Los
encuentros cercanos con OVNIs, o sea, la compleja escenografía de la que son
testigos centenares de personas que aseguran haber observado el aterrizaje de
un platillo volante y el desembarco de sus ocupantes, puede ser fruto, en
realidad, de una compleja «perturbación psíquica» de consecuencias imprevisibles. Esta sería resultado de una irrupción, súbita
e inesperada, por parte de sus protagonistas, en una realidad ampliada que de
alguna manera se «retroalimenta» de su inconsciente para plasmarse ante sus
ojos. Pero ¿cómo se produce esto? Estas experiencias se originan cuando una «entidad
psíquica» (el agente externo) que habita en esta porción de realidad desconocida
interacciona con la psique de los testigos, por circunstancias no aclaradas, y
es capaz de fabricar «capas» dimensionales efímeras que contienen los elementos
descritos en los incidentes ufológicos. En ese momento, la psique de los
observadores logra traspasar las barreras de la conciencia ordinaria, lo que le
permite, entre otras cosas, construir y añadir elementos en un escenario que se
erige en una zona fronteriza entre ambos universos. Y es que bajo ese «influjo»
los testigos pueden interaccionar con el medio (nuestra realidad), y con esa otra
realidad ampliada, de una forma totalmente diferente a la conocida creando su
contenido en ese mismo instante. ¿Realidades desconocidas? ¿extrañas entidades?
¿estados alterados de conciencia? Lo curioso de este planteamiento, es que, si
analizamos la casuística ufológica, sin apasionamientos, ni apriorismos, no
daremos cuenta que las experiencias OVNIs son muy similares a las vivencias
narradas por místicos, chamanes y visionarios desde hace siglos. Y es que existen
múltiples tradiciones chamánicas y místicas que relatan asombrosas inmersiones
en otros universos o reinos ocultos, donde, con diferentes lenguajes y
descripciones, nos describen encuentros con seres y entidades sobrenaturales,
personajes intermedios entre dioses y demonios, que habitan en un «mundo» que
no podemos percibir en nuestro estado normal de conciencia.
Juan Martín
Velasco en su libro «El fenómeno místico» (1999) se refería a la mística en los
siguientes términos: «El término “místico” es también utilizado para designar
ese mundo, esa “nebulosa”, de lo esotérico, lo oculto, lo maravilloso, lo paranormal
o parapsíquico del que se ocupan toda una familia de nuevos movimientos en los
que aflora culturalmente el cansancio que produce una civilización sólo
científico-técnica incapaz de responder a necesidades y aspiraciones muy
hondamente enraizadas en la conciencia humana. Nueva muestra de la extensión
del término a terrenos no religiosos, en virtud de una analogía funcional, es
la utilización del término en el sentido de compromiso total al servicio de
algo tomado por absoluto, como cuando se habla de la mística de la acción, la
mística humanitaria, la mística del comunismo o, incluso, la mística de la
aventura o de la velocidad. Pero incluso en el terreno religioso y en el
vocabulario teológico “mística” dista mucho de ser un término dotado de un significado
preciso. A finales del siglo pasado, W. Inge ofrecía veintiséis definiciones
diferentes que respondían a otras tantas comprensiones». Y aunque pensaba que
muchos de estos episodios podían tener una explicación convencional, también
defendía que había otros casos que eran mas complejos: «Frente a estas
explicaciones, una actitud razonable ante este tipo de fenómenos requiere toda
una serie de cautelas tanto teológicas como epistemológicas y científicas. Como
principio fundamental, una vez establecido con todo rigor el hecho y descrito y
analizado con la mayor precisión, no parece que tenga demasiada importancia
establecer si excede o no las leyes naturales, dado que es muy difícil
establecer en un momento dado si lo que aparentemente se sale del "comportamiento"
habitual de los fenómenos excede o no realmente el funcionamiento de esas
leyes. De hecho, el terreno de las relaciones del alma y el cuerpo, la mente y
el cerebro, lo psíquico y lo físico, que es el terreno en el que se sitúan la
mayor parte de los fenómenos místicos, abarca, más allá del campo de lo que
reconocemos como normal, una amplia zona de fenómenos paranormales de los que
la ciencia está todavía lejos de haber dado una explicación satisfactoria, pero
que ya sabemos que no es legítimo atribuir sin más a causas sobrenaturales.
