La narrativa surgida en los Estados Unidos en torno a los denominados "OVNIS del Pentágono", desde 2017, ha seguido un patrón característico.
Cada cierto tiempo surgen noticias que siguen una hoja de ruta que se cumple a rajatabla. Este esquema se ha repetido con las famosas filmaciones de UAPs (Fenómenos Aéreos No Identificados), el revuelo de los globos espía, y más recientemente con el caso de los UFOdrones.
Estos son los patrones detectados:
1.- Eventos iniciales ambiguos:
Se presentan hechos poco claros, abiertos a una amplia variedad de interpretaciones. Estas interpretaciones van desde explicaciones convencionales, como fenómenos naturales o tecnológicos, hasta teorías más especulativas y controvertidas. Reina la incertidumbre.
2.- Cobertura Mediática:
Los medios, sobre todo inicialmente las redes sociales, comienzan a reportar estos hechos de manera fragmentada y con escasa verificación, lo que contribuye a una narrativa confusa sobre los eventos ya que se incluye mucha información falsa.
3.- Silencio de las autoridades:
Las autoridades pertinentes optan por no emitir declaraciones claras en las primeras etapas, a pesar de disponer de información que podría esclarecer los incidentes. Este silencio institucional fomenta y amplia especulaciones.
4.- Propagación de rumores:
La falta de datos concretos provoca la viralización de rumores en redes sociales y medios digitales, los cuales son retomados por la prensa generalista sin un análisis riguroso.
5.- Proliferación de teorías explicativas:
Surgen múltiples teorías que intentan explicar los hechos, desde las más racionales hasta las más extremas. Esta diversidad de explicaciones alimenta una narrativa caótica y fragmentada.
4.- Involucramiento de las autoridades:
Eventualmente, las autoridades gubernamentales deciden intervenir en la discusión pública. Este involucramiento suele venir precedido por la presión mediática y social ante su pasividad.
5.- Reconocimiento de incertidumbre por las autoridades:
En sus primeras declaraciones oficiales, las autoridades admiten no tener una explicación clara sobre los hechos observados, lo que refuerza la percepción de misterio e incertidumbre.
6.- Conclusiones oficiales no determinantes:
Tras un período de días o semanas, las instituciones gubernamentales concluyen que los eventos no representan un peligro significativo, aunque insisten en continuar investigando bajo el argumento de "seguridad nacional". En esta etapa, se busca minimizar cualquier componente que pueda ser percibido como anómalo o inexplicable.
7.- Las autoridades cierran la puerta:
Las autoridades, de manera implícita o explícita, dejan entrever que los eventos han sido el resultado de histeria colectiva, desinformación y rumores sin base sólida, haciendo ver que las noticias sobre posibles fenómenos anómalos son ridículos y sin base científica alguna.
8.- Persistencia del misterio:
A pesar de las conclusiones oficiales, los eventos iniciales (punto 1) rara vez son explicados de manera satisfactoria, dejando un vacío narrativo que alimenta sospechas sobre la posible ocultación de información relevante al público, lo que alimenta las teorías de conspiración y el escepticismo ciudadano.
Conclusiones
Lo ocurrido en las últimas semanas con el tema de los UFOdrones en Estados Unidos pone de manifiesto una realidad realmente inquietante: una brecha cada vez más evidente entre buena parte de la sociedad civil norteamericana y las autoridades.
Mientras los despachos oficiales intentan arrojar luz sobre el asunto, muy tarde y con ninguna claridad, la imaginación colectiva encuentra refugio en teorías de la conspiración que se expanden como pólvora por redes sociales y foros de internet.
¿El resultado?
Un cóctel perfecto para la desconfianza y la manipulación. Porque cuando los relatos oficiales no son convincentes o llegan fragmentados, es mucho más fácil que las personas se alineen con narrativas alternativas, algunas de ellas más cercanas a la ciencia ficción que a la realidad. La idea de un estado profundo que oculta la verdad crece a pasos agigantados...
Este fenómeno no es algo nuevo cuando se trata de 0VN1S en Estados Unidos, pero los eventos recientes han alcanzado un nivel diferente.
Las autoridades, con una aparente falta de efectividad que raya en lo ridículo, han contribuido a intensificar la histeria colectiva, la confusión y la alarma en lugar de disiparlas.
Lo curioso es que, a pesar de lo surrealista que pueden parecer estas teorías, ofrecen algo que muchos sienten que falta en los discursos oficiales. Crece la idea de que existe "una gran verdad oculta".
En un mundo saturado de información y desconectado de la confianza en las instituciones, esas "verdades alternativas" son terreno fértil para quienes buscan dividir, distraer o manipular la opinión pública.
Un contexto de incertidumbre y miedo siempre termina justificando medidas extraordinarias: el aumento del gasto en defensa, la implementación de sistemas de vigilancia más estrictos y un control más profundo sobre la población. En este escenario, la narrativa del "peligro inminente" se convierte en un arma muy poderosa. Para las agencias de inteligencia, el departamento de Defensa y el Pentágono, esto podría traducirse en más fondos, más influencia y menos rendición de cuentas.
Para un amplio número de estudiosos la explosiva combinación de desinformación, temor colectivo y decisiones gubernamentales poco transparentes no solo amplifica la paranoia en la población, sino que también refuerza la percepción de que se está dirigiendo una operación de ingeniería social desde las sombras con algún fin.
Pronto sabremos más de esta hoja de ruta...
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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