martes, 9 de enero de 2024

¿SERIA UN ENCUENTRO CON INTELIGENCIAS NO HUMANAS TERRESTRES INCOMPRENSIBLE PARA LOS TESTIGOS?

 







Recientemente el doctor en filosofía Bernardo Kastrup ha publicado un interesante artículo titulado UAPs and Non-Human Intelligence: What is the most reasonable scenario? (06/01/2024) donde realiza una aproximación teórica a las ultimas aportaciones sobre el fenómeno UAP que hemos conocido desde 2017. Tras hacer un breve repaso a algunas de las informaciones más importantes que han surgido en torno a los OVNIs del Pentágono estadounidense, Kastrup se adhiere a la idea de que muchos de estos avistamientos son de origen desconocido.  El filósofo habla sin tapujos de la posible existencia de un fenómeno realmente anómalo: «Sí hay tecnología no humana en nuestros cielos y océanos, entonces debe haber Inteligencias No Humanas (INH) activas en nuestro planeta, diseñando y controlando los UAPs. Esto no implica que los INH sean extraterrestres; Significa simplemente que no son humanos». Kastrup apoyado en trabajos como los de Jacques Vallée argumenta que el fenómeno UAP no es reciente: «Aunque el proceso de divulgación es relativamente joven, ya que comenzó públicamente solo en 2017, el fenómeno en sí parece ser al menos tan antiguo como la humanidad». Precisamente una de las características más extrañas del fenómeno es su dualidad donde la realidad física se funde con la realidad psíquica: «Dos conclusiones clave del trabajo del Dr. Vallée son particularmente pertinentes para nuestro desafío aquí. La primera es que, sobre la base de innumerables informes de testigos, el fenómeno no parece hacer ninguna distinción entre efectos físicos y psicológicos; produce ambas, como si fueran meras facetas de uno y los mismos mecanismos causales. Los límites que trazamos entre lo mental y lo físico no parecen ser observados por el fenómeno, que transita casualmente de un lado a otro a través de la línea divisoria. El Dr. Vallée reconoce el innegable aspecto físico del fenómeno: puede ser filmado, rastreado por radar y otros sensores, emite energía medible, a menudo deja huellas físicas y vestigios, etc., pero agrega que al menos parte de lo que experimentan los testigos es "escenificado": el UAP a veces evoca imágenes arquetípicas y simbólicas directamente en la mente del testigo para transmitir un mensaje metafórico cargado de sentimientos, que trasciende las características objetivamente mensurables del fenómeno».

Adhiriéndose a este aspecto clave del fenómeno, Kastrup admite que la viabilidad de la hipótesis extraterrestre es nula ateniéndonos al número de encuentros y avistamientos reportados: «La segunda conclusión pertinente del trabajo del Dr. Vallée es que el patrón de comportamiento de los UAPs no es consistente con la hipótesis extraterrestre (véase el capítulo 9 de su libro, Dimensions). El Dr. Vallée estimó que, en un período de solo veinte años, ha habido alrededor de tres millones de aterrizajes de UAP. Esto no es consistente con las visitas de seres de otro planeta con el propósito de estudiar la Tierra o investigar a sus habitantes (órdenes de magnitud menos visitas habrían sido suficientes para estos propósitos); en cambio, el comportamiento de los UAP es precisamente lo que uno esperaría si fueran de aquí, y simplemente se dedicaran a sus asuntos. Al fin y al cabo, hay muchas especies animales y vegetales raras —y algunas no tan raras— que los seres humanos encontramos con mucha menos frecuencia que 150.000 veces al año, y son innegablemente terrestres».

Para Kastrup podrían existir dos fenómenos cruzados que han originado cierta confusión a la hora de establecer conclusiones certeras sobre el fenómeno: «Aunque las dos características discutidas [la física y la psíquica] anteriormente generalmente se aplican a la mayoría de lo que coloquialmente llamamos encuentros con "UAPs", "OVNIs" o "alienígenas", hay razones para considerar la posibilidad de que estemos tratando con al menos dos fenómenos distintos aquí. Si es así, es crucial que no mezclemos los dos, de lo contrario, cualquier explicación viable de un fenómeno puede ser descartada simplemente porque no es adecuada para el otro, o incluso lo contradice, lo que lleva a un callejón sin salida insoluble».

