jueves, 31 de julio de 2025

EL MISTERIOSO MONOPOLIO DEL GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS SOBRE LA NARRATIVA OVNI

 




En un mundo totalmente globalizado donde la información circula con inmediatez, es como mínimo llamativo —e incluso sospechoso— que la conversación pública y oficial sobre los OVNIs (o UAPs, Fenómenos Anómalos No Identificados, como ahora se les denomina) haya estado dominada casi exclusivamente por los Estados Unidos desde los orígenes de este enigma en 1947. Si realmente estuviésemos siendo visitados por inteligencias no humanas, revelar al mundo un hallazgo de tal magnitud, sin duda la noticia más trascendental en la historia de la humanidad sería un acto del que cualquier gobierno querría atribuirse el mérito. Colgarse la medalla.

Entonces, ¿por qué ningún otro país parece querer o poder asumir el protagonismo de este descubrimiento monumental? Ni Rusia ni China competidores feroces de los Estados Unidos han entrado en esta carrera por la gloria. Esta asimetría plantea más preguntas que respuestas.

¿Cómo es posible esto? Analicemos que causas podrían explicar este panorama:

¿UN ACUERDO GLOBAL DE SILENCIO?

La primera hipótesis que algunos plantean es la existencia de algún tipo de acuerdo internacional para mantener el asunto en secreto. Sin embargo, esta posibilidad tropieza con un problema fundamental: la falta histórica de coordinación global entre naciones en casi cualquier otro ámbito relevante. En un mundo donde no se logra consenso ni siquiera sobre el cambio climático o conflictos bélicos, ¿es verosímil pensar que más de 190 países guarden silencio coordinado sobre algo tan colosal como la presencia de inteligencias no humanas en la Tierra?

¿Y SI SIMPLEMENTE NO EXISTEN?

La opción escéptica lo tiene claro. Los OVNIs no existen como fenómeno inteligente o extraordinario, sino que son malinterpretaciones, errores de sensores, ilusiones ópticas o fenómenos atmosféricos. Esto explicaría por qué solo EE.UU. —con su potente aparato mediático y político— sostiene el tema en la agenda pública, mientras el resto del mundo lo ignora por considerarlo irrelevante o infundado. Pero esta tesis, todo hay que decirlo, se debilita frente a múltiples testimonios e informes que indican la existencia de un fenómeno desconocido.

¿UN FENÓMENO DIFUSO, MÁS ALLÁ DE NUESTRAS CATEGORÍAS?

La tercera vía es quizás la más inquietante para explicar esta hegemonía estadounidense. Lo que estamos observando, el fenómeno, no se ajusta a las nociones convencionales de lo que entendemos como tecnología o inteligencia. Quizás no se trata de “naves” ni de “seres” como los imaginamos, sino de un fenómeno que se manifiesta de forma ambigua, errática o incluso adaptativa. En ese caso, muchos gobiernos podrían simplemente no saber cómo enfrentarlo, o no querer lidiar con sus implicaciones culturales, religiosas, filosóficas o militares. Esta posibilidad explicaría tanto la falta de acción internacional.

4. SUPERIORIDAD TECNOLÓGICA DE EE.UU.

Estados Unidos podría estar en posición de liderazgo porque tiene más información, mejores sensores, o incluso restos de tecnología recuperada. Esto reforzaría su rol como único vocero oficial y permitiría controlar el ritmo de divulgación, convirtiendo el tema en una herramienta de poder o negociación geopolítica.

5. UNA AGENDA DE DESINFORMACIÓN

También podría tratarse de una estrategia de manipulación o distracción, como parte de programas de guerra psicológica, pruebas de tecnologías secretas, o incluso una narrativa diseñada para justificar nuevas inversiones militares. Esta teoría es incómoda, pero no puede descartarse en el contexto de la historia de operaciones encubiertas.

¿CÓMO DEBERÍAMOS INTERPRETAR ESTE SILENCIO GLOBAL?

