Quizás es
uno de los casos más bizarros y “románticos” de la literatura ufológica
española. Un clásico en toda regla ocurrido en plena efervescencia platillista
en nuestro país, que marcó a toda una generación de entusiastas y seguidores
del incipiente fenómeno de los No Identificados. Nos referimos al caso de la
Piedra Marciana. Un enigma de oscuros e inciertos orígenes que analizamos a
continuación…
“MARCIANOS” POR MADRID
Los lectores
de la capital madrileña se sorprendieron, aquella mañana del 5 de febrero de
1955 cuando leyeron en el diario “El Alcázar” el siguiente titular “Marte
coloca en Madrid su primera piedra”. Según se leía en las páginas del
periódico, en la madrugada del 17 de noviembre de 1954, Alberto Sanmartín, un
enfermero de 37 años, se despertó sobre las 3:00 horas de la madrugada aquejado
de un fuerte dolor de muelas. Tras tomar una aspirina decidió dar un paseo,
desde Cuatro Caminos hacia la Ciudad Universitaria (Madrid), como solía hacer
frecuentemente cuando las caries le molestaban. Se disponía a cruzar un puente,
tras pasar por la Casa Velázquez, muy cerca del conocido puente de los
Franceses, que desemboca en la antigua salida a la carretera de La Coruña,
cuando se topó con un curioso individuo de aspecto angelical “que irradiaba
bondad con la mirada”. “Parecía un piloto enfundado en un traje ceñido y
grisáceo. Era un mono como el de los aviadores, de una pieza y sin aberturas
(…) y las manos eran extremadamente alargadas y blanquecinas” describió a la
prensa el enfermero. Tras un breve intercambio de señas, el atónito testigo
interpretó que su “silencioso contertulio” procedía de otro planeta. El
“extraterrestre” sin mediar palabra alguna, bajó por una vereda perdiéndose
entre las sombras. A los pocos minutos volvió para entregarle a Sanmartín una
enigmática piedra rectangular. No había salido aun de su asombro, cuando el
supuesto “extraterrestre” se despidió con un gesto y enfiló de nuevo el camino
hacia el barranco. En esos momentos, tras escucharse un silbido, el enfermero
observa atónito como, desde las sombras, se eleva un objeto discoidal oscuro,
que se pierde en las alturas. De regreso a la pensión donde se alojaba, Alberto
Sanmartín examinó cuidadosamente el extraño “regalo” que había recibido aquella
madrugada. Bajo la luz mortecina de su habitación comprobó que se trataba de
una piedra de forma rectangular, de tonalidad violácea, muy ligera, de 12 cm de
largo por 4 cm de ancho y poseía nueve enigmáticas inscripciones grabadas en su
superficie.
Tras su
experiencia con el extraterrestre en el puente, el enfermero Sanmartín comenzó
su particular peregrinación con la piedra marciana (Denominada piedra Marciana
por la prensa, por la creencia generalizada, en la época, de que los
tripulantes de los platillos volantes procedían del planeta Marte.).
Anteriormente a la publicación en la prensa de la noticia, Sanmartín había
contactado y establecido amistad con un personaje que resultaría clave en toda
esta trama, Fernando Sesma, un aficionado a los OVNIs que comenzaba a ser
conocido en Madrid por una serie de artículos que había publicado en el diario
“Madrid” bajo el epígrafe de: “Los Platillos Volantes vienen de Otro Mundo”.
Alberto Sanmartín posando junto a la famosa piedra durante su estancia en Sudamérica... |
En su libro “Yo, Confidente de los Hombres del Espacio” (1965), Fernando Sesma rememoraba los acontecimientos de aquellos dorados años: “desde que estudié el enigma de los platillos volantes surgió mi primera y única vocación, que no ha cesado desde entonces ni un sólo día. En otoño de 1954 publiqué en el diario Madrid más de 30 artículos sobre este tema. Recibí gran cantidad de cartas y nació en ese mismo año la Sociedad Amigos del Espacio, de la que he sido presidente hasta fines de enero de este año 1965 (…) En 1956 publiqué un libro: La piedra de la sabiduría, que versaba sobre la interpretación de unas inscripciones geométricas que Alberto Sanmartín nos dijo haber recibido de forma misteriosa. Alrededor de este tema, que fue eje central durante varios años en la Sociedad Buru, se publicaron muchos reportajes, incluso fuera de España, y otros dos libros, uno del padre Machado, y otro del propio Sanmartín, en Sao Paulo, que es donde ahora reside”.
