Casi nunca se pone sobre la mesa la profunda fractura que la
nueva narrativa sobre los UAP (Fenómenos Anómalos No Identificados) está
generando en el seno de la comunidad ufológica norteamericana. El renovado
interés del Pentágono y las revelaciones oficiales en torno a la existencia de avistamientos
inexplicables, ha avivado tensiones en un ámbito que ya de por sí tiende a
estar polarizado en posturas encontradas.
En este contexto, a raíz de 2017, han surgido diferentes bandos encabezados por
figuras prominentes —los llamados "popes" mediáticos—, cada uno
intentando erigirse como la voz autorizada y legítima en la divulgación de
estos hechos.
Las disputas no solo giran en torno a la interpretación de la
información desclasificada, sino también sobre quién merece el reconocimiento
como un interlocutor válido en esta nueva era de transparencia sobre los UAP.
La pugna tiene profundas raíces en egos, intereses personales y, en muchos
casos, rivalidades históricas dentro de la comunidad ufológica norteamericana,
donde cada uno quiere ser el primero en ofrecer la exclusiva definitiva.
De algún modo, la lucha por "colgarse la medalla"
está eclipsando el verdadero propósito de estas discusiones: esclarecer un
fenómeno que, más allá de las disputas internas, parece que está sirviendo para
instalar una nueva narrativa a dictado de los servicios de inteligencia. Una
hoja de ruta que pasa desapercibida en medio de las hostilidades redes sociales.
Mientras tanto, no cuesta imaginar, que en un recóndito despacho
del Departamento de Defensa, imaginamos que altos funcionarios observan con
satisfacción estas “batallitas” que allanan el camino para sus propias
estrategias de control narrativo. Las polémicas y discusiones no solo desvían la
atención del público y los medios generalistas, sino que también ofrece un
terreno fértil para la implementación de tácticas de ingeniería social. Al
permitir que el foco se centre en estas tensiones internas se evita una discusión más
amplia y profunda, y permite a las agencias de inteligencia mantener el
fenómeno UAP bajo un control sutil, asegurándose de que las verdaderas
implicaciones —ya sean de seguridad nacional, tecnológicas o derivadas de la
existencia de inteligencias no-humanas— sigan siendo opacas y muy confusas para
el resto de los mortales.
Nada nuevo bajo el sol de la inteligencia norteamericana que
donde mejor se mueve en un mar de desinformación…
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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