La ausencia de una postura clara por parte del resto del planeta sobre los OVNIs debería extrañarnos tanto como los propios avistamientos. Ya sea por desconocimiento, indiferencia, temor o incapacidad, el hecho de que ningún otro país lidere su propia narrativa sugiere que quizás el fenómeno OVNI supera nuestras categorías científicas y culturales actuales. Puede que los gobiernos no estén en silencio por complicidad o unanimidad, sino porque no saben cómo interpretar lo que están viendo o estudiando. A diferencia de otras amenazas o descubrimientos, estas manifestaciones parecen no encajar en ninguna casilla conocida: ni amenaza militar convencional, ni avance tecnológico, lo cual hace que su gestión sea casi imposible dentro de unas rígidas estructuras estatales tradicionales. El riesgo de provocar confusión, pánico o desconfianza en las instituciones podría ser la causa de que muchos gobiernos hayan optado por el paso atrás. Actuar cómo si no pasara nada.

También es importante señalar que el método científico está diseñado para estudiar fenómenos medibles, replicables y bien delimitados, por lo que tiende a incomodarse —o incluso a descartarlos de plano— ante hechos que no pueden reproducirse en laboratorio o cuyas implicaciones hacen saltar por los aires los marcos de comprensión actuales. Un fenómeno como los OVNIs, y las experiencias de encuentros cercanos que pulverizan por completo las leyes de la física conocidas, que no responden a patrones inteligibles, o que parecen tener un inquietante componente psicológico o incluso simbólico, podría estar más cerca del terreno de lo filosófico y sobrenatural que del tecnológico. Y eso desarma y asusta a las gobiernos.

En ese sentido, el mutismo de la mayoría de los países no debe leerse solo como desinterés o subordinación a los Estados Unidos, sino como un síntoma de la incertidumbre global frente a algo que, por ahora, no encaja en ninguna parte y que prefieren evadir. De hecho, se tiene constancia de investigaciones oficiales realizadas en distintas partes del mundo, aunque es muy probable que no hayan arrojado los resultados esperados, por la propia la naturaleza profundamente anómala y esquiva de estos fenómenos.

Lo poco que sabemos con certeza de los OVNIs es que reflejan una realidad más profunda y compleja de lo que nuestras herramientas pueden abarcar. Incluso Estados Unidos —a pesar de su papel predominante— parece no tener una comprensión completa, lo que explicaría la constante confusión alrededor del tema.



JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.


martes, 22 de julio de 2025

TELEVANGELISTAS, PLATILLOS VOLADORES Y DEVORADORES DE ALMAS: LA OVNI-MITOLOGÍA EVANGÉLICA EN ESTADOS UNIDOS




En un país donde la religión y la política caminan de la mano, no sorprende que los OVNIs también hayan sido absorbidos por ciertas corrientes del cristianismo evangélico en Estados Unidos. En su artículo “Televangelists, Flying Saucers, and Soul Eaters”, el académico Benjamin Daniel Crace explora cómo la ufología ha sido reinterpretada dentro de los marcos apocalípticos del evangelicalismo, transformando platillos voladores en heraldos del juicio divino o en demonios interdimensionales. Crace enmarca su análisis dentro del género literario de la “jeremiada”, aquellos sermones puritanos que advertían sobre los castigos divinos por los pecados de la sociedad. En este contexto, el fenómeno OVNI se convierte en una moderna señal apocalíptica. Como afirma el autor, “el evangelicalismo estadounidense está escribiendo su propia mitología OVNI, una mezcla de conspiración, excepcionalismo estadounidense, milenarismo y sobrenaturalismo renovado.”

