Desde el OVNI estrellado en Aztec en los años 50 hasta la reciente polémica del supuesto proyecto «Yankee Blue», pasando por las mediáticas “denuncias” de Luis Elizondo o David Grusch sobre metamateriales y restos biológicos no-humanos, todo parece indicar que los servicios de inteligencia estadounidense han participado activamente en la difusión de la creencia de que su gobierno posee restos de naves y cuerpos extraterrestres. Durante más de siete décadas, esta idea ha sido alimentada de forma constante mediante filtraciones ambiguas, testimonios no verificados, denunciantes sin pruebas y documentos de dudosa procedencia que, lejos de aclarar nada, han ido tejiendo una espesa maraña de confusión que ha creado un caos informativo sin precedentes.
Para entender cómo hemos llegado hasta este punto en la actualidad,
conviene recorrer, paso a paso, las principales y diferentes estaciones de este
largo viaje por la ingeniería del engaño.
1950: EL MISTERIO DE AZTEC
En 1950, el periodista Frank Scully alcanzó un enorme éxito
editorial con su libro Behind the Flying Saucers, donde afirmaba que el
ejército estadounidense había recuperado varios platillos volantes estrellados
cerca de Aztec, en Nuevo México, con cuerpos de pequeños seres humanoides en su
interior. La historia resultó ser completamente falsa. En poco tiempo se supo
que sus principales informantes eran el empresario Silas Newton y su socio Leo
Gebauer, posteriormente procesados por fraude en otros asuntos. Sin embargo, lo
más inquietante de todo no fue que la trama fuera inventada, sino lo que
ocurrió después. Décadas más tarde, fragmentos del diario personal de Newton y
testimonios recogidos por investigadores como Karl Pflock y Nick Redfern
revelaron que, tras la publicación del libro, Newton fue interrogado por
representantes de una entidad gubernamental altamente secreta. Estos agentes
dejaron claro que sabían que el relato era una completa invención… pero, de
forma sorprendente, lo animaron a seguir contándolo. El objetivo parecía claro,
había intereses en permitir que el mito circulara, creciera y se consolidara en
el imaginario colectivo, convirtiéndose así, posiblemente en el kilómetro 0 de
toda la narrativa posterior sobre los OVNIs estrellados.
1953: PANEL ROBERTSON: OVNIS COMO ARMA DE GUERRA
A principios de los 50, el aumento de avistamientos OVNIS por
todo el territorio estadounidense saturaba las líneas de comunicación de la
Fuerza Aérea. La CIA temía que la Unión Soviética aprovechara este
"ruido" para lanzar un ataque real que pasara desapercibido. En enero
de 1953, se convocó al Panel Robertson. Las conclusiones de este grupo de
científicos fueron determinantes para las décadas siguientes: los OVNIs no eran
una amenaza física, sino una amenaza psicológica. El Panel recomendó
"despojar a los platillos volantes de su aura de misterio". ¿Cómo?
Mediante una campaña de propaganda masiva que utilizara a psicólogos,
celebridades y dibujos animados de Disney para ridiculizar a los testigos.
Desde ese momento, cualquier persona que viera algo extraño en el cielo sabía
que, si hablaba, se exponía a la burla pública. El estigma social se convirtió
en la mejor arma de censura del Gobierno. Quizás este fue el punto de inflexión
donde las agencias de inteligencias consideraron que podían utilizar el fenómeno
OVNI como una pantalla útil para desviar la atención, proteger otros asuntos
más sensibles y experimentar con operaciones psicológicas capaces de moldear
creencias, percepciones y comportamientos colectivos. De ahí que tenga mas sentido
todo cuanto se narra en este artículo. Continuemos hasta la próxima parada.
1973: LA “PELICULA” DE HOLLOMAN
En 1973, mientras trabajaban en el documental UFOs: Past,
Present and Future, los productores Robert Emenegger y Alan Sandler
recibieron una invitación sin precedentes para visitar la Base Aérea de Norton,
donde se les prometió material real de un aterrizaje extraterrestre en la base
de Holloman ocurrido en 1971 para incluir en su reportaje. Según el relato de
los oficiales, en el video se veía a tres objetos descendiendo, uno de los
cuales aterrizaba para permitir que tres seres, de aspecto humanoide, vestidos
con monos ajustados y ojos grandes, bajaran y se reunieran con el comandante de
la base. Nunca recibieron el material.