Buscar la explicación psicológica o científica de tales fenómenos no significa
descartar absolutamente su origen “sobrenatural”». Aunque el autor no
descartaba la existencia de «Dios» detrás de estas manifestaciones. O lo que es
lo mismo a nuestro entender, dejaba la puerta abierta a otras posibilidades
«sobrenaturales». Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús (1515-1582) relata uno encuentro
con un misterioso ángel: «Vi a mi lado a un ángel que se hallaba a mi
izquierda, en forma humana. Confieso que no estoy acostumbrada a ver tales
cosas, excepto en muy raras ocasiones. Aunque con frecuencia me acontece ver a
los ángeles, se trata de visiones intelectuales, como las que he referido más
arriba . . . El ángel era de corta estatura y muy hermoso; su rostro estaba
encendido como si fuese uno de los ángeles más altos que son todo fuego. Debía
ser uno de los que llamamos querubines . . . Llevaba en la mano una larga
espada de oro, cuya punta parecía un ascua encendida. Me parecía que por
momentos hundía la espada en mi corazón y me traspasaba las entrañas y, cuando
sacaba la espada, me parecía que las entrañas se me escapaban con ella y me
sentía arder en el más grande amor de Dios. El dolor era tan intenso, que me
hacía gemir, pero al mismo tiempo, la dulcedumbre de aquella pena excesiva era
tan extraordinaria, que no hubiese yo querido verme libre de ella».
Los éxtasis religiosos están repletos de visiones y contactos con seres sobrenaturales (Bernardo Strozzi, Estasi di S. Teresa, Siglo XVII) |
Por su parte la italiana Eduviges (Edvige)
Carboni, (1880-1952) dijo que en una ocasión: «después de la comunión, me encontré
en un prado y, sobre un trono, vi a María Auxiliadora cubierta con un gran
manto. En la llanura había una borrasca tormentosa de viento y fuego. De
pronto, se presentó san Juan Bosco que corría en medio de la borrasca y llamaba
a hombres y mujeres a que se salvaran, poniéndose bajo el manto de María
Auxiliadora. Muchos miles corrieron a salvarse bajo el manto de María, pero
otros miles no quisieron entrar y se reían, burlándose de los que entraban 7ajo
el mito». En su libro «Los Fenómenos Físicos del Misticismo (1952)
el jesuita Herbert Thurston decía que: «En el estado místico ocurren realmente
cosas que son irreconciliables con las leyes naturales tal como se entiende
comúnmente», refiriéndose, concretamente a todos los componentes paranormales
que había registrado para su estudio y que eran muy difíciles de explicar. En
ese sentido, Juan Martín Velasco afirmaba que: «una mayor frecuencia de
fenómenos paranormales: levitaciones, inedia, visiones, etc., el recurso a
determinadas representaciones de Dios y de Jesucristo: maternidad de Dios, e
incluso de Jesucristo; proclividad a la valoración de lo corporal: los
sufrimientos de la pasión, la devoción a la eucaristía, centralidad del amor
vivido de la forma más intensa y con fuerte repercusión en el área de los
sentimientos y en la corporalidad».
Y en el
universo chamánico volvemos a encontrar los mismos patrones. En un artículo
denominado «Viajes místicos del chamanismo» (2009), Florian Yubero afirma que:
«Mircea Eliade, investigador rumano que realizó la primera recopilación sobre
el chamanismo y cuyos libros son textos clásicos obligados para su estudio,
define al chamanismo como la técnica del éxtasis o trance, y al chamán como el
gran especialista que tiene la capacidad de realizar viajes a la región de los
espíritus y desde allí puede armonizar la realidad. El éxtasis chamánico, al
igual que el de ciertas tradiciones religiosas, como el samadhi budista, el
fana sufí y el estado beatífico cristiano, es un estado de transporte a mundos
místicos para encontrarse supuestamente con espíritus, dioses o demonios,
incluye fenómenos clarividentes como voces y visiones, que facilitan la
orientación o información para alguna curación, para el crecimiento espiritual
ó la solidaridad en la comunidad». Mircea Eliade, en su libro «El Chamanismo y
las técnicas arcaicas del éxtasis» (1951) afirma que: «La técnica chamánica por
excelencia consiste en el paso de una región cósmica a otra: de la Tierra al
Cielo, o de la Tierra a los infiernos. El chamán conoce el misterio de la
ruptura de niveles. Esta comunicación entre las zonas cósmicas se ha hecho
posible gracias a la propia estructura del universo. El universo, en efecto, se
concibe, grosso modo, como constituido por tres regiones (Cielo, Tierra e
Inframundo), unidas entre si por un eje central (Axis mundi). […] Este eje pasa
por una abertura, por un agujero, y por este agujero los dioses descienden a la
tierra y los muertos bajan a las regiones subterráneas; así mismo, por él, el
alma del chamán en éxtasis puede subir o bajar durante sus viajes».
