De ser un caso prácticamente desconocido para muchos entusiastas al fenómeno OVNI, el incidente del supuesto OVNI estrellado en San Antonio (Nuevo México) en 1945 ha resurgido con fuerza en las últimas semanas para convertirse en un foco de interés mundial. Y es que el investigador Jacques Vallée acaba de publicar un libro, junto a la investigadora Paola Harris, «Trinity: The best-kept secret» (2021) que promete ofrecer pruebas de este sensacional suceso. El ufólogo Kevin Randle realiza un preciso resumen de este singular episodio, que precede al conocido caso Roswell, en un artículo titulado «The San Antonio UFO Crash» (09/05/21): «Ahora hay un renovado interés en el estrellamiento OVNI ocurrido cerca de San Antonio, Nuevo México, el 16 de agosto de 1945. Hay que advertir que esto sucede casi dos años antes del accidente de Roswell y a menos de 160 kilómetros del campo de extraños restos metálicos que me mostró Bill Brazel. Esta historia es contada por Reme Baca y José Padilla, dos niños de siete y nueve años en aquellas fechas, que escucharon el impacto contra el suelo y habrían sido los primeras personas en llegar a la escena. La trama de los hechos, tal como se contó originalmente, era que los jóvenes habían sido enviados en busca de una vaca preñada. El padre de uno de los niños temía que si el ternero nacía en la pradera y ellos no eran los primeros en reclamarlo, otro ganadero lo encontraría y lo marcaría. Tras cabalgar por el amplio desierto, escalar unas formaciones rocosas, hacer una parada para almorzar, se resguardaron de una tormenta. Cuando terminó de llover y salieron de la cornisa en la que se habían protegido, observaron una luz brillante acompañada de un fuerte sonido que hizo temblar el suelo. Los chicos se dirigieron en dirección al estruendo, donde parecía haber una nube de polvo y humo. Encontraron una "hendidura de tamaño gigante" que, según dijeron, parecía haber sido oradada por una maquinaria pesada creando un camino de unos treinta metros de ancho, unos 30 metros de ancho y quizá 90 metros de largo. Con los prismáticos, José pudo ver que el surco llegaba hasta una cresta montañosa donde se detenía. En el extremo más alejado pudieron ver un objeto que estaba enterrado profundamente en el suelo arenoso.
José Padilla uno de los testigos de este controvertido caso. |
Al igual que se encontró cerca de Roswell dos años después, aquí también había un campo cubierto de restos. Reme dijo que recogió un trozo de papel de aluminio fino y brillante, como el de un paquete de cigarrillo. Cuando lo dobló o lo enrolló, volvió a su forma original. Se acercaron y, a través de los prismáticos, José vio tres criaturas pequeñas. Se movían rápidamente, casi como si pudieran teletransportarse de una posición a otra. El movimiento fue descrito como si se deslizaran. Las criaturas tenían un aspecto de insecto. Tenían ojos grandes y saltones, brazos delgados como agujas y una altura de 1´20 metros. La cabeza era grande y, al describirla, la comparó con la de una mantis religiosa. Su piel era de color gris claro y llevaban un mono muy ajustado o su propia piel estaba muy tensa. La nave tenía una forma parecida a la de un aguacate, con un agujero en el lateral. Trataron de obtener una estimación del tamaño, decidiendo que tenía unos 30 metros de largo. Había un ruido proveniente de la nave. El sonido era como el que haría un conejo en problemas o tal vez como el llanto de un bebé. Mientras lo observaban, ambos dijeron que tenían "imágenes en la cabeza". Esto parecía ser fruto de una especie de comunicación telepática. Reme diría más tarde que no sabían que eran estas imágenes. Décadas después, aseguró que seguía sin saber qué significaban esas imágenes. Para entonces, se dieron cuenta de que se estaba haciendo tarde, estaba oscureciendo, y tenían que volver a casa. Una vez allí, le contaron al padre de José, Faustino, lo que habían visto y le dijeron de la presencia de las criaturas humanoides a las que llamaron Hombrecitos. Faustino dijo que lo comprobarían en uno o dos días. Dos días después volvieron al lugar del accidente. No sólo les acompañaba Faustino, sino también un policía estatal, Eddie Apodaca. Al acercarse al lugar del accidente, no vieron a las criaturas alienígenas, ni tampoco, en un principio, la nave. Era como si hubiera desaparecido. Pero entonces, cuando se adentraron en el cañón, el