Y para llegar a este punto Kastrup erige dos categorías diferentes de informes: «Una clase claramente discernible de observaciones, a las que de ahora en adelante me referiré como UAP de "tuercas y tornillos", implica naves físicas que no solo pueden ser vistas, filmadas y rastreadas consistentemente por radar, sino que también, si hemos de creer a los informantes del Sr. Grusch y otras fuentes en condiciones de saberlo plausiblemente, almacenadas en hangares durante décadas, desmontadas, analizadas bajo un microscopio electrónico de barrido, etc. Los cuerpos de sus ocupantes también pueden, de nuevo, si hemos de creer en las fuentes, mantenerse en congeladores y cosecharse para su análisis bioquímico. Esto significa que el fenómeno en cuestión tiene un aspecto físico tan consistente y estable como nuestro propio cuerpo y nuestro coche guardado en el garaje. Además, estos UAPs de "tuercas y tornillos" se observan con mayor frecuencia en las proximidades de ejercicios e instalaciones militares, en particular instalaciones nucleares (este ha sido el caso durante décadas, los recientes videos de ovnis del Pentágono simplemente reiteran el patrón). No parecen estar interesados en enseñarnos nada, sino simplemente en monitorear la actividad humana que podría conducir a la destrucción a gran escala y comprometer la habitabilidad del planeta (por cierto, esto es exactamente lo que uno esperaría si el INH en cuestión es terrestre)».

El segundo grado de experiencias que distingue el autor del artículo abarcan los episodios denominados como de «alta extrañeza»: «A diferencia de la anterior, otra clase de observaciones implica encuentros en el dormitorio, en la escuela, durante el viaje de regreso del trabajo y otras situaciones ordinarias y aleatorias no relacionadas con la actividad militar. Estos son los llamados eventos de 'alta extrañeza', que abarcan los casos de 'contactados extraterrestres' y 'abducción extraterrestre'. Las naves y los seres observados no tienen un aspecto físico consistente, sino que son, en cambio, escurridizos, aparecen y desaparecen, asumiendo una variedad absurda de formas y comportamientos incongruentes. No dejan rastros físicos ambiguos o no dejan rastros escasos, como hemorragias nasales espontáneas, quistes ordinarios encontrados en lugares donde el testigo afirma haber sido implantado con tecnología alienígena, marcas en el suelo consistentes con una variedad de causas, etc. Esta evidencia física ambigua se describe mejor como sincrónica, es decir, coincidente de una manera significativa, en lugar de causal. Las observaciones son elusivas, ilógicas y cambian de forma como un sueño. Parecen estar enfocados en una forma de comunicación deliberada y simbólica con el testigo, destinada a transmitir una enseñanza de algún tipo, en lugar de surgir de encuentros casuales. Al igual que una visión, no pueden ser fotografiados».

Kastrup otorga una naturaleza exclusivamente psíquica para esta clase de manifestaciones alejada de la realidad de las inteligencias no humanas terrestres: «Creo que estas visiones son reales como tales; Forman parte de un mecanismo de retroalimentación natural intrínseco a la mente humana, que busca desalojarla de cosmovisiones osificadas que, a pesar de haberse estabilizado, ya no sirven para el avance de nuestra comprensión de nosotros mismos y de la naturaleza. Las visiones en cuestión emergen de capas colectivas, filogenéticamente antiguas, de la mente humana compartidas por todos nosotros, que, por ser incapaces de lenguaje y razonamiento conceptual, se comunican con el ego ejecutivo a través de metáforas oníricas e inmersivas. Deben tomarse en serio, pero no literalmente. Pero no creo que el fenómeno de la "alta extrañeza" sea lo mismo que los UAPs de "tuercas y tornillos". La combinación de los dos, en mi opinión, puede hacer imposible dar cuenta de cualquiera de los dos, ya que ningún relato será coherente con las características a veces mutuamente contradictorias de ambos».