LOS
CONTROVERTIDOS ANALISIS
Cómo era de
esperar, poco tiempo tardo el asunto del peculiar “encuentro marciano” en
rellenar horas y horas de apasionadas tertulias en el Café Gijón y en los
sótanos del Café Lion, llamada la Ballena Alegre, donde se reunían, bajo el
auspicio de Sesma los primeros interesados en los platillos volantes de la
capital española. No en vano, de aquellas apasionadas reuniones surgieron enigmas
tan celebres como el affaire UMMO.
En compañía
del periodista Arcadio Baquero (que se encargó de difundir el suceso), Alberto
Sanmartín facilitó la piedra al Instituto de Mineralogía de Madrid para su
análisis. El experto consultado, el profesor Don Pedro García Bayón-Campomanes,
afirmó que la piedra: “es muy rara y da unas reacciones muy extrañas (…) partes
de ella es soluble y otras no lo son, tiene sabor salado y no contiene sales…”.
Sin embargo en otras líneas del reportaje se leía: “que era un carbonato
cálcico teñido”.
La supuesta "piedra marciana" |
El
investigador Pablo Villarrubia, en un artículo titulado “Alberto Sanmartín y la
extraña Piedra del Espacio” (2001) decía que: “El análisis más completo fue
llevado a cabo en Sao Paulo, Brasil. Sanmartín, en su libro (El embajador de
las Estrellas.1977), se comprometía a no mencionar jamás el nombre del
analista, de la persona que hizo de intermediaria y que le entregó el informe,
ni el nombre de la empresa en cuyos laboratorios fue efectuado el análisis
espectroscópico con fecha de 31/10/1969. El documento mostraba, resumidamente
que no había sido posible clasificar la especie mineral en el Catálogo de la
Sociedad Americana de Geología”.
“Datos
generales de la muestra:
-Peso:
18,9559 (tara), gramos (de la muestra entera recibida).
-Peso de la
muestra analizada: 1,48683 gramos.
-Después de
calcinada a 1.250ºC. 0,95173 gramos.
-Absorción
de H2O (en peso) 1,9420 gramos (en %) 16,94%
-Densidad
Inicial: 1,848 (tolerancia 0,0005 g/cm3) (más o menos)
-Tasa de
radiactividad (back ground): ninguna.
-Dureza:
indeterminada.
Calcio
(Ca)…………………..22,00%
Silicio
(Si)………………….33,00%
Magnesio
(Mg)………………….4,0%
Aluminio
(Al)………………….4,0%
Carbono
(C)……………………1,0%*
*(Al 2(CO3)
3-CaCO3 -MgCO3)
Titanio
(Ti)…………………..0,1%
Sodio
(Na)…………………….0,5%*
*(Na2 SO4
OH2O) Sal de Glauber
Manganeso
(Mn)…………………0,01%
Plata
(Ag)…………………….0,003%
Otros…………………………35,00%*
*Oxígeno
(O), Impurezas (35)
Compuestos
presentes:
Corindón…………………….(Al2
O3 H2 O)
(más del 50%
del aluminio está en el corindón)
Calcita
deshidratada…………..(CaCO3)
Magnesita
deshidratada…………(MgCO3)
Sílice………………………..(Al
2 (CO3)
Silicatos de
Aluminio deshidratados
Silicato de
Calcio
Silicato de
Magnesio
h)
Incongruencia: las pruebas llevan a la conclusión paradójica, diametralmente
opuesta, referente al origen del material: ser artificial o natural.
1) No puede
ser artificial, debido a la uniformidad constante.
2) No puede
ser natural, debido a la presencia de alúmina (Al O).
3) Tensión
de ruptura: de valor no determinado, pero constante, lo que indica que el
material no es artificial.
Conclusión
general: No fue posible clasificar la especie mineral en el Catálogo de la
Sociedad Americana de Geología”.