Todo comenzó el 24 de junio de 1947, cuando el piloto Kenneth Arnold avistó los primeros objetos voladores no identificados, lo que posteriormente fue reforzado por el incidente de Roswell. Poco después, el evangelista pentecostal Orval Lee Jaggers publicó Flying Saucers! (1952), obra pionera en interpretar los OVNIs como querubines bíblicos que anunciaban el juicio sobre una “América pecadora”. En su retórica apocalíptica, Jaggers afirmaba: “POR LOS PECADOS DE ESTADOS UNIDOS... LOS PLATILLOS VOLADORES... LOS QUERUBINES O RUEDA DENTRO DE LA RUEDA... ESTÁN SOBREVOLANDO AMÉRICA COMO UNA ADVERTENCIA DE QUE LOS JUICIOS DE DIOS ESTÁN A PUNTO DE CAER SOBRE ESTA NACIÓN IMPÍA.”

Años después, sin embargo, esta visión angelical fue sustituida por una más siniestra. Otros predicadores comenzaron a ver a los extraterrestres no como mensajeros divinos, sino como demonios disfrazados. Hal Lindsey, en Planet Earth 2000 A.D., y Pat Robertson, quien llegó a afirmar que quienes creen en OVNIs deberían ser apedreados, marcaron esta transición hacia una “ufología demonizada”. Una figura central en esta evolución es Michael Heiser, teólogo evangélico y novelista, autor de The Façade. En su libro, los extraterrestres son en realidad “entidades no humanas” demoníacas que colaboran con el gobierno estadounidense para engañar a la humanidad. Crace analiza esta obra como ejemplo de “hiperrealidad”, donde la línea entre la ficción y la verdad se borra deliberadamente. Como señala Guy Malone, un promotor de estas ideas: “La novelización de lo que probablemente está ocurriendo en todas esas bases subterráneas es, probablemente, lo más cercano a ‘la verdad’ que se haya impreso.”

The Façade reproduce documentos reales (al menos supuestamente), mezcla textos apócrifos como el Libro de Enoc y hace afirmaciones que difuminan la frontera entre narrativa y teoría conspirativa. Crace observa que Heiser “modela un imaginario donde hechos discutidos y ficción verdadera se mezclan para generar propaganda apologética a favor de una ufología demonizada.”

Pero más allá de su contenido, Crace sostiene que este tipo de literatura cumple una función mistagógica: inicia al lector en una forma específica de interpretar el mundo. Siguiendo a teóricos como Wolfgang Iser y Jeffrey Kripal, sostiene que el lector, al sumergirse en estos textos, participa en una experiencia espiritual que difumina la línea entre lo subjetivo y lo objetivo. La novela se convierte así en un canal para una revelación gnóstica. Como afirma Crace: “El entretenimiento es adoctrinamiento”, sugiriendo que estas obras “entrenan y socializan [a los lectores] en aquellos mismos elementos del evangelicalismo estadounidense que han estado implicados en su giro religio-político.”

Heiser, según Crace, forma parte de una tercera corriente de “literatura oculta” surgida después de la Segunda Guerra Mundial: la literatura cristiana esotérica. A diferencia de Tolkien o Lewis, quienes ofrecían alegorías morales o teológicas, Heiser ofrece una conspiración literalizada y actualizada, combinando demonología, ufología y exégesis bíblica en un mismo paquete narrativo. Como escribe el autor: “El hiperrealismo de Heiser sugiere... que The Façade ‘podría resultar ser cierto.’”

Crace concluye que el paso de los OVNIs como ángeles a su demonización se alinea perfectamente con el giro político y conspirativo del evangelicalismo estadounidense. Lo que comenzó como un aviso celestial se ha convertido en una guerra espiritual y cultural en la que el enemigo ya no es solo el “mundo secular”, sino entidades interdimensionales decididas a engañar y destruir. Crace ironiza: “Una vez que los extraterrestres y Satanás se juntan para tramar el fin del mundo, QAnon parece una fuente respetable.”

