En 1977, el estreno de la esperada Close Encounters of the Third Kind (Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, traducida en España como Encuentros en la Tercera Fase) marcó un antes y un después en la historia del cine de alienígenas. Más allá de sus efectos visuales revolucionarios o la partitura inolvidable de John Williams, la película fue, el primer reflejo fiel en la gran pantalla de lo que era el fenómeno OVNI alejado del sensacionalismo y de la fantasía desbordada que hasta entonces dominaban las historias sobre extraterrestres en el cine. Y todo fue posible gracias al encuentro del director Steven Spielberg con el astrónomo y ufólogo Dr. J. Allen Hynek, cuya investigación científica inspiró directamente el título, la estructura y el tono general de la historia.
Hynek, harto conocido en el medio ufológico internacional, y considerado por muchos como el padre de la ufología científica, había publicado en 1972 su libro The UFO Experience: A Scientific Inquiry, donde propuso una tipología rigurosa para clasificar los incidentes OVNIs: los encuentros cercanos del primer, segundo y tercer tipo. Aquella idea, nacida de su trabajo como asesor de la Fuerza Aérea estadounidense en proyectos como Blue Book, llamó poderosamente la atención de Spielberg, quien buscaba una aproximación más seria y documental al misterio de los platillos volantes de lo que hasta la fecha había ofrecido Hollywood.
De hecho el joven cineasta convirtió el texto de Hynek en lectura obligatoria para todo su equipo creativo para que supieran captar la idea de su guión. Incluso cambió el título definitivo de la película por Close Encounters of the Third Kind. Sin embargo, en un primer momento, ese homenaje casi provoca un conflicto entre el científico y el estudio.
El 8 de enero de 1976, Hynek envió una carta a Columbia Pictures expresando su malestar al descubrir, por una revista, que el título de su libro sería usado en una película de Spielberg. Aunque el astrónomo se sintió halagado por la inspiración, lamentó no haber sido informado directamente por el afamado director.
Spielberg personalmente respondió con una carta de disculpa, explicando que había sido un amigo quien le sugirió el título tras leer la obra de Hynek. El malentendido se resolvió amistosamente mediante un acuerdo de compensación y colaboración profesional. La productora pagó a Hynek:
• 1.000 dólares por el uso del término Close Encounters of the Third Kind.
• 1.000 dólares adicionales por los derechos para emplear historias y conceptos de su libro.
• Y 500 dólares diarios durante tres días como asesor técnico en el rodaje.
Hynek, con su característico humor, más tarde comentó: “Nunca pensé que un profesor de astronomía caería tan bajo”, y bromeó diciendo que si Spielberg hacía una secuela, “esperaba ser un mejor hombre de negocios la próxima vez”. A pesar del tropiezo inicial, Hynek y Spielberg desarrollaron una relación cordial. El científico fue descrito por sus colegas como un hombre tranquilo, poco dado a la confrontación y siempre dispuesto a colaborar.
Durante el rodaje, Hynek pasó tres días en el set de Mobile, Alabama, donde un hangar fue transformado en el escenario del encuentro final con la nave nodriza. Escena cumbre del film. Allí, además de asesorar en aspectos técnicos, tuvo una breve aparición en pantalla: un cameo de apenas seis segundos, en el que se lo ve avanzando hacia la nave con su inconfundible barba y pipa, mientras otros científicos observan asombrados el encuentro con los alienígenas. Spielberg había filmado originalmente una versión más larga en la que los extraterrestres interactuaban con Hynek, pero el propio astrónomo agradeció que esa parte fuera eliminada, considerándola “cursi como el infierno”.
Evidentemente la influencia de Hynek se extendió mucho más allá del título. Varias escenas se inspiraron directamente en casos reales documentados en su obra, como el del policía Dale Spaur, quien persiguió un objeto luminoso durante kilómetros, recreado casi al detalle en la secuencia de los patrulleros.
El personaje del investigador francés Claude Lacombe, interpretado por François Truffaut, fue un homenaje al colega y amigo de Hynek, el científico francés Jacques Vallée. El diseñador de efectos especiales Douglas Trumbull explicó que la visión de Spielberg, en sintonía con la de Hynek, era “mostrar la fascinación, la belleza y el asombro” del contacto con lo desconocido, en lugar del terror y la invasión.
Tras el estreno, Hynek se declaró “muy complacido” con la película y confesó que “amaba a Spielberg”. Su participación lo catapultó a la cultura popular: su nombre apareció en programas de televisión, artículos de prensa y hasta en el juego de mesa Trivial Pursuit.
Close Encounters provocó un auténtico fenómeno social. El Centro para Estudios OVNI (CUFOS), fundado por Hynek, recibió una avalancha de informes de avistamientos, donaciones y solicitudes de información. Incluso Spielberg realizó una contribución económica al centro, como muestra de gratitud.
Hynek esperaba que la película ayudara a que hablar de OVNIs dejara de ser una “mala palabra”. Su deseo se cumplió en parte ya que el filme legitimó el tema en la cultura de masas y abrió la puerta a un debate más formal.
Con el paso de los años, Close Encounters of the Third Kind ha mantenido su estatus como un hito cultural y una obra fiel al enigma OVNI. En ese sentido, podríamos decir que la relación entre Hynek y Spielberg fue, en sí misma, un “encuentro cercano” del mejor tipo.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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