Luis Elizondo, sin duda, es una de las figuras centrales de la nueva narrativa UAP, pero sus tácticas comunicativas lo han convertido, con el paso del tiempo, en la personificación del trilero que juega con la ambigüedad de forma constante para mantener su status de "garganta profunda." Desde que se dio a conocer en 2017, sus apariciones públicas y entrevistas han seguido un patrón calculado y ajustado a guión, del que nunca se sale. Su discurso está medido al milímetro para aparentar siempre que sabe mucho mas de lo que cuenta. De hecho, esto se cumple a rajatabla en una de sus últimas entrevistas donde ha hablado del caso Roswell, en su tono habitual, de abrir y cerrar la puerta en un segundo: "Lo que se me ha permitido decir es que se recuperaron muestras biológicas en el accidente de Roswell". Siempre se escuda en declaraciones que remiten a supuestas restricciones de seguridad que le impiden hablar, aunque si le está permitido soltar "titulares". Esta táctica ya aburre.
Desde hace 8 años, el bueno de Elizondo no hace más que avivar la constante promesa de grandes revelaciones, siempre a punto de materializarse pero que nunca llegan. Y aunque parezca increíble este es el motor que lo mantiene relevante en ciertos sectores de la ufología norteamericana. Ni sus meteduras de patas injustificables presentado fotografías UAPs falsas ha hecho que, por el momento, se le relegue de su trono nunca merecido.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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