dentro de los sectores de inteligencia. Posteriormente, al tratar de escalar el asunto, se topó con nuevas barreras burocráticas que imposibilitaron un manejo adecuado del incidente. La situación se volvió aún más alarmante cuando, al presentar este material ante un oficial de control de seguridad, fue recibido con burlas y se le pidió que abandonara el lugar sin dejar rastro documental. Este episodio, sumado al testimonio del exfuncionario de inteligencia David Grusch —quien también reveló la existencia del programa secreto "Immaculate Constellation"—, refuerza la idea de que existe una operación encubierta de vigilancia sobre los UAP, carente de supervisión adecuada y transparencia. El denunciante advierte que incluso los senadores han sido engañados deliberadamente mediante versiones distorsionadas de los hechos. Una de sus revelaciones más inquietantes es la existencia de un sistema de inteligencia artificial denominado “Sentient”, diseñado para filtrar y ocultar información crítica dentro del propio sistema de defensa, lo que podría comprometer la seguridad nacional. Asegura que este sistema permite eliminar imágenes clave y restringir el acceso a datos esenciales, manteniendo al personal de seguridad en la oscuridad. En paralelo, el denunciante relata los múltiples obstáculos que enfrentó para protegerse bajo las leyes de amnistía para denunciantes, en medio de una burocracia que parece más interesada en silenciar que en esclarecer. Luego de iniciar una investigación interna que duró años dentro del Departamento de Defensa, intentó entregar su testimonio al Congreso. Aunque inicialmente fue recibido con interés por parte de un asistente del Senado, nunca se concretaron las reuniones prometidas con legisladores, lo que aumentó su sensación de abandono y desilusión. Comparándose con otros denunciantes como David Grusch, el protagonista de este informe reflexiona sobre el costo personal de su decisión, mientras intenta crear una red de apoyo entre otros miembros del aparato militar y de inteligencia. A pesar de considerar apartarse del tema, la carga moral de saber lo que sabe lo llevó a continuar, trasladándose incluso al Departamento de Estado, desde donde mantuvo su compromiso con la causa.

El denunciante advierte sobre una posible corrupción institucional y expresa su intención de seguir adelante, incluso cuando el Congreso parece desinteresado. “Estamos frente a algo más grande de lo que imaginamos”, afirma, y destaca que los intentos de ocultamiento podrían tener implicaciones tanto para la seguridad nacional como para la comprensión de la humanidad sobre su lugar en el universo.




JOSE ANTONIO CARAV@CA

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miércoles, 26 de marzo de 2025

INCIDENTES DE DRONES EN EL REINO UNIDO VINCULADOS A LA INTELIGENCIA RUSA






Una investigación reciente ha revelado que personas vinculadas a sitios militares y de inteligencia rusos estuvieron presentes cerca de bases aéreas del Reino Unido en fechas clave relacionadas con incursiones sospechosas de drones en noviembre de 2023. Según el informe, estas personas utilizaron trabajos de temporada, como la recolección de frutas, para operar cerca de las instalaciones militares británicas sin levantar sospechas.

Los datos analizados, basados en fuentes abiertas, indican que al menos dos de estos individuos tenían conexiones con la inteligencia militar rusa (GRU). Se encontraban en las cercanías de bases como RAF Lossiemouth y RAF Lakenheath antes, durante y después de los incidentes con drones. Esto ha generado preocupaciones sobre posibles actividades de espionaje y guerra híbrida por parte de Rusia contra el Reino Unido.

Las incursiones de drones han sido interpretadas como parte de una estrategia de "zona gris", es decir, acciones hostiles diseñadas para desestabilizar o espiar sin llegar a un conflicto militar abierto. El informe sugiere que estos operativos podrían haber estado recopilando información sobre las capacidades de defensa del Reino Unido o probando sus respuestas a posibles amenazas aéreas.

El gobierno británico no ha hecho comentarios oficiales sobre la investigación, pero la creciente evidencia de actividades rusas en territorio británico ha generado llamados a reforzar la seguridad en torno a bases militares clave.

FUENTE:

Milburn, F. (2025, 26 de marzo). Russian Activity At UK Drone Incursion Bases Confirmed. Liberation Times.




JOSE ANTONIO CARAV@CA

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