sábado, 14 de agosto de 2021

“LOS OVNIS SON UN DIVERTIMENTO SIN BASE CIENTÍFICA”

 






Eso es al menos lo que asegura el escritor Joel Achenbach en un polémico artículo publicado en el «Washington Post» titulado «Queridos terrícolas: dejen de obsesionarse con los OVNIS» (11/08/2021) donde asegura que no existe ninguna evidencia sobre los denominados OVNIS del Pentágono. Para Achenbach, licenciado en Ciencias Políticas, la creencia en los visitantes  extraterrestres es poco menos que un pasatiempo carente de interés científico y del que nunca se va extraer ninguna información trascendental. Pero si analizamos el texto de este reconocido escéptico en materia OVNI comprobaremos que su crónica está repleta de tópicos y, sobre todo, de un nulo convencimiento de que detrás de cualquier avistamiento OVNI, por muy contrastado que esté, incluso por medios técnicos, halla absolutamente nada extraordinario digno de estudio. Vayamos por pasos.

Para empezar, como es usual en muchos negadores profesionales, comienza su escrito con desdén demostrando una extraña dualidad atracción/repulsión con el tema de los OVNIS. Por un lado parece que fuera una molestia ocuparse de un asunto sin la mayor importancia, casi ridículo, aunque por otro lado admite que siempre está ojo avizor a cualquier noticia que se produzca en torno a los No Identificados: «Los amigos y colegas me han instado a que escribiera algo sobre los OVNIS, porque el tema vuelve a estar de moda y yo soy una especie de reportero de los extraterrestres en plantilla». Suele ser habitual que los escépticos imaginen que sus peroratas son esperadas por legiones de lectores y que tienen más repercusión de la que verdaderamente tienen. Pero lo más sorprendente es que este perfil de «pensadores» no tienen reparos en admitir públicamente que están cerrados en banda, demostrando una inexistente «imparcialidad», en admitir algo extraño en el fenómeno OVNI. El porcentaje de Achenbach es elogiable: «Mi fuerte sospecha es que el número de avistamientos de OVNIs que implican seres alienígenas reales, del espacio profundo, con los tentáculos, antenas y más, es cero. Yo pondría la probabilidad en 0,0000 y luego añadiría algunos ceros más, antes de finalmente, a regañadientes -porque soy tan flexible intelectualmente- poner un pequeño 1 en algún lugar a la derecha, un centinela solitario, porque ¿Quién sabe? (Sí, estoy diciendo que hay una posibilidad)». Un triunfo del sano escepticismo, una posibilidad después de un batallón de ceros. Aunque inmediatamente reconoce que la notoriedad de los OVNIS a nivel popular es imparable ya que el escepticismo se «vende» muy mal: «Sin embargo, esta postura escéptica es la más aburrida. Una mejor historia sería que, después de todas estas décadas como escéptico, me he convertido, porque la reciente racha de avistamientos de OVNIS me ha persuadido de que estos son, de hecho, naves espaciales de algún otro lugar del universo, o tal vez del futuro, que incluso podrían ser humanos que vienen del futuro, como estudiantes de posgrado que obtienen su doctorado en paleoantropología. Esta es una historia mucho más buena». Con la excusa de los marcianitos verdes borran de un plumazo cualquier indicio de anomalía en un fenómeno tan amplio. E incidiendo en su negacionismo a ultranza, el imperterrito Achenbach insiste en sus afirmaciones: «La narrativa clásica de los OVNIS -la conjetura interesante, la de los seres extraterrestres- implica una montaña de incógnitas e interrogantes. Hablamos de naves espaciales escurridizas pilotadas por seres desconocidos, de biología desconocida, que utilizan tecnologías desconocidas. Cuyos motivos son desconocidos. Y que vienen de... alguna parte. Y que ahora mismo están... ¿escondidos? ¿Observándonos? Su ubicación no puede ser discernida porque tienen tecnologías especiales para el camuflaje. Pero que, afortunadamente, no son perfectas, lo que permite a los pilotos militares verlos, a veces, e incluso captarlos en vídeos de mala calidad». Con la excusa de que ninguna idea es tan sugerente como la hipótesis extraterrestre, y menos una que lo niegue, el periodista concluye que la mayoría de la gente seguirá creyendo en alienígenas. Pero cuando se tiene que referir al famoso informe UAP entregado al congreso de los Estados Unidos inmediatamente desvía la atención: «Convengamos en que las bolsas de plástico, los pájaros, los cristales de hielo, la humedad y las fluctuaciones térmicas no son explicaciones emocionantes para las observaciones misteriosas. Lo que es emocionante son las naves espaciales extraterrestres. Por eso el Times, al cubrir el informe de inteligencia, escribió: "No había ninguna prueba afirmativa de que los fenómenos inexplicables sean naves espaciales extraterrestres en el informe. Pero como el gobierno no ha ofrecido ninguna explicación para tantos de los episodios, el nuevo informe seguramente alimentará el entusiasmo de quienes creen que podrían serlo." Esto es cierto, pero hay que tener en cuenta que el informe de inteligencia no menciona realmente "naves espaciales extraterrestres" ni nada por el estilo. No sólo no aporta "pruebas afirmativas" de tales vehículos extraterrestres, sino que no aborda el tema». 

