Debo ser cuidadoso con lo que digo y ceñirme a lo que ha sido aprobado en mi libro. No se me permite ir más allá. Lo que he dicho es que el gobierno de Estados Unidos posee material exótico que parece no haber sido creado por seres humanos. Ahora bien, ¿son estas cosas extraterrestres? Todas las opciones deben estar sobre la mesa hasta que ya no lo estén. (Luis Elizondo. Entrevista de Johnny Dodd para People 21/09/24)
En un tiempo en que las informaciones sobre supuestos
visitantes extraterrestres, naves ocultas en hangares y programas secretos de
ingeniería inversa son presentadas con seriedad en audiencias ante el Congreso
estadounidense, una reciente investigación del Wall Street Journal ha sacudido
por completo las bases de esta nueva narrativa.
La revelación gira en torno a "Yankee Blue", un
supuesto programa OVNI clasificado del Pentágono que, lejos de tratarse de una
unidad secreta de recuperación de tecnología alienígena como se presentaba,
habría sido una elaborada maniobra de desinformación interna. Según la Oficina
de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO), "Yankee
Blue" nunca existió como un proyecto oficial. Lo que sí existió, y durante
décadas, fue un ritual de iniciación o "novatada" en la que a
oficiales recién llegados se les entregaban fotos falsas de ovnis y se les
decía que participarían en un programa ultrasecreto. Firmaban acuerdos de
confidencialidad y recibían instrucciones de no hablar jamás del asunto. El
engaño, increíblemente, habría afectado a cientos de personas entre 1980 y
2023. La conclusión de los periodistas Joel Schectman y Aruna Viswanatha, era
contundente: gran parte de la información que manejamos actualmente es producto
de ese montaje. El informe del AARO de 2023 afirmaba: “La creencia de que el
gobierno oculta tecnología extraterrestre es, en gran medida, resultado de un
circuito cerrado de testimonios entre personas que ya creen en ello, sin
pruebas verificables.”
Como era de esperarse, la publicación del reportaje provocó
un auténtico terremoto dentro de la comunidad UAP. Numerosos investigadores
reaccionaron de inmediato, asegurando que no hay evidencia concreta que
respalde la existencia de ese supuesto programa fantasma. Que esta noticia era
una nueva forma de desviar la atención sobre lo verdaderamente importante, la
realidad UAP. Pero más allá de esta discusión, parece claro que lo narrado por
el Wall Street Journal se alinea con mucho de lo observado en estos últimos
años. Es fundamental considerar los acontecimientos ocurridos desde 2017 hasta
hoy, especialmente a la luz de las numerosas declaraciones de denunciantes que
han surgido en este período.
Lo primero que llama la atención, es la notable uniformidad
de los relatos difundidos por estos supuestos informadores que han tenido
acceso a la gran verdad oculta sobre los UAPs. Desde David Grusch hasta Jake
Barber, pasando por Luis Elizondo, todos los testimonios orbitan sobre los
mismos ejes: cuerpos extraterrestres recuperados, naves intactas bajo custodia
del gobierno, ingeniería inversa de tecnología no humana, y una conspiración
oficial para ocultar todo rastro. Pero ninguno de estos actores se sale del
guión conocido.
LOS RELATOS
David Grusch (exoficial de inteligencia de la
Fuerza Aérea y la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial) ante el
Congreso (26 de julio de 2023) comento que: “Fui informado, en el ejercicio
de mis funciones oficiales, de un programa de recuperación y retroingeniería de
UAPs que lleva décadas en marcha, al cual se me negó el acceso.” También
declaró: “He sufrido represalias por hablar, pero confío en que esto
conduzca a una mayor transparencia.” Tambien aseguró que: “Durante cuatro
años, he entrevistado a más de 40 testigos y tengo conocimiento de las
ubicaciones exactas donde se guardan los ovnis”. En entrevista con Ross
Coulthart el 11 de junio de 2023 comentó que: “Tienen naves espaciales de
origen no humano… y un buen número de ellas”.
Por su parte Jonathan Grey (oficial del Centro
Nacional de Inteligencia Aérea y Espacial - NASIC) en artículo de Moohita Kaur
Garg publicado el 6 de junio de 2023: “El fenómeno de inteligencia no humana es
real. No estamos solos… La recuperación de este tipo de objetos no es exclusiva
de Estados Unidos. Es un fenómeno global.”
Luis Elizondo (exdirector del programa AATIP del Pentágono) durante la
audiencia del 14 de noviembre de 2024 afirmó que: “El exceso de secretismo ha
derivado en abusos graves contra servidores públicos leales, personal militar y
la sociedad… todo para ocultar que no estamos solos en el cosmos.” También
expuso que: “Un pequeño grupo dentro del gobierno ha creado una cultura de
supresión e intimidación que yo mismo he experimentado.” "El gobierno
de Estados Unidos ha estado involucrado en la recuperación de objetos,
vehículos de origen desconocido que no pertenecen ni a nuestro país ni a ningún
otro país extranjero del que tengamos conocimiento (...) como nación hemos
estado interesados no solo en los vehículos, sino también de los ocupantes de
estos vehículos, incluyendo especímenes biológicos".
Jake Barber piloto de la fuerza aérea en entrevista con Coulthart (16/01/2025) admitió que: “En los últimos dos años, los miembros de alto rango del grupo de trabajo UAP me han confirmado que lo que estábamos trabajando esa noche era, de hecho, NHI (inteligencia no humana) y no fue una experiencia única".