1983: OTRA VEZ HOLLOMAN
A principios de los años 80, la reputada periodista e
investigadora Linda Moulton Howe fue objeto de una maniobra de los servicios de
inteligencia utilizando de nuevo la supuesta filmación de Holloman. En la Base
de la Fuerza Aérea de Kirtland, el agente de la AFOSI Richard Doty le mostró un
supuesto documento de "Instrucciones de Información Presidencial". En
aquellas páginas se afirmaba que los extraterrestres habían manipulado el ADN
de los primates para crear a la humanidad y que existía un pacto secreto entre
el Gobierno y los visitantes. Al igual que ocurrió con Emenegger, a Howe se le
prometió la película para un especial de la cadena HBO. Sin embargo, tras meses
de espera y tensión, el material nunca se entregó y la financiación del
proyecto se desplomó.
1984: "MAJESTIC 12" NUNCA MUERE
En los 80, la desinformación alcanzó unas cotas insospechadas
poniendo a la comunidad OVNI internacional patas arriba. En diciembre de 1984,
el ufólogo Jaime Shandera recibió por correo un sobre anónimo que contenía un
carrete de película de 35mm. Al revelarlo, aparecieron ocho páginas de lo que
parecía ser un documento de alto secreto titulado: "Informe de
información para el presidente electo Dwight D. Eisenhower". En él se
detallaba la existencia de un grupo ultra secreto de doce científicos,
militares y expertos (el MJ-12), creado por orden de Harry Truman tras el
choque de una nave en Roswell en 1947. Incluso se hablaba de un pacto secreto
con los extraterrestres. Agentes como Richard Doty admitieron haber usado estos
documentos (falsificados con anacronismos detectados por el FBI) para confundir
a investigadores y proteger radares y proyectos de guerra electrónica. Fue la
era en la que la inteligencia estadounidense aprendió a "quemar" la
mente de quienes se acercaban demasiado a la verdad.
1989: LAZAR: EL PRIMER DENUNCIANTE “ESTRELLA”
En noviembre de 1989, un hombre que afirmaba ser físico
apareció en una entrevista para la cadena KLAS-TV de Las Vegas bajo el
pseudónimo de "Dennis". Poco después, reveló su identidad, Robert “Bob”
Lazar y lanzó una bomba informativa cuyos ecos resuenan hasta la actualidad: el
Gobierno de EE. UU. poseía nueve platillos voladores de origen extraterrestre
en una instalación ultra secreta denominada S-4, situada cerca de Groom Lake
(Área 51). Lazar no parecía el típico chiflado, hablaba con una precisión
técnica asombrosa que fascinó a la opinión pública. Pero pronto se observaron
irregularidades en su confesión. Uno de los elementos más llamativos e inquietantes,
y que el propio Lazar llegó a admitir, es que no descartaba que parte de lo que
vio en la base, incluido al ser extraterrestre y las naves, fuera una
escenografía cuidadosamente diseñada para engañarlo. Tras tantos años, no se ha
logrado confirmar ninguna de las afirmaciones de Lazar sobre la supuesta
posesión de naves y cuerpos extraterrestres en el Área 51.
2023-2025: EL «YANKEE BLUE»
Tras las declaraciones de David Grusch en el Congreso sobre
programas secretos de ingeniería inversa, una investigación de The Wall
Street Journal de junio de 2025 reveló la existencia del polémico Yankee Blue. Durante años, el
Pentágono utilizó una especie de "novatada institucional" o prueba de
lealtad para sus nuevos mandos. Se les mostraban fotos trucadas de naves no
humanas y se les decía que formaban parte del programa ultra secreto llamado Yankee
Blue. Si el oficial mantenía el secreto bajo presión, era apto para proyectos
reales. El problema es que muchos de estos oficiales acabaron creyendo que la
ficción era real, alimentando un círculo vicioso de testimonios que ha llegado
hasta lo más alto del Gobierno.
CONCLUSIÓN: ¿NUESTRAS CREENCIAS SOBRE OVNIS EXTRELLADOS SON
FRUTO DE UNA OPERACIÓN PSYOPS?
Nadie puede negar que los servicios de inteligencia
estadounidenses han estado implicados en la propagación de informaciones y
relatos sobre supuestos OVNIs estrellados y la recuperación de cuerpos. Esta
práctica ha aparecido de forma recurrente a lo largo de las décadas, lo que
sugiere un interés sostenido por parte de estas agencias en difundir y ampliar
este tipo de narrativas nunca verificadas.
Con objetivos diversos, estas campañas parecen servir como
una perfecta cortina de humo para todo tipo de operaciones encubiertas: desde
ocultar proyectos secretos, fomentar el gasto en defensa o engañar al
adversario sobre las capacidades reales, hasta manipular a la opinión pública.
Todo ello demuestra que los OVNIs, lejos de ser un asunto marginal, constituyen
un auténtico campo de batalla en los despachos de las agencias de inteligencias.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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