Desde la irrupción de los denominados OVNIs del Pentágono cada vez son más los científicos y académicos como Bernardo Kastrup que se aproximan al fenómeno. Bernardo Kastrup es el director ejecutivo de la Fundación Essentia. Su trabajo ha liderado el renacimiento moderno del idealismo metafísico, la noción de que la realidad es esencialmente mental. Es doctor en filosofía (ontología, filosofía de la mente) y doctor en ingeniería informática (informática reconfigurable, inteligencia artificial). Como científico, Bernardo ha trabajado para la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) y los Laboratorios de Investigación Philips (donde se descubrió el "efecto Casimir" de la Teoría Cuántica de Campos). También ha desarrollado una carrera de 25 años en la alta tecnología, habiendo cofundado la empresa de procesamiento paralelo Silicon Hive (adquirida por Intel en 2011) y trabajado como estratega tecnológico para la empresa de importancia geopolítica ASML, durante 15 años. Formuladas en detalle en numerosos artículos académicos y libros, las ideas de Bernardo han aparecido en 'Scientific American', la revista de 'The Institute of Art and Ideas', el 'Blog of the American Philosophical Association' y 'Big Think', entre otros. El undécimo libro de Bernardo, que aparecerá en 2024, es "Analytic Idealism in a Nutshell: Un resumen directo de la única metafísica plausible del siglo XXI".




Aquí comienzan los problemas. En este punto el autor del artículo realiza un sincretismo entre las experiencias de alta extrañeza y la hipótesis del inconsciente colectivo de Carl Jung (1958). Sin embargo esta propuesta divisoria parte de un claro y evidente fallo. La casuística ufológica de los últimos 70 años indica  que las barreras que implanta Kastrup sencillamente no existen. Y es que introducir dos clasificaciones diferentes, entre incidentes de «ovnis físicos» y episodios de «alta extrañeza» no se ajusta bajo ningún concepto a lo que tenemos los investigadores en los archivos. En multitud de encuentros cercanos (la alta extrañeza de Kastrup) los objetos avistados son físicos dejan huellas y presentan características de los «ovnis físicos» (Socorro, 1964. Valensole, 1965. Talavera la Real. 1976), y del mismo modo, existen numerosas observaciones de los denominados «ovnis físicos» que presentan elementos de la «alta extrañeza», léase fenómenos paranormales o amplia y anómala tipología (Lorenzo Torres, 1968. Lens Astray, 1979). Por tanto la premisa expuesta por el doctor en filosofía no es aplicable a la literatura ovni. Incluso algunos informes de Vallée, Kelleher o Nolan se acercan a estas posturas más consecuentes con las bases de datos.