objeto reapareció, "como por arte de magia". Parecía que la mayoría de los restos habían sido retirados del lugar por alguien. No quedaba mucho de aquellos restos, aparte de la propia nave. Había piezas extrañas colgando por todas partes. Los dos hombres les dijeron a los chicos que esperaran, mientras se introdujeron en el objeto a través de un corte que tenían en el costado. Cuando salieron, según Reme, los hombres parecían haber cambiados, estaban diferentes. Ahora estaban más serios. Faustino advirtió a los chicos que no contaran a nadie lo que habían visto. Dijo, extrañado, que el gobierno llama a este tipo de cosas, globos meteorológicos. Y añadió: "Querrán recuperar esta cosa". Reme contó que no se parecía a ningún globo meteorológico que hubieran visto en el pasado. Y le intrigaba lo que había pasado con los hombrecillos. Dos días después de esa segunda visita a la nave, la operación de recuperación comenzó en serio. Un sargento llamado Ávila, probablemente sargento del ejército, se acercó a la casa de los Padilla. Quería permiso para hacer un agujero en una valla para poder trasladar su equipo pesado al lugar del accidente. Iban a retirar la nave y necesitaban construir un mejor acceso a la zona. Se llegó a un acuerdo, se construyó un camino en la zona y se instaló la verja. Los jóvenes, Reme y José, siguieron vigilando el lugar del accidente, incluso después de la advertencia que podrían tener problemas si volvían por allí. Según las observaciones de Reme y José, nosotros sabemos que los soldados no hicieron un buen trabajo. En lugar de recoger todos los restos, enterraron parte de ellos en el lugar. Otros escombros fueron arrojados a las grietas y cubiertos de arena. Observaron cómo trajeron un camión de carga. Utilizando ganchos y una grúa, los soldados subieron la nave al camión. La cubrieron con una lona y, aunque no estaba lista para ser retirada, los soldados se marcharon por ese día. Una vez abandonaron el lugar, los chicos se acercaron para ver mejor la nave. José desató las cuerdas que sujetaban la lona y se metió dentro del objeto. Encontró algo interesante dentro de la nave y se lo entregó a Reme. Era muy ligero y frío al tacto. Los chicos se marcharon, llevando consigo el trozo de la nave. Unas dos semanas después de la operación de recuperación y de la retirada del objeto, cuatro soldados llegaron a la casa de los Padilla. Buscaban algo y pidieron permiso para registrar el inmueble. Querían saber si Faustino tenía algo que pudiera pertenecerles, es decir, cualquier metal u otros objetos extraídos del lugar del accidente. Los soldados fueron conducidos a una habitación trasera donde registraron cuidadosamente, confiscando finalmente uno o dos globos meteorológicos y otros objetos. Asi es, al parecer, Faustino había encontrado globos meteorológicos en el pasado y los había guardado en su casa. Pero los militares no consiguieron hacerse con los restos que los chicos habían encontrado».
En una entrevista que Paola Harris mantuvo con Reme Baca (Washington. 5 de julio de 2010), uno de los testigos del incidente de 1945, este habló abiertamente sobre la operación llevada a cabo por los militares en la zona arrojando algunos datos poco menos que sorprendentes a la vez que sospechosos sobre la manera de actuar del operativo de recuperar una supuesta nave extraterrestre: «La recuperación no fue como la que leímos en los libros de ovnis, gente con uniformes morados que llegaban desde helicópteros, todo desinfectado. Nada como eso (...) llevaban uniforme. Levantaron una carpa, pusieron una radio, con música occidental (...) los veíamos tan a menudo como podíamos, a veces por la mañana y por la noche. Nuestro trabajo era revisar y mantener las cercas, realizar un seguimiento de la manada, incluidos los caballos. Podíamos escuchar la música de la radio. Había un tipo en la tienda y dos o tres trabajando recogiendo los escombros. Traen este tractor-remolque, tienen un soldador, un soldador de acetileno, y construyen este bastidor para que puedan colocar el artefacto en él porque tiene que ir de lado (...) a veces hablábamos con ellos durante el café, pero no mucho, porque no teníamos nada en común. El trabajo que estaban haciendo no les parecía tan importante. No les pareció gran cosa. No creemos que nadie supiera lo importante que podría haber sido este objeto, ciertamente no nosotros».