Tim Gallaudet (almirante retirado y exadministrador de la NOAA) en la
audiencia congresional del 14 de noviembre de 2024 expuso: “Concluí que la
información UAP estaba clasificada dentro de un programa de acceso especial al
que ni siquiera yo, con mi rango, tenía acceso.”
Christopher Mellon en el medio Político (2023): “Siempre he creído que el
público tiene derecho a saber si nuestro gobierno tiene pruebas de que algunos
UAP son de origen extraterrestre… Revelar este secreto beneficiaría mucho a
nuestra nación e, incluso, a la humanidad”
Tim Burchett (Tennessee, Cámara de Representantes, marzo de 2023):
“Lo hemos estado encubriendo desde los años 40… no confío en el gobierno, hay
una arrogancia al respecto, y creo que el pueblo estadounidense puede
aguantarlo.” Y añadió: “posiblemente están siendo retroingenierizados ahora
mismo… tenemos una nave recuperada en algún momento, y posibles seres.”
CUANDO LA COINCIDENCIA NO ES SINONIMO DE VERACIDAD
Precisamente lo más dudoso de estas “confesiones” es la
coincidencia de patrones:
1.- Coincidencia absoluta en los argumentos: La historia
es la misma en todos los casos. Todos los testimonios parecen derivar de una
misma fuente —o peor aún, de un guion cuidadosamente elaborado.
2.-
Falta de datos independientes o contrastables: Ningún denunciante ofrece
información nueva, referencias cruzables o elementos que se salgan de la
estructura narrativa ya conocida.
3.-
Ausencia de nombres y detalles verificables: No se aportan nombres
concretos, documentos, ni pruebas directas que permitan validar sus
afirmaciones.
4.-
Menciones vagas a terceros no identificados: Cada denunciante afirma
conocer a muchas personas involucradas en proyectos secretos, pero evita
cualquier identificación precisa.
5.- Menciones vagas a grandes documentos y pruebas: Del mismo modo estos denunciantes
aseguran o dan a entender que han visto material esclarecedor sobre el fenómeno
UAP.
6.- Uso constante de
cláusulas de confidencialidad como escudo: Las afirmaciones se quedan en la superficie, siempre
justificadas por la imposibilidad legal de revelar más información.
7.-
Información unidireccional y controlada: La narrativa fluye siempre en
una sola dirección, sin sorpresas, sin contradicciones, sin nuevas
revelaciones. No hay sorpresas. No hay contradicciones. No hay grandes
revelaciones. Todo encaja demasiado bien. Esa homogeneidad resulta sospechosa.
Muy sospechosa.
Esta coherencia interna no refuerza necesariamente la
veracidad de los testimonios como apuntan algunos investigadores, sino que sería
una evidencia de que todos han estado expuestos a la misma fuente. Y lo más
inquietante es que todo señala a que la narrativa creada en torno a los UAP ha
sido construida desde dentro de los propios aparatos de inteligencia. No sería
la primera vez que una estructura de seguridad nacional alimenta mitos
funcionales, tanto para desviar la atención como para manipular a sus propios
miembros y así contaminar a la opinión pública.
Tampoco resulta extraño que estos denunciantes se presenten
ante los medios profundamente convencidos de sus relatos, ya que su testimonio
bien podría ser el resultado de un engaño sistemático y perfectamente ejecutado.
Una creencia moldeada tras años de exposición a narrativas meticulosamente
construidas y dosificadas por organismos de inteligencia. Muchos de estos
informantes parecen haber sido engañados tan profundamente que han
interiorizado como reales relatos creados artificialmente dentro de los
pasillos del poder. Esa creencia personal les otorga una convicción genuina, lo
que paradójicamente refuerza su credibilidad ante la prensa o los
investigadores ovnis. Realmente no están mintiendo.
¿CÓMO FUNCIONAN LOS CANALES DE DESINFORMACIÓN?
Es perfectamente plausible que, en el marco de estas operaciones,
políticos, militares, funcionarios o agentes de inteligencia pudieron haber
sido los vehículos iniciales para difundir esta información. Una vez que estas
narrativas comienzan a circular fuera de su origen, de manera aparentemente
espontánea, se vuelve casi imposible rastrear su vínculo con los servicios de
inteligencia. Se convierte en un rumor genuino. En una supuesta filtración de
seguridad. Y ahí radica precisamente la clave: lograr que la desinformación se
propague de forma natural, como si fuera auténtica. Para ello, es probable que
se haya identificado a personas especialmente receptivas al tema —aquellos con
afinidad por lo paranormal o lo conspirativo—, sabiendo que serían más
susceptibles a interiorizar y diseminar ese relato sin cuestionarlo.
A través de supuestas filtraciones, denunciantes manipulados
y el refuerzo de ciertos relatos dentro
de canales mediáticos y legislativos, se habría creado una mitología funcional.
Una que impide diferenciar entre desinformación, creencia personal y hechos
comprobables.
¿EXISTE YANKEE BLUE?
En última instancia, la verdadera pregunta no es si “Yankee
Blue” existió realmente, sino comprobar que las prácticas que se describen
coinciden notablemente con lo que hoy está sobre la mesa. Es muy probable que
estemos ante décadas de manipulación institucionalizada que no solo ha afectado
a militares y agentes, sino también a senadores, periodistas, investigadores y
al público en general. Al mismo tiempo, no podemos descartar que esta
desinformación haya servido para encubrir la existencia de un fenómeno aún más
desconcertante, algo que escapa por completo a nuestro marco de comprensión. Si
es así, estaríamos frente a una operación de ocultamiento tan sofisticada como
perturbadora. “Yankee Blue”, como se decía en la película JFK de Oliver Stone con respecto al asesinato de Kennedy es: «Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma»
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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