Otro aspecto curioso y debatible de su estudio es que para la parte «física» del fenómeno Kastrup recurre a la tesis de los ultraterrestres como una opción más factible que la hipótesis extraterrestre: «La idea de que la inteligencia detrás de los UAPs es terrestre y antigua no es nueva. El Dr. Hal Puthoff lo llama la hipótesis "ultraterrestre". Plantea la posibilidad de que los restos de una civilización humana de alta tecnología prediluvial (pensemos en el mito de la Atlántida) hayan sobrevivido al final de la última edad de hielo y permanezcan activos hoy en día, aunque discretos en sus actividades». Su argumento parece claro: «Si la inteligencia detrás de los UAPs es terrestre, deberá ser lo suficientemente antigua como para que las huellas asociadas hayan sido borradas casi por completo por el clima natural y los procesos geológicos. Sin embargo, también tendrá que ser lo suficientemente reciente como para haber tenido acceso a hidrocarburos fósiles para alimentar las primeras etapas de su proceso de industrialización. ¿Son reconciliables estas limitaciones aparentemente contradictorias? Lo son, según la llamada "hipótesis silúriana" propuesta por primera vez por Gavin Schmidt y Adam Frank en un artículo de 2018 en el International Journal of Astrobiology. La idea es la siguiente: nuestro planeta existe desde hace unos 4.500 millones de años, con vida en él desde hace unos 4.000 millones de años. El género Homo, al que pertenecemos, existe desde hace menos de 3 millones de esos 4.000 millones de años; Un abrir y cerrar de ojos en términos geológicos. Y los humanos modernos, el Homo sapiens, durante solo 2 o 300.000 años. Hay, por lo tanto, mucho tiempo y oportunidad para que otras especies no humanas hayan surgido en la Tierra, desarrolladas a un nivel de tecnología muy superior al nuestro (imaginen dónde estará nuestra propia ciencia y tecnología en apenas mil años más, si no nos matamos antes de eso), y luego hayan desaparecido efectivamente debido a uno o más de los innumerables posibles cataclismos que podrían acabar con la nuestra (cambio climático/colapso, impacto de cometas/asteroides, pandemias, tormentas solares, guerra termonuclear, etc.)». Aunque no llega a afirmarlo de forma categórica: «Nótese que mi afirmación aquí no es que sea probable que civilizaciones no humanas de alta tecnología hayan surgido en la Tierra antes que nosotros; No puedo evaluar las probabilidades involucradas. Mi afirmación es que, en base a lo que sabemos, tales civilizaciones no son imposibles o inconsistentes con el registro geológico. Al contrario: como señalan el Dr. Schmidt y el Dr. Frank, el registro muestra varios períodos de calentamiento global consistentes con la industrialización a gran escala». Su planteamiento se basa en la posible supervivencia de algunos miembros de esas «humanidades» a lo largo de los siglos: «Ahora bien, dado que hoy en día no podemos visitar una ciudad del INH, es necesariamente el caso de que, si es que alguna vez existieron civilizaciones terrestres tan antiguas, se han extinguido en gran medida, al menos en lo que respecta a la superficie del planeta. Esto, sin embargo, no es inverosímil: como sabemos por nuestro propio caso, las civilizaciones pueden comenzar, alcanzar niveles de alta tecnología y luego ser aniquiladas en unos pocos miles de años. De hecho, aunque nuestra civilización sigue funcionando, somos dolorosamente conscientes de lo fácil y rápido que puede llegar a su fin mañana, en una guerra termonuclear, el impacto de un asteroide, el colapso climático, una pandemia más mortal que la que acabamos de sobrevivir, etc. Sin embargo, es poco probable que todos los miembros de nuestra especie mueran en una catástrofe planetaria. Es muy probable que pocos, pero suficientes, sobrevivamos en refugios y preservemos un nivel mínimo de conocimiento para mantener parte de nuestra tecnología en funcionamiento, especialmente si recibimos algún aviso anticipado de la inminente catástrofe. En tan solo una o dos décadas a partir de ahora, por ejemplo, es probable que hayamos dominado la tecnología de reactores nucleares limpios, portátiles y a pequeña escala que se pueden enterrar en un patio trasero (o en una cueva) y proporcionar energía ilimitada de manera efectiva. La tecnología de impresión 3D portátil está reduciendo nuestra dependencia de las instalaciones de fabricación centralizadas y a gran escala. Nuestras computadoras, que alguna vez fueron del tamaño de edificios, ahora viven en nuestros bolsillos. Si extrapolamos estas tendencias a uno o dos siglos más, es razonable imaginar que la miniaturización y la portabilidad tecnológicas permitirán a nuestra civilización sobrevivir a una escala reducida en, por ejemplo, refugios subterráneos. Por lo tanto, no es descabellado imaginar, de forma puramente especulativa, que lo mismo podría haber sido el caso de los antiguos INH hipotéticamente detrás de los UAPs actuales».