Otro
análisis encargado por Sanmartín, e incluido en el mismo libro, llegó desde
Alemania, desde el Instituto Minearológico de la Universidad de Hamburgo. El
Dr. Dieter Jung dictaminó que: “sólo fue posible determinar clorita y un poco
de carbonato (…) las características descritas indican que podría tratarse de
calcáreo blando consolidado y muy poroso, aunque fuertemente modificado
enseguida”. En el mismo informe se detecto en menor grado: circonio, cuarzo,
feldespato alcalino y biotita. Pablo Villarrubia pudo conseguir una copia más
amplia del citado análisis del Dr. Jung: “Sanmartín envió una muestra a un
veterano de la ufología brasileña y mundial, Walter Bühler, presidente de la
Sociedade Brasileira de Estudos de Discos Voadores (con sede en Rio de Janeiro)
quien, a su vez, la remitió a Alemania, a Anny Baguhn, del grupo hamburgués de
investigación de OVNIs (“DUIS”), con sede en Wiesbaden, la cual lo encaminó al
doctor Dieter Jung, del Instituto Mineralógico de la Universidad de Hamburgo.
Libro publicado por Sanmartín relatando su experiencia |
El resultado
del análisis fue publicado en la revista “UN-UFO Nachrichten. Bühler entregó
una traducción del análisis a Sanmartín y así rezaba: “En el microscopio, el
mineral presenta estructura porfídica, con una masa básica irregular de
granulación finísima. Conseguimos determinar cómo siendo cuarzo, feldespato
alcalino y biotita, con seguridad, algunas incrustaciones (macro-cristales de
hasta 0,2 mm). La mayoría de los macro-cristales, no obstante, ya fueron
eliminados por la atmósfera. Observamos también algunos granos de circonio. En
cuanto a la composición de la masa básica, sólo fue posible determinar clorita
y un poco de carbonato. No fue posible determinar con seguridad que uno de los
componentes, de color entre azul y morado, sea cordierita. (…) Las características
descritas (macro y microscópicas) indican que podría tratarse de calcáreo
blando consolidado y muy poroso (toba), aunque fuertemente modificado
enseguida. No es posible decidir, disponiendo apenas de la muestra que nos fue
enviada, si en el material calcáreo se encuentran también entremezclados
componentes no magmatógenos”. Villarrubia concluía que; “el análisis, en
resumen, parecía señalar una composición cercana a la de las piedras magmáticas
o volcánicas. Pero, ¿de dónde? Además, el circonio, un metal muy raro extraído
del circón, no había sido encontrado en los otros análisis. Este metal blanco
pertenece al mismo grupo del titanio y del hafnio”.
Tras la
efímera fama alcanzada por Sanmartín en España, en el otoño de 1956 se traslada
a Brasil llevándose consigo la preciada “reliquia marciana”. Y así, con el paso
de los años, la leyenda del caso se agrandó perdurando en la memoria colectiva
de los aficionados a los OVNIs, como un imborrable icono representativo de toda
una generación de pioneros en la investigación ufológica española.
UN ENCUENTRO
QUE NUNCA OCURRIO
No obstante,
décadas después comenzaron a surgir las primeras dudas… La secretaria de la
Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio BURU, creada por Fernando
Sesma, Hilde Menzel, conocedora como pocas del asunto de la “Piedra Marciana”
confesó al investigador Javier Sierra la verdadera historia del hallazgo de
Sanmartín, en su artículo “Los secretos del caso UMMO” (2001) : “La verdad es
otra a la publicada en El Alcàzar. Sanmartín era una persona que no creía en
eso de los platillos, ni sabía nada, ni le habían interesado nunca, pero
resultó que aquel día había ido a bailar con una chica, se despidió de ella en
Moncloa y entonces perdió el conocimiento. Cuando lo recobró estaba sobre el
Puente de los Franceses y vio que tenía la piedra en la mano… Años después,
Sanmartín marchó a Sao Paulo a trabajar, y allí escribió un libro titulado
Embajadores de las Estrellas, donde, siguiendo las indicaciones de Sesma de
inventar una historia que diese credibilidad a su relato, contaba la falsa
historia del extraterrestre y el platillo”. Hilde Menzel, ante los micrófonos
de Dimensión Limite, programa presentado por David Cuevas, afirmó tajantemente
que Sesma fue el “autor” intelectual del encuentro extraterrestre.
