domingo, 18 de septiembre de 2016

EXPEDIENTE ROSWELL... Primeras lecturas...



por Dani Ransanz Moreno.

El presunto accidente en Roswelll de una nave de origen desconocido tripulada por seres no humanos ha sido a su vez uno de los informes más reveladores del fenómeno OVNI y el caldo de cultivo para que se gesten -a lo largo de 69 años- los fakes más descarados y la primera campaña de descrédito emprendida por un gobierno (USA) para negar la realidad tras el fenómeno OVNI. Esto último, un descarado ejercicio de desinformación, fue avalado desde la década de los noventa por una rigurosa investigación de campo que se eleva a categoría de documento científico a manos del ávido autor e investigador Javier Sierra (Roswell, secreto de estado). Donde el autor destapa un espectacular ejercicio de embaucadora propaganda acometido por el ejército, el gobierno y los medios de comunicación americanos al unísono.

Los datos en torno al caso, con sus más y sus menos, son de sobra conocidos por los estudiosos de este incidente. Pero el público en general ignora la trastienda del caso Roswell, con notables indicios que apuntan claramente y con poco margen de error a que algo verdaderamente extraño y extraordinario ocurrió allí durante 1947. El fraude premeditado y orquestado por Ray Santilli  -respecto a una autopsia que no era tal-  fue debidamente desmontado en el citado libro -tanto por Javier Sierra como por Josep Guijarro- pulverizando el poco interés que existía en la población mundial respecto al caso Roswell.

Y ahora, en nuestra época, otro evento similar a la presentación de aquel “revelador” film despertó el interés de la comunidad ufológica que veíamos como  unas polémicas diapositivas pretendían ser la prueba definitiva del evento Roswell.

Gracias a internet y las redes sociales, durante el pasado año 2015 tuve ocasión de seguir el desarrollo de la investigación en directo y meterme en el meollo desde el primer segundo. Algo inédito hasta la fecha. Recordemos las herméticas investigaciones que han dominado desde sus inicios el campo de la ufología. Algo está cambiando...

De hecho, en 2015 a raíz de esto se creó un grupo llamado “Roswell Slides Research Group (RSRG)” donde el investigador gaditano José Antonio Caravaca, en colaboración con otros expertos, llevó a cabo un riguroso análisis multidisciplinar que resolvió una trama orquestada en torno a unas dudosas diapositivas, cuyos expositores pretendían apuntalar como prueba definitiva de la presencia extraterrestre en la Tierra y, de paso, vincularlas al incidente Roswell. Un nexo que jamás existió más allá de la imaginación de sus promotores.

¡La encrucijada es tremenda! Sus entresijos imposibles de abordar en una nota tan breve como esta y el estudio publicado por Caravaca al respecto (Expediente Roswell, el informe definitivo. Ediciones Oblicuas 2016) revelador como ningún otro. Por eso no puedo más que recomendar vivamente su lectura. Pero al margen de la controversia que ha rodeado las diapositivas me quedo con ese “algo está cambiando...”

Caravaca lo ha definido del siguiente modo: “Sin pretenderlo, demostramos que esta novedosa forma de encarar la investigación ovni puede traer muchas satisfacciones a una disciplina que cada cierto tiempo se ve salpicada por un escándalo que le resta muchísima credibilidad de cara a la opinión pública. Sin querer menospreciar los evidentes adelantos originados por ufólogos independientes, queda claro que para abarcar o enfrentar determinadas investigaciones se hace indispensable elevar otro tipo de encuestas radicalmente diferentes a todo lo que habíamos visto hasta la fecha. El trabajo en equipo, la comunicación y la confrontación de opiniones opuestas se hacen indispensables para afrontar los desafíos de la investigación ovni de este siglo”.