Kastrup cree que una civilización tan antigua tendría sus traumas y sus razones para permanecer ocultas alejadas de la superficie terrestre y de sus habitantes: «Cualquier cultura que haya estado expuesta a la magnitud de una catástrofe planetaria tendrá un trauma histórico transmitido de generación en generación a través del mito y la narración, de manera similar a la forma en que las historias de inundaciones han sobrevivido desde el final de la última edad de hielo, pero de manera mucho más aguda. Una cultura de este tipo desconfiará de la superficie del planeta, ya que esta última es una región notoriamente expuesta y volátil: sufre oscilaciones de temperatura mucho más extremas que, por ejemplo, los océanos profundos y las cuevas subterráneas; es propenso a las inclemencias del tiempo que pueden arruinar las cosechas e inundar ciudades enteras; está expuesto a la irradiación de las tormentas solares y otros eventos cósmicos, que pueden arruinar la tecnología y la vida; Es extremadamente vulnerable al impacto de cometas y asteroides, como descubrieron los dinosaurios; etc. Y dado que una cultura postapocalíptica de este tipo se habría reducido a relativamente pocos miembros, sus necesidades de espacio vital también serían relativamente modestas. Dependiendo del nivel de supervivencia de su tecnología, podrían haberse hecho un hogar bajo el agua o bajo tierra. Unas pocas generaciones de adaptación (dirigida) —genética y cultural— a un entorno así harían que la superficie del planeta fuera tal vez tan extraña e inhóspita para ellos como lo es la Fosa de las Marianas para nosotros. Estarían de acuerdo con permitir que los monos se vuelvan locos en la parte superior del techo (siempre que los monos no comiencen una guerra termonuclear y comprometan toda la casa), pero preferirían permanecer a salvo en el interior».

Llegados a este punto, Kastrup especula sobre el resultado de la posible comunicación que se podría llevar a cabo entre los ultraterrestres y los humanos: «La ciencia ficción ha inculcado en nuestra cultura la noción de que la comunicación con otra especie completamente diferente es una cuestión de traducción o intercambio de palabras; algo parecido a lo que hacemos para convertir el texto chino al inglés. De hecho, ahora tenemos un sentido completamente fabricado de la plausibilidad de tal idea. Pero es ingenuo». Para el filósofo es una utopía que la civilización que se halla oculta en nuestro planeta pueda establecer un dialogo con nuestra especie mediante el lenguaje: «Las INH, por definición, no tienen nada en común con nosotros. Después de todo, pertenecen a una especie diferente. Es casi seguro que su cognición se desarrollará con patrones y modalidades muy diferentes. Incluso su lógica puede tener poca semejanza con nuestros propios axiomas aristotélicos. Además, su contexto cultural está destinado a ser completamente diferente al nuestro, lo que lleva a diferentes referencias empíricas: originalmente, es posible que no tuvieran una categoría cognitiva para, por ejemplo, "automóvil" o no entendieran el concepto de un vehículo con ruedas (por ejemplo, si son una especie acuática). Es ingenuo esperar que las NHI puedan aprender nuestro idioma tan fácilmente como un chino puede aprender inglés. Las estructuras cognitivas subyacentes y las referencias no se alinearán; ¿Por qué deberían hacerlo?» Este ejemplo puede resultar hasta cierto aspecto desconcertante porque no estaríamos hablando de unas inteligencias etéreas no físicas que han llegado a nuestro planeta desde otra dimensión y cuya evolución y comprensión de todos y cada uno de sus aspectos si podría representar un reto indescifrable para nuestra civilización, sino que hablamos de seres corpóreos, físicos, bien definidos como inteligencias no humanas terrestres que utilizan tecnología para su día a día, y que además llevarían al menos 200.000 años estudiando al ser humano y sus comportamientos sociales y privados. ¿Sería posible que esta civilización no hubiera comprendido aún los idiomas humanos, o su escritura? En este sentido, el autor de reportaje eleva la complejidad de este supuesto contacto a un nivel parecido al de 2001 Odisea en el Espacio: «En otras palabras, antes de que pudieran comunicarse con nosotros, tendrían que obtener acceso directo y manipular nuestros procesos mentales abstractos. Esto no es algo que se pueda lograr casualmente de la misma manera que puedo aprender italiano durante unas vacaciones». Esto significa sencillamente que esta todopoderosa civilización no ha aprendido nada de los seres humanos en miles de años. Kastrup pone de ejemplo la imposibilidad de nuestros oceanógrafos para entender el lenguaje de las ballenas, aunque es una especie que habita nuestro mismo entorno desde hace miles de años: «La comunicación a nivel intelectual entre los INH terrestres más avanzados y nosotros requerirá acceso directo a nuestros procesos cognitivos. Tendrán que modular directamente nuestras propias referencias y modos abstractos. En otras palabras, tendrán que transmitirnos sus ideas incitando a nuestra propia mente a articular esas ideas a sí misma, utilizando su propio diccionario conceptual y estructuras gramaticales. Y debido a que su mensaje, producto de su propia cognición, inconmensurable con el nuestro, está destinado a no alinearse adecuadamente con nuestro menú gramatical y conceptual, esta articulación tendrá que ser forzosamente simbólica, metafórica; Tendrá que apuntar al significado intencionado, en lugar de encarnar el significado intencionado directa o literalmente».