Según la
antigua secretaria de la Sociedad Buru, Fernando Sesma al conocer que la piedra
había aparecido de forma misteriosa e inexplicable, después de que el enfermero
perdiera el conocimiento cerca del Puente de los Franceses, le dijo a Sanmartín
que “tienes que buscarte una historia creíble, porque tal y como te ha ocurrido
no lo puedes contar”. Pero la pista de la participación de Sesma en la trama
fraudulenta de la Piedra Marciana podemos hallarla en los propios escritos del
contactado.
V. Zalbidea
y J. Lizar en su libro “OVNI Análisis de un contacto, documentos y mensajes
secretos” (1975) incluían una nota de Sesma que delataba claramente que los
orígenes de la famosa piedra no eran nada precisos: “llevo estudiando la Piedra
de Sanmartín y estudiando a Sanmartín desde hace dos años y cada vez estoy más
convencido de que es sincero o al menos , en el peor de los casos de que él
mismo ignora el origen de la Piedra y que se interesa tanto por conocerlo como
yo”. Más contundente aún si cabe, fue en su libro “Yo, confidente de los
Hombres del Espacio” (1965) cuando Sesma asegura, casi confiesa, bajo el
delatador titular: “La difícil historia de Sanmartín. ¿Fue entregada la piedra
a Sanmartín por un tripulante espacial, como afirmó, tal vez un poco obligado
por las circunstancias, o fue un aporte mágico? Mi opinión actual después de
tantos años (1965) es que Sanmartín tal vez encontró la piedra y nada más. Esto
no quiere decir, sin embargo, que su origen no sea extraterrestre o trascendente”
Fernando Sesma, sin pretenderlo se vio envuelto en algunos de los fraudes mas importantes de la ufología española. |
Estas
informaciones fueron ratificadas por el investigador José Juan Montejo, que
entrevistó a varios de los participantes de las famosas reuniones de Sesma,
comprobando que estos conocían perfectamente que el relato del encuentro con el
extraterrestre era un invento, y que probablemente partiera del propio Fernando
Sesma para hacer más “creíble” la historia del enfermero y encajarlas en las
creencias platillistas de la época. Las lecturas de los contactos de George
Adamski, coetáneo de los hechos, pudieron inspirar a Sesma en la descripción
del humanoide de cabellos rubios y de bondadoso aspecto.
Ignacio
Cabria García en su erudita obra “Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados”
(1993) denuncia abiertamente las irregularidades del caso del enfermero: “el relato
y las características de este encuentro insólito en España, mostraban, no
obstante, más que casuales semejanzas con el caso del famoso Adamski que, por
si no lo habíamos dicho también había recibió un mensaje con signos
indescifrables”. Cabria también se hace eco de las contradicciones de Sanmartín:
“cambiaba las versiones a su antojo, hasta llegar a confesar que la noche del
suceso no estaba sólo, sino en compañía de una chavala”. Y es que precisamente
en su libro “El embajador de las estrellas” (1977), Sanmartín no sólo no se
retracta de su primera versión de los hechos, sino que los amplia con mas
detalles fantásticos: “Durante varios días, anteriores a este acontecimiento,
venía experimentando una extraña sensación. Era como si alguien o alguna cosa,
ajena a mi voluntad consciente, estuviera dentro de mí haciéndome concebir
ideas desconocidas e inéditas para mí. Había ocasiones en que me parecía ver
con la imaginación paisajes maravillosos (…) otras veces eran atrayentes
ciudades las que creía percibir; hermosas ciudades de graciosos edificios
cupulares, siempre copulares de tonos blancos y dorados que brillaban al sol”.
Y así varios días hasta que llegó la famosa madrugada: “Estaba cómodamente
sentado en mi casa, leyendo un libro, cuando dichos pensamientos me asaltaron
con más fuerza y nitidez que nuca. Durante más de una hora, tal vez, permanecí
absorto en la contemplación de aquel mundo maravilloso e ignorado preguntándome
intrigado, qué especie de mundo sería aquel. Y de súbito percibí claramente que
alguien me llamaba”. Y de nuevo, la imaginación del enfermero “transforma” el
famoso dolor de muelas en una suerte de llamada telepática para que acudiera al
encuentro con el extraño humanoide.
