Sean Kirkpatrick asegura que durante su mandato en el AARO (Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios) no ha encontrando ninguna evidencia de actividad extraterrestre en los numerosos informes de avistamientos que su grupo pudo recopilar y estudiar para el Departamento de Defensa. Para el experto no existen pruebas de ninguna de las extraordinarias afirmaciones o acusaciones que circulan sobre lo que el gobierno oculta sobre los UAPS: "La historia de los conspiracionistas es más o menos así: "Los EE.UU. han estado ocultando e intentando realizar ingeniería inversa de hasta 12 UAP/OVNIS desde la década de 1960 y quizás antes. Este gran encubrimiento y conspiración no produjo ningún resultado destacado y, en consecuencia, se abandonó el esfuerzo para que algunos contratistas de defensa del sector privado continuaran el trabajo. Tiempo después, continúa la trama, esos contratistas del sector privado quisieron volver a poner todo el programa bajo los auspicios del gobierno estadounidense (USG). Al parecer, la CIA detuvo esta supuesta transferencia al Gobierno de Estados Unidos. Todo esto carece de pruebas que lo corroboren, pero, por desgracia, la creencia en una afirmación es directamente proporcional al número de veces que se transmite y al número de veces que se repite, no a los hechos reales".
Además, acusa a un grupo de creyentes, con Robert Bigelow a la cabeza, de promover creencias irracionales dentro del AATIP y de algunas esferas del gobierno, que fue el inicio de toda esta controversia en torno al origen más exótico de los UAPS. Kirpatrick manifiesta que todos los actores que han participado en la campaña pro-extraterrestre del fenómeno se conocían desde principios de la década del 2000 y que se han dejado influenciar por sus propias convicciones y no por el material obtenido de sus pesquisas: "En primer lugar, no existe ningún registro de que ningún presidente o líder vivo del Departamento de Defensa o de la comunidad de inteligencia supiera de este supuesto programa, ni ningún comité del Congreso que tuviera tal conocimiento. Esto debería decir mucho si este caso siguiera el procedimiento típico, porque es inconcebible que un programa de tal importancia no haya sido informado a las 50 a 100 personas en la cima del Gobierno de los Estados Unidos durante las décadas de su existencia".
Para ello han elaborado un informe que lo deja muy claro en palabras del exdirector del AARO: "El informe demuestra que muchas de las acusaciones que circulan descritas anteriormente se derivan de divulgaciones inadvertidas o no autorizadas de programas legítimos de EE.UU. o investigación y desarrollo relacionados que no tienen nada que ver con cuestiones o tecnología extraterrestre. Algunas son tergiversaciones, y otras se derivan de creencias puras y sin fundamento". En sus conclusiones finales Kirpatrick afirma que: "Algunos miembros del Congreso prefieren opinar sobre los extraterrestres ante la prensa en lugar de recibir información basada en pruebas sobre este asunto. Los congresistas tienen la responsabilidad de demostrar su capacidad de pensamiento crítico en lugar de buscar protagonismo. En el momento de mi partida, ninguno, permítanme repetirlo, ninguno de los "denunciantes" conspiracionistas a la vista del público había decidido acudir a AARO para aportar sus "pruebas" y declaraciones para que constaran en acta a pesar de las numerosas invitaciones. Cualquiera que prefiera ser sensacionalista ante la opinión pública que aportar sus pruebas a la única organización establecida por ley con todo el proceso legal y el marco de seguridad establecido para protegerles a ellos, su privacidad y la información, y para investigar e informar de sus hallazgos, resulta sospechoso".
"Here’s What I Learned as the U.S. Government’s UFO Hunter" (19/01/2024) Scientific American
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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