En un video titulado "¿SON LOS OVNIS UNA AMENAZA PARA LA HUMANIDAD?", que podéis encontrar en mi CanalDistorsión, cuestiono abiertamente la idea de que los OVNIS o los Fenómenos Anómalos No Identificados (UAPS), como se los define actualmente, representen un peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos o incluso para la humanidad en su conjunto. A mi juicio, esta premisa, debidamente insertada en esta nueva narrativa que se sucede desde 2017, es una premisa falsa y una simple coartada para otros propósitos, ya que no existe evidencia alguna que respalde que estos fenómenos tengan la menor intención de hacernos daño. Y aunque es obvio que han existido incidentes en los que los observadores han sufrido consecuencias negativas tras un encuentro OVNI, no podemos colegir de manera concluyente que estos eventos estén enmarcados dentro de una letal conspiración contra nuestra raza. Además, la idea de que los OVNIs son una amenaza fue impulsada por personas como Robert Bigelow, con el objetivo de obtener financiamiento para investigaciones, porque las instituciones militares, de inteligencia y políticas mostraron reticencia a respaldar este tipo de investigaciones abiertamente. Y es que tanto el AAWSAP como el AATIP, los grupos formados desde 2007 para estudiar los informes UAPS dentro del organigrama del Departamento de Defensa, han centrado su atención en cuestiones de seguridad de cara a la galería, para elevar una gran mascarada para evitar ser descubiertos de sus verdaderas intenciones que no eran otra que estudiar el fenómeno OVNI. Y esta postura ha reforzado la narrativa de amenaza en muchos sectores del gobierno. Además, está meridianamente claro que el estigma OVNI ha sido utilizado de manera indirecta por potencias extranjeras como una distracción para ocultar amenazas reales a la seguridad nacional que antes pasaban desapercibidas. Los incidentes registrados en perímetros militares, zonas de pruebas o emplazamientos nucleares pueden tener una segunda y tercera lectura asociada al nuevo panorama geoestratégico mundial. Por lo que la nueva narrativa UAP utiliza el fenómeno UAP como una herramienta para avanzar agendas militares y políticas. No en vano, países como España, Francia, México y Brasil, entre otros, no consideran que los UAPS sean una amenaza real.
Lo más grave a mi
entender es que figuras clave en este juego, como Lue Elizondo y Christopher
Mellon, que han trabajado en defensa e inteligencia, sabían perfectamente que
los OVNIs no representaban una amenaza para la humanidad, pero utilizaron esta subterfugio
para poder discutir el tema sorteando obstáculos burocráticos, de inteligencia,
científicos y mediáticos a sabiendas que resucitar el tema OVNI era complicado
sin introducir nuestros elementos en una narrativa trillada. Tampoco podemos
olvidar que la percepción de que los UAPs
pueden ser un peligro ha sido influenciada por la cultura popular,
especialmente en Estados Unidos, donde desde la década de 1950 la ciencia
ficción ha retratado a los extraterrestres como virtuales invasores hostiles.
En mi opinión, todo este enfoque ha sido utilizado y derivado para justificar entre
otras cosas, el gasto en armamento y tecnología militar. Desde 2017, el interés
en los OVNIs ha aumentado exponencialmente en todos los ámbitos de la sociedad,
y sobre todo lo ha logrado al empotrar dos conceptos: la posibilidad de que
estos fenómenos estén relacionados con una inteligencia no humana y que su
presencia en nuestros cielos puede representar una amenaza para nuestra
supervivencia. Sin embargo, esta representación del fenómeno como un peligro responde
más a intereses estratégicos y financieros que a una realidad basada en hechos.
Finalmente, es muy
posible que el estigma que existe sobre el fenómeno OVNI ha servido como una
cubierta para amenazas reales, como el espionaje de terceros países que han
pasado desapercibidas hasta el toque de atención de AAWSAP y AATIP que puso de
relieve la existencia de cientos de avistamientos inexplicados y potencialmente
amenazadores. Por tanto la amenaza no hay que buscarla en pérfidas entidades
desconocidas sino en la propia acción terráquea, tanto a nivel militar como en
la quizás, más perturbadora opción, en la ingeniera social para implantar
determinadas ideas y conceptos.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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