En su estudio, el autor analiza cómo este resurgimiento del interés político por los OVNIs desde 2017, con los denominados UAPs del Pentágono, ha sido interpretado por los evangélicos dentro de un marco conspirativo y apocalíptico. Crace no aborda los detalles técnicos de los informes desclasificados, pero sí advierte que esta nueva atención estatal al fenómeno ha sido leída por los creyentes fringe (marginales, pero cada vez más influyentes) como un preludio de una gran revelación metafísica. En este contexto, Crace destaca la figura de Guy Malone, un abducido convertido en activista evangélico, que organiza conferencias paralelas al Festival del OVNI en Roswell. Estas reuniones no celebran el contacto extraterrestre, sino que denuncian el fenómeno como un engaño satánico. Como señala Crace: “Malone... vive en Roswell con el objetivo declarado de ayudar a las personas a ver el engaño detrás de la imagen de las abducciones alienígenas.”

En ese mismo espacio ha participado Michael Heiser, quien combinó filología bíblica con ufología conspirativa en su novela The Façade. Para Heiser —y según Crace, para un creciente sector de evangélicos— los “extraterrestres” no son seres de otros planetas, sino entidades interdimensionales: demonios ancestrales que buscan poseer cuerpos humanos para ejecutar su venganza contra Dios. Esta interpretación conecta directamente con textos como el Libro de Enoc y la figura bíblica de los Nephilim. Una fuente clave en esta visión es el periodista Nick Redfern, quien en su libro Final Events relata la supuesta existencia de un grupo secreto del gobierno estadounidense, la “Collins Elite”, dedicado a investigar el componente demoníaco de los OVNIs. Crace cita al sacerdote Ray Boeche, informante de Redfern, quien asegura que miembros del Departamento de Defensa estaban convencidos de que estas entidades “no eran extraterrestres en absoluto; creían que eran algún tipo de entidades demoníacas.”

Frente a la actual oleada de informes oficiales, Crace advierte que el evangelicalismo estadounidense no sólo está produciendo respuestas teológicas o exegéticas, sino también narrativas populares, como novelas, podcasts y medios alternativos que configuran una mitología OVNI cristiana. Lejos de representar una simple curiosidad marginal, estas respuestas están penetrando con fuerza en el imaginario colectivo de los creyentes. Crace subraya la importancia de entender estos discursos como parte de una estrategia mistagógica: los textos no sólo informan o entretienen, sino que inician a los lectores en una cosmovisión conspirativa donde los gobiernos, los medios, e incluso los científicos colaboran —consciente o inconscientemente— con fuerzas ocultas. En sus palabras: “The Façade puede funcionar como un texto mistagógico que inicia a los lectores en una forma de estar en el mundo que ‘sabe’ lo que realmente está ocurriendo detrás de la fachada.”

Así, la creciente apertura del gobierno estadounidense respecto a los OVNIs —que muchos ven como un paso hacia la “divulgación”— es interpretada por este sector evangélico no como un avance, sino como una trampa espiritual. La “divulgación” es vista como un engaño masivo, diseñado para apartar a la humanidad de la verdad bíblica y preparar el escenario para el Anticristo. En resumen, Benjamin Crace ofrece en su trabajo una lectura crítica y profundamente contextualizada de cómo el nuevo interés oficial en los OVNIs ha sido absorbido y reinterpretado dentro de una larga tradición evangélica estadounidense que mezcla apocalipsis, nacionalismo, literatura fantástica y una demonología moderna. Y en esa mezcla explosiva, el platillo volador no es sinónimo de contacto con otras civilizaciones, sino de apocalipsis.

Fuente: Benjamin Daniel Crace, “Televangelists, Flying Saucers, and Soul Eaters: A Contemporary Account of Occult Christianity’s Ufology.” Pacific Coast Philology, Vol. 57, No. 1, 2022.