Y es por esto por lo que el mensaje que podemos obtener de estos contactos con las INH terrestres sea tan ambiguo y confuso. Entonces ¿qué propósito tendría unas comunicaciones que en más de 70 años (sin contar las apariciones más antiguas en el tiempo) no han avanzado en ningún aspecto? ¿Es esto lógico? Si se trata de una prueba científica de conato de contacto, habrían intentado avanzar, o mejorar el ensayo-error. Y lo más importante ¿qué quieren decirnos? Además en líneas anteriores el propio Kastrup, en contradicción con sus posteriores aseveraciones decía que: «No parecen estar interesados en enseñarnos nada». Pero es que podemos ir más allá. Desde la irrupción de la inteligencia artificial el mundo científico esta cambiando a pasos agigantados y recientemente un grupo de investigadores del Instituto Real de Tecnología KTH de Suecia está intentado desvelar el lenguaje de los delfines y esperan conseguir avances en poco tiempo. Por tanto esas diferencias abisales entre especies podrían tener sus días contados.

Otro de los fallos de la tesis de Kastrup procede de su doble lectura de la casuística, con la separación entre casos de «ovnis físicos» y la «alta extrañeza», porque al final les otorga unos mismos procedimientos de comunicación: «Nótese la similitud entre esta clase de observaciones y la de la "alta extrañeza": ambas implican una comunicación simbólica por medio de la manipulación directa de nuestra cognición interna. En este último caso, la comunicación se produce entre capas más profundas y más superficiales, primitivas y modernas, respectivamente, de nuestra mente, y tiene lugar de forma natural y espontánea. En el primer caso, la comunicación, probablemente mediada por la tecnología, es entre un NHI y un humano, y tiene lugar de manera artificial y deliberada. Pero ambos son metafóricos, parecidos a sueños y visiones. Esta similitud es parte de la razón por la que nos sentimos tentados a mezclar las clases de observaciones "tuercas y tornillos" y "alta extrañeza"».

Y concluye este apartado asegurando que: «En conclusión, propongo la hipótesis de que, cuando los UAPs manipulan nuestras percepciones durante un encuentro, en realidad están intentando comunicarse de la única forma que pueden. De forma análoga, si vas de excursión por un sendero remoto y te cruzas con un oso salvaje -otra especie terrestre con una estructura cognitiva diferente a la nuestra, que encontramos por casualidad mientras se dedican a sus asuntos en su propio hábitat-, el oso también se comunicará contigo de la única forma que puede: mediante posturas corporales y sonidos que evocan significados; e incluso lo entenderás. La diferencia es que los UAPs son superiores, más complejos y sofisticados.»

Pese a esto, con espíritu crítico Kastrup advierte que: «Para toda hipótesis útil y verdaderamente científica, debe haber un experimento o una observación pasiva en condiciones controladas que pueda confirmarla o contradecirla. Como hemos visto en lo que antecede, la hipótesis en cuestión es que el NHI -o los NHI- que subyacen al fenómeno UAP "tuercas y tornillos" es(son) antiguo(s) pero terrestre(s). Ya hemos hablado de las características del fenómeno que motivaron la hipótesis: (a) la frecuencia de los encuentros con los UAPs, que sugiere que son de aquí y que nos los encontramos mientras hacen sus cosas, igual que nos encontramos con un oso en un sendero; y (b) su interés por las actividades humanas que pueden poner en peligro la habitabilidad de este planeta, como las instalaciones nucleares y los ejercicios militares. Pero estas características no son concluyentes. Entonces, ¿Qué podría ser concluyente?»