Pese a que a
esas alturas de la trama, ya había confesado a muchos allegados españoles,
antes de marchar a Sao Paulo, como encontró la piedra, y a sabiendas que Sesma
fue quién le sugirió el encuentro extraterrestre. Sin embargo, en su periplo
literario en Sudamérica no dudaba en adornar aún más su experiencia de
contacto. Pablo Villarrubia habló con su viuda y ésta le explico los
“verdaderos” motivos del viaje de Sanmartín a Sao Paulo: “Casi dos años después
del encuentro con el supuesto extraterrestre, Sanmartín decidió marcharse a
vivir a Brasil. Él mismo declaró ante la Sociedad de Amigos de Visitantes del
Espacio, entidad presidida por Fernando Sesma en Madrid, que “aunque parezca
absurdo, tengo absoluta convicción de que en Brasil se producen hechos
sensacionales relacionados con los platillos voladores y con los
extraterrestres”. Amén, intuía fuertemente que existía una gran base
subterránea de OVNIs en la meseta central del país, más concretamente en el
norte del misterioso estado de Mato Grosso, donde desapareció en los años 20 el
famoso coronel inglés Percy Fawcett, de la Royal Society Geographic de
Londres”.
Su viuda Pacita le dijo a Villarrubia que: “Alberto se vino primero. Llegó al puerto de Santos el 2 de noviembre de 1956. Luego fue a Sao Paulo y en menos de un mes, en diciembre, organizó una expedición con tres amigos al Mato Grosso, aunque ellos no creyesen en platillos volantes. Estuvieron navegando por el Río Verde durante casi un mes pero, aparentemente, no localizaron dicha base ni ver OVNIs”…
Su viuda Pacita le dijo a Villarrubia que: “Alberto se vino primero. Llegó al puerto de Santos el 2 de noviembre de 1956. Luego fue a Sao Paulo y en menos de un mes, en diciembre, organizó una expedición con tres amigos al Mato Grosso, aunque ellos no creyesen en platillos volantes. Estuvieron navegando por el Río Verde durante casi un mes pero, aparentemente, no localizaron dicha base ni ver OVNIs”…
Pacita
también informó a Villarrubia que: “La piedra fue perdiendo su color intenso
poco a poco, y se hizo de un tono gris verdoso. Yo llegué a probar el gusto de
la piedra, y sabía a sal. A veces, al tocarla, sentía una sensación de
tranquilidad. Otras personas que la tocaron me dijeron lo mismo. Se asemejaba a
la piedra pómez, no, muy resistente y de apariencia esponjosa. Alberto, al
sacar varios fragmentos para análisis, acabó por dejarla muy fina y se partió.
Tuvo que pegarla, y las grietas quedaron visibles”. Al parecer una muestra de
la piedra fue enviada a Illinois (EE.UU.), al doctor Joseph Allen Hynek.
Pese a los
esclarecedores datos, que apuntaban hacía un evidente engaño perpetrado por el
enfermero madrileño, algunos investigadores seguían aferrándose a la “prueba
material” en poder del enfermero, cualquiera que fuese su origen, para
autentificar el episodio de la Piedra Marciana. Como aval de esta supuesta
realidad existían los análisis realizados a la roca, que entre otras cosas
habían demostrado que su constitución era muy extraña. De hecho era extendido
el rumor de que nadie había sido capaz de identificar el origen y composición
de aquella enigmática roca… hasta ahora…
ENTRE
BROMISTAS, CONTACTADOS Y DENTISTAS
A los pocos
días de la sensacional noticia de Arcadio Baquero, Don Pedro García
Bayon-Campomanes remitió una carta al director donde venía a decir que se
habían exagerado sus afirmaciones y que sólo había realizado un examen muy
superficial de la piedra. Recordar que las conclusiones del experto citadas en
el diario madrileño decían que la piedra era: “un carbonato, probablemente
cálcico”. Por su parte el mineralogista brasileño Rui Ribero Franco, en 1969 le
había indicado a Sanmartín que la roca podía ser un tipo de cemento. ¿Pero pudo
elaborar Alberto Sanmartín la famosa Piedra Marciana?.