JOSE ANTONIO CARAV@CA


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lunes, 21 de julio de 2025

¿PSICÓPATAS AL SERVICIO DEL SECRETO OVNI





Desde hace décadas se especula sobre la existencia de un “Estado profundo” en Estados Unidos, una red de poder clandestina y opaca que va más allá de los gobiernos elegidos democráticamente y que protege secretos inconfesables. Entre los rumores más persistentes sobre esta estructura paralela, destaca la supuesta existencia de una oficina secreta dedicada al encubrimiento sistemático del fenómeno OVNI. ¿Cómo ha logrado este supuesto grupo mantener el secreto durante generaciones sin fisuras? ¿Son la élite de los servicios de inteligencia?

Pero quizás la pregunta más inquietante sea: ¿Es posible que su efectividad se deba a que entre sus filas se encuentran psicópatas?

Para empezar hay que dejar claro que la psicopatía no implica necesariamente criminalidad tal y como la suele mostrar Hollywood. Existe una categoría reconocida como psicópata funcional, individuos que operan con éxito en entornos corporativos, políticos o de inteligencia. Estas personas destacan por: Falta de empatía, Gran autocontrol emocional, Habilidades manipuladoras, Ambición sin escrúpulos y Capacidad para tomar decisiones duras sin remordimiento.

Y no es ningún secreto que en un medio, como el de la inteligencia, donde el secreto es esencial, la moralidad puede ser vista como un serio obstáculo. Sin embargo para el psicópata no habría problema alguno, ni remordimiento ni empatía. Aquí, el desapego emocional y la frialdad calculadora pueden convertirse en virtudes estratégicas muy valoradas y apreciadas.

De hecho los psicópatas podrían ser buenos agentes en tareas como: Eliminación de testigos,

Desinformación a la prensa, Manipulación de agentes dobles y Control psicológico de empleados.

Diversos manuales de inteligencia, como el “Kubark Manual” de la CIA (1963), detallan técnicas de manipulación psicológica, tortura e interrogatorio que requieren personal con elevada tolerancia a la crueldad. Por lo que no sería descabellado pensar que ciertos perfiles psicológicos se ajustan mejor a este tipo de tareas.

Kevin Dutton, psicólogo y autor del libro "The Wisdom of Psychopaths" (2012), argumenta que ciertos rasgos psicopáticos (frialdad, toma de riesgos, falta de empatía) son útiles en profesiones como la medicina, las finanzas, y especialmente inteligencia militar: “Existe un conjunto de rasgos de personalidad —insensibilidad, crueldad, valentía— que hacen a algunas personas muy eficaces en ciertos roles, incluidos la inteligencia y el ámbito militar". Estudios realizados en Estados Unidos han revelado que una proporción significativa de altos ejecutivos en el mundo corporativo —hasta un 4%— presenta rasgos psicopáticos, muy por encima del promedio poblacional. Estos individuos, lejos de ser detectados como peligrosos, suelen ser percibidos como líderes carismáticos, decididos y altamente funcionales (Babiak, Paul & Hare, Robert D. Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work. HarperBusiness, 2006).

Aunque no se reconoce oficialmente, los procesos de selección en agencias como la CIA, la NSA o el FBI incluyen: Pruebas de personalidad tipo MMPI-2 o PCL-R, Entrevistas estructuradas para detectar tendencias narcisistas, maquiavélicas o psicopáticas y Simulaciones de presión extrema para observar reacciones ante dilemas éticos.

Evidentemente no se buscaría reclutar “psicópatas” peligrosos o volátiles, pero sí personas con resiliencia emocional, obediencia extrema y capacidad para mantener secretos a toda costa. Sin embargo, al ser personas con un perfil tan explosivo, tambien es obvio que serían difíciles de controlar ya que uno de sus rasgos es su conflictividad a la hora de trabajar en equipo. Por lo que un grupo formado por psicópatas podría autodestruirse si no se controla estrictamente. Por eso, estas agencias deberían de tener sistemas internos de control: Vigilancia cruzada entre agentes, Evaluaciones psicológicas periódicas y Protocolos estrictos de compartimentación de información. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que estos individuos no conformen la totalidad del equipo —algo difícil de sostener debido a la limitada capacidad de los psicópatas para trabajar de forma cooperativa—, sino que sean seleccionados para ocupar roles clave dentro de la estructura, como líderes operativos o responsables de misiones delicadas.