Los chamanes
están convencidos de la existencia de unos seres espirituales con los que
pueden entrar en contacto. Michael Harner en «La senda del chamán» (20017) expone
que: «Los Chamanes han sido llamados los que ven o la gente que sabe, en el
lenguaje de las culturas indígenas, porque están involucrados en un sistema de
conocimientos basados en experiencias de primera mano. El chamanismo no es un
sistema de creencias, […] los chamanes no creen en espíritus, los chamanes
hablan, interactúan con ellos. […] Esto es muy importante, porque el chamanismo
no es un sistema de fe». Amalia Bassedas en «Chamanismo: el legado de los
ancestros» (2005) describe que: «El desplazamiento de su espíritu fuera de los
límites de la realidad ordinaria, en dominio de sí, es la particularidad de su
práctica, su especialidad. Es mediante sus viajes, que el chamán entra en
contacto con el mundo de los espíritus y, de estos territorios paralelos,
recupera información que será trascendental para la prosperidad de la comunidad
y el mantenimiento del bienestar de sus miembros. […] En sus viajes ingresa a
una percepción y entendimiento expandidos, de la mano de sus maestros,
ayudantes y animales de poder, que lo aguardan para guiarlo hacia la información
que luego traerá a la realidad ordinaria, o Mundo medio, para ser trasmitida a
quienes la precisen. […] El chamán tiene la habilidad no sólo de realizar el
viaje, sino de transmitir certeramente el resultado de su exploración. […] el
mundo espiritual, la naturaleza y la humanidad se encuentran vinculados en
esencia. La destreza del chamán es reunirlos». Eliade habla de la luz mística: «Esta
luz mística la obtiene el candidato tras largas horas de espera, sentado en un
banco de su cabaña, dedicadas a invocar a los espíritus. Cuando la advierte por
primera vez "es como si la casa donde está desapareciera de repente; ve
muy lejos, a través de las montañas, exactamente como si la Tierra fuera una
dilatada llanura, y sus ojos llegan a los confines de la misma. Nada hay oculto
para él. No solamente puede llegar con sus ojos a lo más remoto, sino también
descubrir las almas robadas, aunque estén bajo custodia y ocultas, en extrañas
regiones alejadísimas, o aunque hayan sido arrebatadas o conducidas a lo más
alto o a lo más bajo del país de los muertos».
Bassedas también
señala algunas diferencias básicas entre el chamanismo y el misticismo religioso:
«Una comparación acude inmediatamente a nuestro pensamiento; la de los monjes,
místicos y santos en el seno de las iglesias cristianas. Pero no es necesario
forzar la comparación: a diferencia de lo que ocurre en el cristianismo (por lo
menos en su historia reciente), los pueblos que se declaran
"chamanistas" conceden una considerable importancia a las
experiencias extáticas de sus chamanes; estas experiencias les conciernen
personal e inmediatamente, porque son los chamanes quienes, valiéndose de sus trances,
los curan, acompañan a sus muertos al "Reino de las Sombras", y
sirven de mediadores entre ellos y sus dioses, celestes o infernales, grandes o
pequeños. Está restringida minoría mística no solamente dirige la vida
religiosa de la comunidad, sino que también, y en cierto modo, vela por su
"alma"».
Y dentro del
paradigma OVNI encontramos incidentes donde los testigos parecen adentrarse en
algunos estadios mentales análogos a los descritos en estas líneas. De hecho,
multitud testigos han experimentado extraños efectos mientras presenciaban el
fenómeno, como si los OVNIs controlaran su «mente», lo «sacaran» momentáneamente
de esta realidad, o, por ejemplo, los llevaran en «espíritu» a otra parte. Y es
que los investigadores han anotado que durante estos encuentros el tiempo
parece transcurrir de una forma diferente, y la «escena» parece ser solo
visible para el protagonista, aunque haya más personas en las inmediaciones. No
podemos olvidar, que la mayoría de los encuentros cercanos con OVNIs no dejan
pruebas físicas de su presencia, y la escena parece más bien algún tipo de
«proyección psíquica», con abundantes elementos oníricos y arquetípicos, que un
incidente provocado por astronautas extraterrestres. En una entrevista
realizada por Will Noffke al estudioso Terence McKenna en 1989, titulada «Conversación
sobre platillos voladores" afirmó que: «El OVNI es una idea destinada a
confundir a la ciencia porque la ciencia ha empezado a amenazar tanto la
existencia de la especie humana como la del ecosistema planetario. Este es un
momento en que se hace necesario un shock para la cultura, equivalente a lo que
fue el de la Resurrección para el Imperio Romano. Los mitos que se desarrollan
actualmente son similares a los mitos mesiánicos que precedieron la aparición
de Cristo. Son mitos de la intervención de una entidad superinteligente que
proviene de las estrellas para revelar la manera correcta de vivir. El OVNI
podría ser un disruptor de la ciencia a través de una serie de demostraciones
dirigidas a convencer a la mayor parte de la humanidad de que el propósito de
la historia es nada menos que la total inmersión en las enseñanzas del OVNI.