Es autor de libro "Captured by Aliens: The Search for Life and Truth in a Very Large Universe" (1999): "El periodista del "Washington Post" Achenbach -autor de "Why Things Are" y comentarista de la National Public Radio- sitúa el debate sobre los extraterrestres en el contexto del programa espacial, los descubrimientos astronómicos y el hambre de significado y alimento espiritual en una época en la que la ciencia a menudo no proporciona las respuestas que la gente desea. Descubre que el tema de la vida extraterrestre está envenenado por las ilusiones, por el anhelo de establecer contacto con nuestros hermanos del espacio".






Y sobre los incidentes UAPS más extraños Achenbach se los despacha, como no podía ser de otro modo, en un momento y sin pestañear: «El informe de inteligencia señala que un pequeño subgrupo de los UAP "presenta características de vuelo inusuales", y los defensores de los OVNIS dicen que estos vehículos se mueven de manera que desafían las leyes de la física. A mi entender, esto sugiere una explicación prosaica, que es la percepción errónea, el mal funcionamiento de los instrumentos, etc. Sin embargo, no se puede descartar lo contrario: No podemos arrogarnos la suposición de que las leyes físicas conocidas son incontrovertibles o exhaustivas. Pero soy reacio a escribir sobre objetos que desafían la física porque ya estoy bastante ocupado cubriendo historias que implican cosas que obedecen las leyes de la física. No creo que esto haga que el alcance de mi periodismo sea demasiado estrecho». A continuación el periodista establece una argumentación curiosa para consolidar sus ideas: «Una cosa que descubrí mientras informaba sobre mi libro es que la gente que cree en ideas que yo encontraba extremadamente improbables no estaba loca ni era inculta. Ni tampoco desinformados. También investigaban. Simplemente procesaban la información de forma diferente. Tenían diferentes fuentes de información. Utilizaban diferentes factores y estimaciones de probabilidad en sus ecuaciones mentales cuando buscaban respuestas. Así que sus respuestas eran diferentes a las mías. Podían tener razón. Yo podría estar equivocado. (Pero yo tengo razón)». No estaría mal recordarle al arrogante licenciado que aceptar la existencia de un fenómeno inexplicado no lleva implícito creer en la existencia de alienígenas con tentáculos y antenas en la cabeza. Pero no obstante, parece que el único propósito de Achenbach es demostrar que los UAPS no son nada interesantes desde el punto de vista científico: «El escepticismo sobre los OVNIS puede confundirse a veces con el antropocentrismo, una especie de arrogancia biológica. La cuestión de si el avistamiento de un OVNI implica una nave espacial alienígena real puede convertirse, con una velocidad de vértigo, en un debate filosófico, con una crítica de fondo. El creyente le dice al escéptico: "¿Así que crees que en todo el universo, entre miles de millones y miles de millones de galaxias, cada una con miles de millones y miles de millones de estrellas e incontables planetas, los humanos somos la única forma de vida inteligente?". Un complemento a esto es la afirmación de que, entre los seres inteligentes del universo, los humanos son probablemente relativamente primitivos, ya que sólo hemos existido durante, qué, 100.000 años o así, y los Antiguos de ahí fuera pueden estar miles de millones de años por delante de nosotros».  