Supuestos restos del OVNI estrellado en San Antonio. |
Vista microscópica de la pieza |
El supuesto resto de la nave parece una pieza de una maquinaria terrestre. |
Otro ejemplo de pieza de maquinaria |
Kevin Randle se muestra muy prudente sobre esta pintoresca historia y señala en su reporte varios elementos que no encajan en la trama: «Entonces, ¿Dónde nos deja esto? Mirando este caso con ojo crítico, tengo serios problemas con su credibilidad. En primer lugar, la edades de los testigos en el momento del evento. Es cierto, que puedo imaginarme a unos niños tratando de acercarse al lugar para descubrir lo que había sucedido, pero la cronología no parece funcionar muy bien. En las entrevistas, el tiempo parece fluir rápidamente y luego ralentizarse, para luego volver a acelerarse. ¿Es una crítica menor? Sí, pero no es el único problema que encuentro. Me llamó la atención la descripción del metal como si fuera una lámina de aluminio muy delgada, como la que se encuentra en un paquete de cigarrillos. Esta fue la descripción utilizada por Jesse Marcel, al hablar de algunos de los restos que había visto en el campo de restos cerca de Corona en 1947. Esta información se publicó mucho antes de que cualquiera de los chicos (ahora hombres) contara su historia a personas ajenas a su circulo. Más tarde, hablaron de un metal que se podía arrugar y que volvía a su forma original. Reme dijo: "...así que lo saqué de debajo de la roca y como que lo enrollé y lo doblé... y volvía a la misma forma que tenía. Así que, lo cogí y lo puse en mi bolsillo..." Robert Smith, que había sido asignado a Roswell en julio de 1947, dijo que uno de los sargentos había cogido un poco de restos del accidente. Nos dijo a Don Schmitt y a mí: "Era sólo un pequeño trozo de metal o papel de aluminio o lo que fuera. Lo suficientemente pequeño como para meterlo en un bolsillo". Bill Brazel afirmó que: "La única razón por la que me fijé en el papel de aluminio fue porque recogí el material y lo metí en el bolsillo de mi chaqueta... cuando puse el trozo de papel de aluminio en la caja empezó a desplegarse y a aplanarse". De nuevo, esta información había sido bien documentada antes de que Reme o José la mencionaran. También es interesante que los chicos hablen de que cuatro militares acudieron a la casa para buscar algo inusual. Bill Brazel habló de que cuatro soldados fueron a su casa y confiscaron los restos que había recogido. Por supuesto, en este caso no encontraron nada, pero Bill Brazel entregó lo que había hallado en el desierto. Estos puntos coincidentes pueden ser vistos de dos maneras. Uno es que aquí hubo una corroboración independiente de los tipos de material encontrados en Roswell. La otra es que los chicos, cuando fueron entrevistados décadas después, habían oído hablar del material hallado en Roswell y utilizaron esas mismas descripciones. Está claro en las entrevistas que ambos habían estado leyendo sobre OVNIs y sobre estrellamientos de naves, basándose en las respuestas a algunas de las preguntas y en sus conversaciones con los investigadores.