Lejos quedan ya los archivos celosamente guardados en armarios y ficheros cuyo inevitable desenlace fue y será dormir el sueño del olvido. Por primera vez investigadores, científicos, escépticos y todo el que quisiera tuvimos la oportunidad de participar en una investigación en común, abierta y en directo; aportar, sumar, refutar, debatir, exponer puntos y contrapuntos y buscar juntos, entre todos y siempre en honor a la verdad. Lo cual derivó en la resolución de las diapositivas como lo que eran: otra falacia más que pretendía asentarse en el lecho de la comunidad ufológica con una praxis similar a la empleada por Santilli.

Como investigadores y divulgadores nos debemos al empirismo, algo que resumió con maestría el profesor Asimov cuando aseveraba: “Con la confianza en el juego limpio de la Naturaleza, el hombre necesitaba conseguir un sistema ordenado para aprender la forma de determinar, a partir de los datos observados, las leyes subyacentes. Progresar desde un punto hasta otro, estableciendo líneas de argumentación, supone utilizar la <<razón>>. Un individuo que razona puede utilizar la <<intuición>> para guiarse en su búsqueda de respuestas, mas para apoyar su teoría deberá confiar, al fin, en una lógica estricta. Para tomar un ejemplo simple: si el coñac con agua, el whisky con agua, la vodka con agua o el ron con agua son brebajes intoxicantes, puede uno llegar a la conclusión que el factor intoxicante debe ser el ingrediente que estas bebidas tienen en común, o sea, el agua. Aunque existe cierto error en este razonamiento, el fallo en la lógica no es inmediatamente obvio, y, en casos más sutiles, el error puede ser, de hecho, muy difícil de descubrir”.

Encontrar errores y falacias en la argumentación de cualquier hipótesis o razonamiento ha sido un ejercicio intelectual practicado desde antiguo. Ha ocupado a los pensadores griegos y llega con la misma fuerza hasta nuestra actualidad. De hecho, los fundamentos y reglas de la “lógica sistemática” fueron definidos en el siglo IV a. de J.C. por Aristóteles de Estagira, cuando resumió en sus escritos las bases de un razonamiento lógico.

Veinticinco siglos después, José Antonio Caravaca -junto con todos los partícipes de la investigación- da fe de ello con una exploración contundente y rigurosa de las evidencias que derribó los argumentos que pretendieron afianzar una realidad tras las “falsas” diapositivas de Roswell.

Algo está cambiando. Sí. Y si dejamos de mirar nuestro ombligo y colaboramos de forma activa, unos con otros y siempre en honor a la verdad, el fenómeno OVNI, sí o sí, será dotado del rigor científico que siempre se le ha reprochado como carencia. Haremos investigaciones cada vez más elaboradas y contundentes y, al mismo tiempo, evitaremos, como ha sucedido aquí, que una falacia se instale en el inconsciente colectivo y pase años reverberándose en el mundo de las paraciencias.

Obras como la que ocupa esta nota, son un claro ejemplo de ello. Es literatura que en el tiempo se convertirá en historia. Y si bien es cierto que jamás sabremos la realidad tras el incidente de Roswell, poseemos suficientes elementos de juicio para pensar que se nos oculta, desde el inicio de la era de la información, un conocimiento que trascenderá las bases actuales del conocimiento humano. Un saber que nos pertenece por derecho y que perseguiremos por los siglos de los siglos. Porque somos curiosos, inteligentes, sabios, inocentes, ignotos y torpes. Somos humanos y en la imperfección de nuestra conciencia reside nuestra belleza como especie. Una especie que merece mucho más y por esa razón la búsqueda seguirá, en adelante, con métodos más efectivos y elaborados.

Este libro constituye uno de esos documentos que todos los estudiosos debemos tener en nuestra biblioteca para, tal vez, explicarle un día a nuestros hijos: “Aquí, a raíz de este suceso, cambiamos nuestra metodología y la humanidad, al igual que un cardumen de peces, avanzamos juntos, moviéndonos todos a una, hacia nuevos parámetros del conocimiento. A partir de aquí, se produjo un despertar de conciencia sin precedentes que transformó por completo la investigación en el siglo XXI”.

Y un autor, José Antonio Caravaca, fue en parte responsable de ello.



COMPRAR EN AMAZON AQUI