Pero si aun no ha quedado evidenciado que el periodista persigue descontextualizar el objetivo central de la supuesta petición de sus legiones de fans, llevando la discusión al terreno más especulativo y sensacionalista, su siguiente párrafo es esclarecedor: «Lo que es más antropocéntrico es asumir que los seres humanos somos tan fascinantes que los extraterrestres quieren visitarnos y estudiarnos. Los extraterrestres parecen un poco obsesionados con nosotros. No se trata de viajes turísticos. Algunos relatos de ovnis imaginan que tenemos algo que a los extraterrestres les falta. Como: sentimientos. Cuando estás condenado a vivir como un reptiliano inteligente de Rigel vas a recorrer un largo camino para conseguir un poco de ADN humano cálido y difuso. Otro tema común es que los humanos fuimos, de hecho, diseñados por los alienígenas. Somos su preciada creación. En este escenario, no sólo somos una especie de primate de gran éxito (hasta ahora). ¡Somos súper especiales! Eso está sacado del Libro del Génesis». Y en medio de todo este barullo de conceptos e ideas aparece otro clásico de estos debates: «La ecuación de Drake es una herramienta muy útil para pensar en las probabilidades. Desarrollada por el astrónomo Frank Drake en los primeros años de la radioastronomía, proporciona una estimación del número de civilizaciones extraterrestres que son comunicativas. Es decir, si giramos un instrumento, como un receptor de radio, hacia el espacio profundo, ¿qué probabilidad hay de que recibamos una señal? Lo inteligente de la ecuación de Drake es que no pretende dar una respuesta, porque muchos de los factores no se conocen. No sabemos la probabilidad de que la vida aparezca en un planeta, ni la probabilidad de que evolucione hasta convertirse en formas de vida inteligentes y comunicativas que consigan permanecer mucho tiempo. Volviendo a Gould: Cuando le pregunté sobre la vida inteligente más allá de la Tierra, me respondió: "No hay datos". Esto era cierto entonces, y sigue siéndolo hoy, con la advertencia de que los astrónomos han descubierto que los planetas son comunes, y muchos parecen ser pequeños planetas rocosos similares a la Tierra. La abundancia de hábitats plausibles para la vida aumenta las probabilidades de que la vida sea común y, por lo tanto, tenga muchas oportunidades de alcanzar -mediante el ensayo y error de la selección natural- la complejidad y quizás la inteligencia». Al final de su exposición concluye con solemnidad que: «Mi hipótesis es que la vida inteligente está ahí fuera. Lo que ocurrió en la Tierra probablemente ha ocurrido, u ocurrirá, en otros mundos, quizás con frecuencia. Pero esto es sólo una corazonada. No es una creencia. Y, desde luego, no es una prueba de que esos UAP que flotan por ahí sean extraterrestres. Sin embargo, creo en un montón de otras cosas. Creo en la utilidad de la ciencia. Creo en las notas a pie de página. Creo en la revisión por pares. Creo en el valor de la experiencia. También creo que mantener opiniones provisionales y potencialmente sujetas a cambios no es un signo de debilidad intelectual, sino de modestia intelectual. Y creo que el futuro nos sorprenderá. Podría llegar un día en que establezcamos contacto con los Antiguos. Pero mientras tanto, los OVNIS son una diversión. Tenemos preocupaciones más urgentes que merecen toda nuestra atención. Los virus. Los seres humanos. La biosfera. La vida terrestre. Y nunca demos da sentado que alguien del espacio va a salvarnos». Bravo por el sano y justo escepticismo.

 

 





JOSE ANTONIO CARAV@CA

 

Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.

2 comentarios:

  1. Hola, Jose. Soy Oscar Ferreyra, de Mendoza, Argentina. Como estas?. Cuales son tus proyectos?. Estuve en un cafe temático de ovnis, aqui en Mendoza. Ahora encaro la investigacion-mejor dicho el estudio ufologico- de manera privada, y archivistica, y como analista integral. Un saludo, cordial, desde Argentina.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Oscar, actualmente estoy enfrascado en mi ultimo libro que espero pueda salir en breve publicado....

      saludos

      Eliminar