Una vez que este mensaje fuera arrojado a todo el mundo por medio de la
trasmisión por televisión, el OVNI podría simplemente desaparecer. Siguiendo la
estela de esa partida podría aparecer un tipo de histeria de abandono similar a
la que inundo las comunidades cristianas después de la Resurrección. Cesaría el
desarrollo de la ciencia. La religión OVNI-orientada corporizaría un arquetipo
de enorme poder, capaz de mantener el dominio del mimo modo que el cristianismo
que detuvo el desarrollo de la ciencia por mil años». Además, Mckenna hablaba
de las similitudes de las experiencias chamánicas y los encuentros con OVNIs:
«Los estados de mente chamánicos y los contactos con OVNI tienen perfiles que
pueden registrarse uno como la silueta de lo Otro. A niveles activos la
psilocibina induce imaginación visionaria de naves espaciales, criaturas
extrañas e información del exterior. Hay una cualidad futurista de
ciencia-ficción en la experiencia con psilocibina en general, que parece
originarse del mismo lugar que el moderno mito del OVNI (…) La fase posmoderna
de la especulación del OVNI reconoce que no es simplemente luz que se ve en el
cielo sino algo asociado con la psicología humana. Los investigadores han
determinado que las que ven OVNI son, en muchos casos, personas que pensaban
cosas raras e inusuales inmediatamente antes de verlos. El OVNI parecería
actuar como un catalizador ideológico para algún propósito (…) El OVNI es una
idea destinada a confundir a la ciencia porque la ciencia ha empezado a
amenazar tanto la existencia de la especie humana como la del ecosistema
planetario. Este es un momento en que se hace necesario un shock para la
cultura, equivalente a lo que fue el de la Resurrección para el Imperio Romano.
Los mitos que se desarrollan actualmente son similares a los mitos mesiánicos
que precedieron la aparición de Cristo. Son mitos de la intervención de una
entidad superinteligente que proviene de las estrellas para revelar la manera
correcta de vivir. El OVNI podría ser un disruptor de la ciencia a través de
una serie de demostraciones dirigidas a convencer a la mayor parte de la
humanidad de que el propósito de la historia es nada menos que la total
inmersión en las enseñanzas del OVNI. Una vez que este mensaje fuera arrojado a
todo el mundo por medio de la trasmisión por televisión, el OVNI podría
simplemente desaparecer. Siguiendo la estela de esa partida podría aparecer un
tipo de histeria de abandono similar a la que inundo las comunidades cristianas
después de la Resurrección. Cesaría el desarrollo de la ciencia. La religión
OVNI-orientada corporizaría un arquetipo de enorme poder, capaz de mantener el
dominio del mimo modo que el cristianismo que detuvo el desarrollo de la
ciencia por mil años».
Los encuentros cercanos con OVNIs tienen mas semejanzas con los episodios míticos y chamánicos registrados a lo largo de la historia que con civilizaciones extraterrestres. |
Por tanto, visionarios
y místicos en todo el mundo han reportado a lo largo de los siglos encuentros
con seres y entidades desconocidas que se manifestaban desde una realidad
paralela o ampliada. A tenor de todas estas informaciones es probable que en
determinadas circunstancias nuestra psique pueda ser arrastrada por un
desconocido agente externo hasta porciones desconocidas de nuestra propia conciencia
que nos conectan con ese otro universo invisible. Esta interacción provoca un «tsunami
psíquico» que nos sumerge, embriagando nuestros sentidos en una realidad más
allá de todo lo conocido. Y, probablemente, si nuestra psique fuera capaz de decodificar
convenientemente esta nueva realidad, alejándola de nuestros propios
conocimientos, anhelos, miedos, esperanzas, deseos, etc., que solo producen «interferencias
psicodélicas», podríamos acceder, seguramente, al conocimiento profundo y
atávico que nos ofrecen estas experiencias… más allá de
su significación visual y arquetípica…
JOSE ANTONIO
CARAV@CA
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