domingo, 30 de marzo de 2014

“LUMINARIAS” QUE MATAN

 
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El 21 de octubre de 1917, Nicolás Sánchez Martín, regresaba en compañía de las hermanas María y Josefa Iglesias de una visita al mercado de Ahigal, en dirección al pequeño pueblo de Cambroncino (Cáceres) donde los tres residían. Por el camino, en mitad de la noche, observan a lo lejos una extraña “luz” muy brillante que parece merodear por la zona. Las mujeres atemorizadas, deciden quedarse a dormir en Rivera Oveja, y esperar prudentemente a la mañana para reanudar su viaje. Sin embargo Nicolás decide continuar el camino pese a la existencia de aquel furtivo “lucero”. Aquella decisión tendría fatales consecuencias. .
 
 El pequeño pueblo de Cambroncino fue escenario de un "trágico" encuentro con lo desconocido.

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Montado en su mula se encamina hacia un pequeño riachuelo, obligado paso para llegar a Cambroncino, donde precisamente la pequeña “luminaria” se ha quedado estática, impidiéndole el paso. Blandiendo su cuchillo, Nicolás grita a la “luz” pensando que pueda tratarse de alguna suerte de alma errante o ser maligno. Sin embargo, la enigmática luz se dirige hacia nuestro protagonista colocándose entre las patas del animal. Juliana Expósito, familiar directo de Nicolás, afirmó al investigador J. J. Benítez en la década de los ochenta, que la “luminaria” golpeó al testigo haciendo que éste cayera de la mula. Sin embargo fue incapaz de explicar que mano invisible había sido la causante de la caída. Tras unos segundos de intensa angustia y terror, el animal encabritado consigue zafarse de la “bola luminosa” y Nicolás con un gran susto en el cuerpo consigue llegar a su domicilio. Su mujer Estefanía dijo que su rostro “tenía el color de la cera”, y que se sentía indispuesto por lo que cayó enfermo en la cama.
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La extraña luminaria avanzó en dirección a Nicolás, colocándose sobre las patas de su mula. Entonces una fuerza invisible golpeó al testigo, tirándole de la montura. (Cortesía J.J. Benítez).
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A los nueve días del incidente, el infortunado testigo murió, a los 39 años, entre fuertes dolores y extrañas hemorragias que intentaron ser cauterizadas por el medico con un pequeño artilugio (denominado botones de fuego) cuya punta era de hierro incandescente. El Dr. Víctor Sánchez Hoyos comentó que el fallecimiento se debió a una neumonía. Aunque los vecinos y familiares comentaban que la muerte estaba relacionada con su fatal encuentro con la luz, ya que hasta ese día la salud de Nicolás era extraordinaria. De hecho en el acta de fallecimiento, redactada por el párroco Vicente González Montero, no se especifica la causa de la muerte: “sin que se exprese el género de muerte la papeleta del juzgado” se lee textualmente en el documento recuperado por el periodista navarro y que publicó en su clásica obra “La Quinta Columna”.
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Lugar donde tuvo lugar el fatídico encuentro. Fotografiado por el autor del reportaje en 2004.
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Algunos expertos, como J.J. Benítez afirmaban que el testigo estuvo expuesto a algún tipo de “radiación ionizante” de “baja frecuencia” que le causó la muerte. De ahí que presentara lesiones en la piel, lógicamente la zona mas afectada por la poca penetración de las radiaciones emitidas supuestamente por la luminaria.
Benítez especula con la posibilidad de que las lesiones que presentaba Nicolás se infectaran, provocando una septicemia y derivando posteriormente en una bronconeumonía que le llevó a la muerte. De hecho los vecinos de Cambroncino aseguraban que a Nicolás se le “heló la sangre” aquella noche. La inexistencia de confirmación oficial por un fallecimiento muy común en la época (neumonía), pudo deberse a la extrañeza de los síntomas cutáneos (quemaduras, hinchazón, sangrado, etc) que observó el Dr. Sánchez Hoyos en el paciente.
Lamentablemente nunca lo sabremos con seguridad.
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UN PRECEDENTE EN EL SIGLO XIX
Curiosamente, repasando varia documentación histórica, encontramos que el periódico El Contribuyente ofrecía la siguiente sensacional noticia a sus lectores el 17 de marzo 1897, teniendo extraordinarias similitudes con el incidente de Cambroncino:.

El autor descubrió esta noticia en el periódico El Contribuyente fechada en 1897.
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“Recoge un periódico de Vitoria que los vecinos de Yurre, Antesana, Lipidana y otros pueblos están sobrecogidos de espanto a causa de una luz misteriosa que aparece por las noches en las cercanías de aquellos lugares. Es una especie de globo luminoso que desprende lucecitas pálidas que vagan por el aire o se detienen en las puntas de las ramas secas. El globo en cuestión se distingue a gran distancia y ha sido visto por varias personas. Se dice que una persona curiosa que salió a la ventana a contemplarlo, hubo de cerrarla precipitadamente, pues en cuanto el fenómeno la vio [ya habrán comprendido los lectores que se trata de un fenómeno] se dirigió hacia ella, sin duda con intenciones nada buenas. El hecho ha dado origen a suposiciones fantásticas, resucitando las antiguas leyendas de brujas, y en cuanto llega la noche ya están los sencillos aldeanos de aquellos contornos con los pelos de punta, excepto los calvos. De Vitoria han salido algunas personas para presenciar el fenómeno.”
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JOSE ANTONIO CARAV@CA


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