Casi nada de este planteamiento puede ser concluyente. Desde su hipótesis de las inteligencias no humanas terrestres parece poco probable y lógico que unos seres que han cohabitado con nosotros desde los albores de la historia, desde que usábamos armas de sílex, se valgan de un método tan extraño e impreciso de comunicación, que no ha conseguido nada, a no ser que esto sea parte de un objetivo oculto, cosa que por cierto no aclara el autor de reportaje.  Kastrup compra la literalidad del nuevo argumentario de los UAPs del Pentágono asumiendo que es casi una certeza que existen naves o vehículos manufacturados por seres biológicos volando en nuestros cielos. Asume que es posible que hayamos recuperado (el ejército estadounidense) cuerpos de estas entidades en cámaras frigoríficas o que incluso nuestros ingenieros hayab realizado ingeniería inversa sobre su tecnología. Pero si tomamos en serio esta arriesgada proposición de los nuevos UAPs tenemos que hacerla de forma integra y no solo con las partes que nos interesan. Me explico. En la información desprendida de algunos informes del AAWSAP, AATIP, UAPTF y AARO no se sugieren formas definidas para los UAPs habiendo tipos de aeronaves para todos los gustos en formas, colores y tamaños por lo que las suposiciones sobre cierta homogeneidad en los «ovnis físicos» de Kastrup no se ajustan a modelo ya que poseen el mismo rango de diversidad que el aludido para los casos de «alta extrañeza». Del mismo modo de las filtraciones de David Grusch se desprende que algunos organismos del gobierno han conseguido duplicar la tecnologías de estas INH terrestres (se señala a Lockheed Martin), pero si admitimos esto, estamos admitiendo que la ciencia de estos ultraterrestres no es algo totalmente ajeno al conocimiento de nuestros ingenieros que son capaces de adaptarlas a nuestras aeronaves o maquinarias. Por tanto se abre una vía para interpretar que la ciencia de las INH terrestres tuvieran ciertas analogías con nuestra especie pese a que Kastrup se aventura a decir que: «no tienen nada en común con nosotros». Pero hay más cosas que no cuadran.  ¿Si las INH terrestres no han podido descifrar nuestros idiomas o escritura que hacen mientras nos vigilan, saben exactamente lo que hacemos y lo que es un avión de combate?

En respuesta a una pregunta que le hice al propio Kastrup sobre estas mismas cuestiones, me respondió de forma incomprensible: «En el ensayo digo precisamente que SON capaces de evaluar las comunicaciones humanas y la creación de significados, pero no a través de la traducción». Por tanto las inteligencias no humanas terrestres aún comprendiendo las comunicaciones y los significados que otorgamos a ciertas imágenes o pensamientos no saben entablar una conversación basada en el lenguaje humano habitual. Y debido a esto, los ultraterrestres han optado, de forma extravagante y para nuestra irritación, elevar comunicaciones que rayan en muchas ocasiones en lo patológico. Mandan una señal a nuestro cerebro con conceptos (no especificados, ni en contenido ni en motivaciones) y nosotros debemos interpretarlos de forma subjetiva aunque no tenga nada que ver con el propósito original. En una respuesta a un lector el doctor en filosofía dice: «El significado se comunica directamente, pero las palabras son dadas por el receptor, por lo que el receptor puede decirse a sí mismo qué es lo que entendió». De nuevo Kastrup olvida citar los numerosos casos de encuentros cercanos donde los supuestos pilotos de los ovnis han hablado perfectamente en cualquier lengua de nuestro planeta, e incluso se han comunicado mediante señales. Un ejemplo. El comandante Ignacio Lorenzo Torres pilotaba un Caravelle IB-249 de la Compañía española IBERIA en 1968 cuando tuvo un encuentro con un extraño objeto volador que parecía un enorme ojo humano y narró como se comunicó con este UAP que fue detectado por los abordo: «Al final le perdimos el miedo, cogí el micro y por el canal 21.5, de emergencia pasé a hablarle en español y en inglés. Por supuesto, no recibimos respuesta, por lo que establecí un código muy sencillo, el de las luces. Nos quedamos de piedra cuando aquello se apagaba y encendía estableciendo comunicación. Estuvimos así diez minutos y contestaron negativamente a la pregunta de si eran enemigos y si eran de este planeta. De pronto desapareció y se fue como para África. Si no hubiera testigo, también había azafatas, y aportaciones técnicas de los controles. Es para pensar en la locura».

