UNA HISTORIA DE
SIGLAS Y MISTERIO
Por décadas, los
cielos de medio mundo ha sido escenario de las idas y venidas de misteriosos
objetos y luces que han despertado nuestra curiosidad e imaginación a partes
iguales. Lo numerosos e infructuosos intentos por encontrar una explicación a
estas visiones ha llevado a elevar diferentes nombres y siglas para definir a
este escurridizo fenómeno.
El punto de
inflexión moderno llegó de la mano del capitán Edward J. Ruppelt, quien dirigió
entre 1952 y 1954 el Proyecto Blue Book, la iniciativa oficial de la Fuerza
Aérea de los Estados Unidos (USAF) para estudiar los llamados fenómenos aéreos
inusuales. Fue Ruppelt quien acuñó las ahora célebres siglas UFO (Unidentified
Flying Object) —traducidas al español como OVNI (Objeto Volador No
Identificado)— con la intención de conferir al asunto un enfoque más técnico y
menos sensacionalista.
Sin embargo, ya
en 1949, el Proyecto Grudge, también de la Fuerza Aérea, había utilizado la
expresión "objetos voladores no identificados" en un informe técnico
de 600 páginas. Aunque entonces no se usaron siglas. Curiosamente, en
documentos de esos mismos años también aparece el término UAP (Unidentified
Aerial Phenomenon), que no se haría popular hasta bien entrado el siglo XXI, pese
a que en la década de los sesenta también aparece en diferentes informes oficiales.
UN FENÓMENO,
MUCHOS NOMBRES
Desde mediados
del siglo pasado, el fenómeno ha recibido casi tantos nombres como formas se
han descrito en los cielos. Estos son algunos de los términos que se han
propuesto a lo largo del tiempo:
· Foo Fighter: Término de la
Segunda Guerra Mundial empleado por pilotos aliados para describir "bolas
de fuego" o esferas luminosas que seguían a los aviones.
· Platillos
volantes / Discos voladores: términos surgidos tras el famoso
avistamiento de Kenneth Arnold en 1947.
· OANI (Objeto Aéreo No Identificado) También usado
por la Fuerza Aérea Brasileña entre 1969 y 1972 dentro del SIOANI para
catalogar avistamientos en territorio brasileño
· ONI (Objeto No
Identificado)
·
OSNI (Objeto Submarino No Identificado)
· MOC (Misteriosos
Objetos Celestes): propuesto por la aviación francesa y suiza
· PAN (Fenómeno Aeroespacial
No Identificado): Utilizada por el GEIPAN, la unidad francesa del CNES,
designa “fenómenos aeroespaciales no identificados”.
· VED (Vehículos
Extraterrestres Dirigidos): propuesto por Antonio Ribera.
· UAO (Objeto
Aéreo No Convencional): también traducido como Agnópteno, formado por
raíces griegas que significan "desconocido" y "volador".
· FANI (Fenómenos
Aéreos No Identificados): versión en español de UAP (Unidentified Aerial
Phenomena), adoptado oficialmente por el Pentágono desde 2017.
· VAA (Vehículos
Aeroespaciales Avanzados): en inglés AAV, un intento de conferir al fenómeno
una posible dimensión tecnológica.
· EVI (Estímulos
Visuales Indeterminados): propuesto por el CIFO (Círculo de Investigadores
del Fenómeno OVNI) como una alternativa más neutral.
· AO (Objetos Aerotransportados):
El Pentágono creó en noviembre de 2021 el “Grupo de Sincronización de
Identificación y Gestión de Objetos Aerotransportados” (en inglés Aerial
Objects Identification and Management Synchronization Group, abreviado AOIMSG)
y su órgano supervisor, el AOIMEXEC.
· UAS (Sistema Aéreo
No Identificado. Unidentified Aerial System): Dentro del ámbito militar
estadounidense también se ha usado UAS, que incorpora la idea de sistemas
completos aerotransportados no identificados
· UAP (Fenómeno aéreo no identificado)
· UAP (Fenómeno
anómalo no identificado) Nueva versión ya que el Departamento de Defensa
advierte que hay incidentes bajo el mar, y en otras circunstancias más allá de
lo aéreo.
PROPUESTAS
ORIGINALES
Una de las
propuestas más curiosas surgió en 1981, cuando los investigadores Félix Ares de
Blas y Juan Carlos Imar sugirieron, en la revista Stendek, reemplazar el
término "ufología" por AGNOPTENOLOGÍA, una palabra construida
a partir del griego agnos ("desconocido") y ptenos
("volador"). El objetivo era dar al estudio del fenómeno una base
etimológica más científica y despojada del sensacionalismo popular.
Y si hablamos de
historia, no podemos pasar por alto la CLIPEOLOGÍA, una disciplina
dedicada a analizar avistamientos celestes descritos en la Antigüedad. El
término proviene de la expresión latina clipei ardentes (“escudos de
fuego”), empleada por autores romanos para referirse a extraños fenómenos
celestes, hoy reinterpretados por algunos como posibles registros de antiguos
OVNIS.
CONCLUSIÓN
En última
instancia, este incesante e interminable desfile terminológico revela más sobre
nosotros mismos que sobre los objetos que observamos en el cielo con asombro.
Cambiamos las etiquetas, refinamos el lenguaje, tecnificamos las descripciones…
pero el misterio persiste sin mostrar fisuras. Lo que realmente demuestra esta
evolución de siglas y denominaciones es nuestra profunda necesidad humana de nombrar
lo desconocido, de encajar lo inasible en un marco comprensible. Etiquetamos
para entender, pero también para domesticar lo que nos inquieta. Y quizás
esa necesidad de nombrar lo inexplicable sea el verdadero hilo conductor de
toda la historia de los no identificados.
Mientras el
fenómeno siga desafiando nuestras explicaciones, seguramente seguirán
apareciendo nuevos nombres…
JOSE ANTONIO CARAV@CA
Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor . Propiedad de Jose Antonio Caravaca.

No hay comentarios:
Publicar un comentario