Si la
historia del supuesto encuentro con el aviador de otro mundo era un fraude
confeso y reconocido “entre líneas”, hasta por el propio Sesma, era lógico
pensar que el “regalo marciano” podía correr la misma suerte. El investigador
José Juan Montejo siguió la pista de la Piedra del Espacio durante años y le
llevo hasta el controvertido parapsicólogo José Luis Jordán Peña, el creador
del asunto UMMO. Según le confesó en una entrevista a Montejo, cuando Jordán
Peña llegó a Madrid, a mediados de los años cincuenta, conoció a un camarero
que le dijo que junto al enfermero idearon la fabricación de la piedra
utilizando para ello: “cascaras y otros restos de crustáceos, gambas y
langostinos”.
Reunión en la Ballena Alegre. Fernando Sesma en el centro de la imagen. |
Este curioso comentario del creador del mito UMMO, según las investigaciones efectuadas por Montejo, coincide con otra historia que conoció por boca de José Fernández, un habitual de las reuniones de la Ballena Alegre en la década de los sesenta. Al parecer, varios amigos que trabajan en el mundo del cine, y que se reunían en el Café la “Sirena Gorda”, y donde participaba también Fernández, gustaban de realizar todo tipo de bromas. Inspirándose en el caso del enfermero, este grupo decidió fabricar una segunda “Piedra del Espacio”. Para ello, cocieron en el horno de un restaurante, restos de cocina, como cascaras de gambas, langostinos y hasta raspas de pescados. El objetivo de la broma era engañar a Fernando Sesma. Aunque la “segunda roca” pudo realizarse con estos materiales, los análisis efectuados sobre la piedra de Sanmartín no coinciden con los elementos utilizados por los amigos de la “Sirena Gorda”. Probablemente la trama de este grupo de bromistas, fue la que conoció Jordán Peña a posteriori y lo confundió con la elaboración de la primera roca, de ahí, probablemente, la más que palpable semejanza de ambas historias. Pero ¿que “ingredientes” pudo utilizar Alberto Sanmartín para conformar su “regalo marciano”?…
Entre los materiales que pudieron ser utilizados para la fabricación de la Piedra del Espacio, el autor del reportaje ha comprobado que el Alginato y el yeso de uso odontológico reúnen muchos de los componentes químicos detectados en los diferentes análisis a los que ha sido sometida la roca. Sobre todo el Alginato, utilizado para realizar vaciados de dentaduras y de propiedades elásticas, destaca por su color violáceo muy similar al tono original de la piedra de Sanmartín. La composición básica, dependiendo de las diferentes presentaciones del Alginato, es la siguiente: “Alginato de potasio (sal sódica), Sulfato de calcio, Sulfato Sódico, Glicol argónico, Oxido de zinc y magnesio, Fluoruro de titanio y potasio, Tierra de diatomeas (polvo de silicato) y Fosfato de sodio”. Por su parte el yeso dental está compuesto por: “Sulfato de Calcio y Cloruro de Calcio”.
También suelen utilizarse retardadores o acelerantes de la mezcla, a conveniencia del facultativo, compuestos de “Cloruro de Sodio” y “Sulfato de Sodio, Floruro Potásico y Titanio” respectivamente. Además, el Alginato es un compuesto extraído de algas marinas, de la Algina, y por tanto su composición al mezclarse con el yeso (para darle rigidez) y otros materiales químicos, pudieron confundir a algunos expertos que indicaban que: “las pruebas llevan a la conclusión paradójica, diametralmente opuesta, referente al origen del material: ser artificial o natural. No puede ser artificial, debido a la uniformidad constante. No puede ser natural, debido a la presencia de alúmina”. La hipótesis del Alginato como colorante parece tener su correspondencia en la roca, ya que con el paso del tiempo, la piedra de sanmartín perdió su coloración y tomo un color “gris verdoso”
También pudo utilizar una mezcla a base de Alginato y cemento dental entre cuyos elementos podemos encontrar los siguientes componentes químicos: “Fosfato de Zinc, Fosfato de cloruro de Magnesio, Fosfato de Aluminio, Fosfato de Cobre, Fosfato de Plata y Silicato o silicofosfato”
