Lo único que se necesita para seguir fomentando esta nueva
narrativa UAP son misterios ambiguos. Los llamados "UFODRONES"
surgieron como un enigma que deambulaba entre el esperpento y lo
extraordinario, lo suficientemente abierto como para que los escépticos lo
consideren una broma o una exageración, mientras que los creyentes lo vean como
una pista crucial de algo trascendental. La clave está en diseñar la narrativa
con precisión: no das demasiados pistas, pero tampoco dejas que el tema sea tan
vago que carezca de peso. Del resto se encargan las redes sociales de forma
altruista. El misterio comienza a propagarse de forma viral. Y en medio de esta
vorágines de datos incontrolados, los escépticos encuentran suficiente madera
para ridiculizar a los creyentes (aviones tomados por UAPS) y los creyentes por
su parte encuentran algún caso anómalo que enarbolan a los cuatro vientos.
Realmente cada grupo refuerza al otro. Los escépticos se sienten más seguros en
su incredulidad al ver a los creyentes emocionarse, mientras los creyentes
encuentran en el rechazo de los escépticos la confirmación de que “algo
importante se está ocultando”. La polarización comienza a tomar forma. Luego,
en el momento justo, ni antes ni después, cuando el misterio alcanza su punto
más álgido, las autoridades que no se han pronunciado de forma rotunda hasta el
momento para no interrumpir el clímax, levantan la mano. Sobre la mesa ponen
una respuesta simple y definitiva. Como por ejemplo ha ocurrido anteriormente
con los globos chinos. En el caso que nos ocupa dicen que todos los
"drones" observados tenían permisos. Algo que claramente es falso.
Sin embargo la contundencia de la respuesta corta el devenir del debate de
manera tajante, pero en lugar de resolver el conflicto, lo intensifica.
Los escépticos, ahora armados con una solución
"infantil", sienten que tienen la sartén por el mango y los
creyentes, lejos de aceptar la respuesta, ven la simplicidad como una señal
de encubrimiento. "Es demasiado fácil", dirán. "Esto solo
confirma que hay algo más grande detrás". Así, lo que parecía un cierre
lógico del tema no solo no apaga la polémica, sino que aviva el fuego de ambos
lados. Esto es ingeniería social en su forma más pura. Al manipular la
percepción y las emociones de ambos grupos, creas una dinámica que se perpetúa
por sí sola. Los creyentes y los escépticos se convierten en engranajes de una
maquinaria que no necesita intervención externa para mantenerse en marcha y
estar distraída en asunto menores o inexistentes.
En esencia, consigues algo muy efectivo:
1.- Mantener el foco
de la atención colectiva en aquello que te interesa.
2.- Promover discusiones centradas en detalles irrelevantes o
secundarios.
3.- Utilizar a ambas partes para impulsar las dos
perspectivas del problema: el rechazo a la existencia de
"extraterrestres" y la convicción de que son reales.
El fenómeno iniciador de la campaña pasa a un segundo plano,
independientemente de su naturaleza, ya que lo que interesa es el impacto que
provoca en lo social y lo mediático el volumen de información generada: Las
creencias.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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