CONCLUSIÓN

La posibilidad de que individuos con rasgos psicopáticos podrían formar parte de un grupo secreto encargado de custodiar el secreto OVNI dentro del llamado "Estado profundo" no es descartable desde una perspectiva psicológica y operativa. Si bien el término "psicópata" suele evocar imágenes de asesinos seriales, existe una categoría de personas con estos rasgos que operan con eficacia en ambientes de alta presión, donde la empatía puede ser un obstáculo y la frialdad emocional, una gran ventaja. En un contexto donde la prioridad es preservar secretos a toda costa, y una obsesión casi enfermiza por controlar hasta el último detalle del operativo, la incorporación estratégica de este tipo de perfiles, al mando, podría ofrecer primacías en cuanto a control, manipulación, resistencia al estrés y lealtad funcional. Y más cuando es patente que los psicópatas son perfectos para llevar una doble vida con "normalidad" ocultando a sus familiares y amigos cercanos sus actividades sin levantar sospechas.

Pero quizá lo más perturbador no sea la naturaleza del secreto que se protege, sino el tipo de personas encargadas de custodiarlo. Entonces la verdadera amenaza no radica en lo que se oculta… sino en quién lo oculta y con qué propósito...




JOSE ANTONIO CARAV@CA

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miércoles, 16 de julio de 2025

OVNIS, UAP Y OTRAS SIGLAS DEL ENIGMA AÉREO

 



UNA HISTORIA DE SIGLAS Y MISTERIO

Por décadas, los cielos de medio mundo ha sido escenario de las idas y venidas de misteriosos objetos y luces que han despertado nuestra curiosidad e imaginación a partes iguales. Lo numerosos e infructuosos intentos por encontrar una explicación a estas visiones ha llevado a elevar diferentes nombres y siglas para definir a este escurridizo fenómeno.

El punto de inflexión moderno llegó de la mano del capitán Edward J. Ruppelt, quien dirigió entre 1952 y 1954 el Proyecto Blue Book, la iniciativa oficial de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) para estudiar los llamados fenómenos aéreos inusuales. Fue Ruppelt quien acuñó las ahora célebres siglas UFO (Unidentified Flying Object) —traducidas al español como OVNI (Objeto Volador No Identificado)— con la intención de conferir al asunto un enfoque más técnico y menos sensacionalista.

Sin embargo, ya en 1949, el Proyecto Grudge, también de la Fuerza Aérea, había utilizado la expresión "objetos voladores no identificados" en un informe técnico de 600 páginas. Aunque entonces no se usaron siglas. Curiosamente, en documentos de esos mismos años también aparece el término UAP (Unidentified Aerial Phenomenon), que no se haría popular hasta bien entrado el siglo XXI, pese a que en la década de los sesenta también aparece en diferentes informes oficiales.

UN FENÓMENO, MUCHOS NOMBRES

Desde mediados del siglo pasado, el fenómeno ha recibido casi tantos nombres como formas se han descrito en los cielos. Estos son algunos de los términos que se han propuesto a lo largo del tiempo:

·     Foo Fighter: Término de la Segunda Guerra Mundial empleado por pilotos aliados para describir "bolas de fuego" o esferas luminosas que seguían a los aviones.

·  Platillos volantes / Discos voladores: términos surgidos tras el famoso avistamiento de Kenneth Arnold en 1947.