Además, curiosamente, otros de los componentes más raros al parecer encontrados en la piedra era el Corindón. Material (con un color peculiar rosado) que utilizan los dentistas para poner a punto sus herramientas, y que se presenta en dos formatos, en polvo o en una piedra para afilar instrumental. Entre los elementos coincidentes entre la Piedra Marciana y los expuestos anteriormente hallamos los siguientes: “Calcio, Magnesio, Corindón, Titanio, Sodio, plata, Sal de Glauber”. De la misma forma coincide con las características apreciadas por los expertos, que señalaban que la Piedra del Espacio era un “tipo de cemento” o “calcáreo blando”
Pero aún hay más elementos sospechosos en la historia. Alberto Sanmartín en la época del incidente era enfermero y decía sufrir intensos dolores de muelas ¿pudo en alguna de las visitas realizadas al dentista observar estos materiales y orquestar, impulsado por su vívida imaginación todo su engaño?. Al mezclar varios tipos de componentes químicos se aseguraba la dificultad que entrañaría a los analistas intentar identificar el material con que se había realizado la piedra. Además como enfermero cabe la posibilidad que, en la mezcla para fabricar la piedra, antes de solidificarse añadiera o espolvoreara todo tipo de elementos químicos procedentes de los laboratorios o almacenes del Sanatorio donde trabajaba. De hecho las personas que vieron la Piedra del Espacio en 1954, comentaban que tenía pequeñas motas amarillas repartidas en toda su superficie. Pero existen más circunstancias curiosas en torno a esta hipótesis, tal y como hizo saber al autor del reportaje el investigador Pablo Villarrubia, en una ocasión que entrevistó a Hilde Menzel, ésta le había contado que hace años realizaron una copia de la Piedra Marciana y la encargaron precisamente a un dentista, que la fabricó con “un material que ellos emplean para realizar prótesis”…
Alberto Sanmartín había sido, además de enfermero en el Sanatorio “Las Flores”, eventual actor de cine colaborando en algunas películas durante su estancia en Madrid y finalmente agente comercial en Brasil. Pero su gran afición era escribir guiones de cine, obras de teatro, cuentos, poesías y novelas. Quizás de estas inquietudes “literarias” surgió la idea para crear todo el engaño de la piedra grabada. Teniendo en cuenta que los 9 símbolos contenidos en la Piedra Marciana, no han revelado, pese a los estudios realizados sobre los mismos, ningún tipo de contenido o mensaje, destacando sobre todo por su simplicidad.
Fernando Sesma y Alberto Sanmartín fueron imprevistos “cómplices” en la trama fraudulenta de la Piedra del Espacio. Aunque el principal artífice y responsable del engaño fue Alberto Sanmartín con la creación de la roca grabada y ocultándole su fraudulento origen a Sesma. Por su parte, el popular contactado decidió completar la historia del enfermero sugiriéndole que inventara un encuentro extraterrestre en la madrugada madrileña, inspirándose en las experiencias de Adamski, para dar mayor “credibilidad” a su, aparente, desconcertante hallazgo. No obstante, Fernando Sesma, alma cándida como pocas, y cuyo lema era “creérselo todo mientras que no se demuestre lo contrario”, siempre mostró signos de remordimientos de su exagerada “insinuación”, y en sus escritos y comentarios daba evidentes signos que estaba algo arrepentido de ello, aunque, si creyera por otro lado, engañado por Sanmartín, que la piedra era verdadera y tenía un origen sobrenatural.
Sin embargo no deja de ser llamativo, que a sabiendas que muchos participantes de las reuniones de Sesma conocían que el episodio del extraterrestre era falso, Sanmartín, sin pudor alguno, insistiera en ello en su libro, incluso añadiendo mayor cantidad de detalles ficticios. Pero ¿cual pudo ser el germen de todo este entramado?. El investigador José Juan Montejo está convencido que la idea original del enfermero pudo ser buscar publicidad y notoriedad. Aunque quizás los objetivos de Sanmartín se le escaparon de las manos con la irrupción de Sesma y sus acólitos… Lo que si queda meridianamente claro en esta fantástica historia es que, probablemente, si surgió de un dolor de muelas…
JOSE ANTONIO CARAV@CA
Este artículo
fue publicado originalmente en la revista EL OJO CRITICO Nº 76 que dirige el investigador y escritor Manuel Carballal. Descargar aquí...
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