Como en el caso del comandante Lorenzo Torres, tanto los pilotos comerciales como militares han señalado una alta extrañeza en muchos avistamientos de OVNIS/UAPS




La realidad es que este tipo de planteamientos tan estructurados  se realizan desde el desconocimiento de lo que ha  ofrecido la casuística ovni y seleccionando solo una parte de la casuística. La mayoría de los mensajes, tanto a nivel narrativo como estético, obtenidos tras un encuentro cercano son abstractos y ridículos, no existe ni la metafísica, ni la poesía, ni las metáforas, ni la intelectualidad, ni la filosofía, que muchos estudiosos entienden que contiene la literatura ufológica pensando en una uniformidad y coherencia inexistente cuando se estudia a fondo estos eventos.

Cuando Kastrup admite que los UAPs vigilan zonas de entrenamiento militar y emplazamientos nucleares  de alguna manera está aceptando que los ultraterrestres saben más de nosotros de lo que pretende trasladar en su escrito. Al menos saben que podemos destruir la Tierra con nuestro potencial bélico. Podríamos interpretar que las INH terrestres tienen: 1.- Tecnología avanzada de detección de radar y localización de almacenamiento de armamento nuclear 2.- Y por lo tanto, saben interpretar/leer ciertos comportamientos humanos, tanto sociales, políticos y militares de nuestra humanidad y no le son tan ajenos como Kastrup anticipa. Kastrup insinúa por un lado que estas INH terrestres son totalmente diferentes a nosotros por lo que una comunicación seria comparable a la que podría entablar en la actualidad un ser humano con un oso o una ballena. Sin embargo, como hemos señalado siguiendo el mismo argumentario de Kastrup, la tecnología, los métodos y las herramientas que utilizan estos ultraterrestres no nos parecen tan arcanos.

Esta premisa es importante, ya que quiere decir que su tecnología y capacidad cognitiva es, en cierto modo, semejante a la nuestra. De hecho los ultraterrestres imitan a la perfección el modus operandi que nosotros mismos realizaríamos ante una presunta amenaza, desplegando vehículos de reconocimiento y vigilancia en los alrededores de los emplazamientos de alto riesgo. ¿No poseen estas INH terrestres métodos de espionaje más sofisticados e indetectables para que no sean detectados por nuestros sistemas? Estos seres podrían llevarnos 200.000 años de adelanto a nivel científico o quizás incluso millones de años.

Pero existen muchos más datos que Kastrup ha obviado en su trabajo. Muchos pilotos (que entran en su aséptica categoría de «ovnis físicos») informan, casi como una constante desde hace décadas, que los UAPs parecen adivinar y anticiparse a los pensamientos y movimientos que van a ejecutar con sus aviones. Por tanto alguna clase de discernimiento habrá por parte de las INH terrestres de nuestra psique.

Sin duda, el mayor inconveniente de Bernardo Kastrup ha sido valerse de las primeras capas superficiales del fenómeno y en utilizar muy poca información para elaborar una idea que puede resultar interesante porque ayudaría a comprender algunos aspectos de las manifestaciones más anómalas.  Por lo que estos conceptos se pueden desarrollar en otros contextos teóricos, pero en este caso Kastrup  ha elegido un andamiaje muy débil y puede llevarle a apresuradas conclusiones sobre un fenómeno mucho más amplio y alejado de estas presunciones que no dejan de ser también especulaciones muy cuestionables. De todas formas siempre es de agradecer que cada vez más científicos y académicos de prestigio se acerquen al mundo de los UAP sin prejuicios para intentar ofrecer su granito de arena.

 




JOSE ANTONIO CARAV@CA

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4 comentarios:

  1. Gracias por el magnífico articulo, en espera de la publicación del "Agente Externo" te mando un saludo desde Barcelona, Valenti Ponte Planas

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  2. Interesante. Justo hace días apareció un video desclasificado de una "medusa" sobrevolando una base militar estadounidense y metiéndose al océano por más de 15 minutos... Qué fenómeno tan insondable.

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  3. Recomiendo leer el libro Visitantes Milagrosos de Ian Watson. Se trata de una novela de scfi, pero relacionada con estos temas

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