·   OANI (Objeto Aéreo No Identificado) También usado por la Fuerza Aérea Brasileña entre 1969 y 1972 dentro del SIOANI para catalogar avistamientos en territorio brasileño

·      ONI (Objeto No Identificado)

·      OSNI (Objeto Submarino No Identificado)

·     MOC (Misteriosos Objetos Celestes): propuesto por la aviación francesa y suiza

·  PAN (Fenómeno Aeroespacial No Identificado): Utilizada por el GEIPAN, la unidad francesa del CNES, designa “fenómenos aeroespaciales no identificados”.

·  VED (Vehículos Extraterrestres Dirigidos): propuesto por Antonio Ribera.

· UAO (Objeto Aéreo No Convencional): también traducido como Agnópteno, formado por raíces griegas que significan "desconocido" y "volador".

·      FANI (Fenómenos Aéreos No Identificados): versión en español de UAP (Unidentified Aerial Phenomena), adoptado oficialmente por el Pentágono desde 2017.

·     VAA (Vehículos Aeroespaciales Avanzados): en inglés AAV, un intento de conferir al fenómeno una posible dimensión tecnológica.

· EVI (Estímulos Visuales Indeterminados): propuesto por el CIFO (Círculo de Investigadores del Fenómeno OVNI) como una alternativa más neutral.

·   AO (Objetos Aerotransportados): El Pentágono creó en noviembre de 2021 el “Grupo de Sincronización de Identificación y Gestión de Objetos Aerotransportados” (en inglés Aerial Objects Identification and Management Synchronization Group, abreviado AOIMSG) y su órgano supervisor, el AOIMEXEC.

· UAS (Sistema Aéreo No Identificado. Unidentified Aerial System): Dentro del ámbito militar estadounidense también se ha usado UAS, que incorpora la idea de sistemas completos aerotransportados no identificados

·     UAP (Fenómeno aéreo no identificado)

· UAP (Fenómeno anómalo no identificado) Nueva versión ya que el Departamento de Defensa advierte que hay incidentes bajo el mar, y en otras circunstancias más allá de lo aéreo.

PROPUESTAS ORIGINALES

Una de las propuestas más curiosas surgió en 1981, cuando los investigadores Félix Ares de Blas y Juan Carlos Imar sugirieron, en la revista Stendek, reemplazar el término "ufología" por AGNOPTENOLOGÍA, una palabra construida a partir del griego agnos ("desconocido") y ptenos ("volador"). El objetivo era dar al estudio del fenómeno una base etimológica más científica y despojada del sensacionalismo popular.

Y si hablamos de historia, no podemos pasar por alto la CLIPEOLOGÍA, una disciplina dedicada a analizar avistamientos celestes descritos en la Antigüedad. El término proviene de la expresión latina clipei ardentes (“escudos de fuego”), empleada por autores romanos para referirse a extraños fenómenos celestes, hoy reinterpretados por algunos como posibles registros de antiguos OVNIS.

CONCLUSIÓN

En última instancia, este incesante e interminable desfile terminológico revela más sobre nosotros mismos que sobre los objetos que observamos en el cielo con asombro. Cambiamos las etiquetas, refinamos el lenguaje, tecnificamos las descripciones… pero el misterio persiste sin mostrar fisuras. Lo que realmente demuestra esta evolución de siglas y denominaciones es nuestra profunda necesidad humana de nombrar lo desconocido, de encajar lo inasible en un marco comprensible. Etiquetamos para entender, pero también para domesticar lo que nos inquieta. Y quizás esa necesidad de nombrar lo inexplicable sea el verdadero hilo conductor de toda la historia de los no identificados.

Mientras el fenómeno siga desafiando nuestras explicaciones, seguramente seguirán apareciendo nuevos nombres…



JOSE ANTONIO CARAV@CA

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martes, 1 de julio de 2025

EL SENADOR MIKE ROUNDS REINTRODUCIRÁ LA LEY DE DIVULGACIÓN DE FENÓMENOS ANÓMALOS NO IDENTIFICADOS



En una entrevista exclusiva con Ross Coulthart para el medio NewsNation, el senador republicano por Dakota del Sur, Mike Rounds, confirmó que planea reintroducir este año la polémica Ley de Divulgación de UAP (Fenómenos Anómalos No Identificados) como parte del proyecto de Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) 2025.

Rounds, miembro de los comités de Inteligencia y Servicios Armados del Senado, fue uno de los principales impulsores del proyecto original en 2023, junto al líder demócrata Chuck Schumer. Aunque entonces fue debilitado por la oposición en la Cámara de Representantes, el senador reafirma: “Sí, lo vamos a volver a presentar.”

Una ley ambiciosa: tecnología desconocida, inteligencia no humana y poder de incautación

El texto original —de 64 páginas— fue considerado revolucionario. Establecía:

1.- Presunción de divulgación pública de todos los archivos UAP. 2.- Creación de una comisión presidencial independiente con acceso a archivos clasificados y poder de citación. 3.- La posibilidad de invocar dominio eminente para recuperar tecnología de origen desconocido en posesión privada. 4.- El término "inteligencia no humana" (NHI) aparece 24 veces.

Aunque no hay evidencia concreta —reconoce Rounds—, se planteó esta posibilidad para "evitar sospechas de encubrimiento" y “garantizar transparencia” si algún día se confirma.

La versión de 2023 no prosperó, según Rounds, por falta de apoyo político en la Cámara, especialmente por la preocupación de representantes como Mike Rogers y Mike Turner, quienes temían que se expusieran tecnologías militares sensibles.

Rounds matiza: “No era una conspiración. Era proteger capacidades propias o adversarias que podrían comprometer la seguridad nacional.”

¿Tecnología de otro mundo? "No podemos explicarlo... pero aún no sabemos qué es"

El senador se mantiene cauteloso: “No tengo pruebas de que tengamos tecnología de otro mundo… pero sí hay cosas que no podemos explicar con la física conocida.”

Además, no descarta que la compartimentación extrema dentro del gobierno esté obstaculizando el acceso al conocimiento de ciertas tecnologías, lo cual podría poner a EE.UU. en desventaja frente a rivales como China o Rusia. Rounds reconoció que ha hablado con agentes del FBI sobre investigaciones relacionadas con UAPs, pero negó saber de una conspiración. También mostró apertura a fortalecer las protecciones para denunciantes (whistleblowers), tras declaraciones de figuras como David Grusch o Jake Barber, quienes afirman que existen programas clandestinos de recuperación de naves y “biológicos”.

¿Amenaza nacional?

Al ser consultado sobre declaraciones del secretario de Estado (entonces senador) Marco Rubio respecto a objetos desconocidos sobrevolando instalaciones nucleares estadounidenses, Rounds fue claro: “Eso es, por definición, una amenaza a la seguridad nacional.” Aunque reitera que aún no sabe si estos objetos son estadounidenses, extranjeros o de otra procedencia, insiste en que es un asunto que debe investigarse a fondo.

¿Encubrimiento de radar o manipulación de datos?

Rounds también abordó preocupaciones sobre por qué los radares de NORAD no reportan UAPs, mientras que sí lo hacen pilotos de la Armada. Explica que distintos radares están diseñados para diferentes propósitos y que parte del secreto responde a no revelar vulnerabilidades tecnológicas a adversarios. El senador Rounds insiste en un equilibrio entre transparencia y seguridad nacional. Su postura es pragmática:

“Queremos que el pueblo estadounidense sepa que no ocultamos nada... pero protegeremos firmemente aquello que pueda dañar nuestra defensa.”

El futuro de la Ley de Divulgación de UAP dependerá ahora de las negociaciones bipartidistas y del clima político. Pero lo cierto es que, por primera vez en décadas, el Congreso de EE.UU. está hablando abiertamente sobre la posibilidad de que no estemos solos. ¿En que concluirá este nuevo movimiento?... Solo el tiempo dará la respuesta.


JOSE ANTONIO CARAV@CA

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