Otro de los problemas que tengo es la forma bastante despreocupada con la que los militares trataron el lugar del accidente. Aunque hay indicios de que habían localizado la zona, a veces parecían dejarla sin ninguna vigilancia. Sea lo que sea lo que haya caído si los militares han pensado que es lo suficientemente importante como para construir una carretera para llegar al lugar, y poner una puerta adecuada para que puedan entrar un camión de carga, entonces es lo suficientemente importante como para vigilarlo adecuadamente. Eso significaría que los soldados estarían allí las veinticuatro horas del día hasta que se limpiara el lugar completamente. Sin embargo, según los testigos, eso simplemente no fue así. El otro aspecto a destacar es la falta de limpieza adecuada del lugar. Al parecer, enviaron soldados para recoger los escombros, pero a veces, los soldados se limitaron a tirar el material en una grieta y enterrarlo. No parece que hubo ningún oficial allí, y una vez más, dada la naturaleza del material, y la nave que supuestamente se estrelló, habría habido un verdadero esfuerzo para limpiarlo todo. No querrían que quedara nada atrás. El último escollo es que a los chicos se les habló de globos meteorológicos. Dado que esto ocurrió en 1945, dos años antes de que el caso Roswell fuera "identificado" como un globo meteorológico, esta referencia es anacrónica. Está fuera de lugar porque nadie hablaba de globos meteorológicos para explicar los avistamientos de OVNIS. Este es un problema importante. En un aspecto más positivo, un tipo llamado Bill Brophy dijo que su padre había sido miembro del grupo de bombarderos B-29 231 (en realidad la Unidad de Base de la Fuerza Aérea del Ejército 231) en Alamogordo, Nuevo México. Según Brophy, el 231º formó parte de la operación de recuperación en agosto de 1945. He podido confirmar que la 231ª estaba estacionada en el Campo Aéreo del Ejército de Alamogordo y tenía B-29 en la época que se afirma. Esto podría ser un tercer testigo del accidente y proporciona una pista sobre dónde buscar información adicional. Al final, soy escéptico sobre esta historia».
Randle es consciente que los supuestos testigos del caso de San Antonio han jugado con cierta ventaja porque eran conocedores de lo que la literatura OVNI expone sobre este tipo de sucesos. Y por eso no terminar de ver demasiado claro la apuesta de Vallée por este incidente: «Hay demasiadas pequeñas cosas que me molestan, desde las descripciones del material que coinciden con las de Roswell, el conocimiento que los dos testigos tienen sobre los OVNIS, incluso hablando de libros como "El día después de Roswell", por no hablar de la falta de seguridad militar adecuada. Aunque los oficiales no reconocieran la nave como extraterrestre, la habrían visto como una aeronave de diseño único que requeriría una seguridad mas severa. Sin embargo, dentro de un mes aproximadamente saldrá un libro que podría responder adecuadamente a estas preguntas. Este es mi análisis de la situación ahora y espero ver qué información adicional aparece». No hay que olvidar que en 2006 comentando sobre el libro de Nick Redfern sobre Roswell, donde exponía la teoría de la experimentación secreta, Jacques Vallée decía que: «Hay un secreto en Roswell, pero el error de la ufología es hacer de este caso el número uno». Y es que en aquellas fechas, Vallée pensaba que en la zona de Nuevo México ocurrieron muchos supuestos accidentes OVNI porque era un lugar de amplia experimentación aeronáutica y de todo tipo.
El escéptico Jason Colavito en un artículo titulado «New Book from Jacques Vallée Claims Evidence for 1945 New Mexico UFO Crash» (05/07/21) muestra su desconcierto por el interés de Vallée en esta dudosa historia: «Vallée ha estado recolectando y examinando supuestos restos de platillos volantes durante años, tanto en conjunto como en paralelo a los esfuerzos de su viejo amigo y colega Hal Puthoff en la Academia de Artes y Ciencias "To the Stars". La historia del accidente de San Antonio es bastante increíble, incluso para los estándares ufológicos. Según la versión más común de la historia, José Padilla y Reme Baca, que entonces tenían 9 y 7 años, presenciaron el choque de una nave espacial de casi diez metros de largo en el desierto (...) La historia se basa en los recuerdos, seis décadas después del hecho, de niños muy jóvenes que repiten un cuento sacado directamente de una tira cómica de Flash Gordon o Buck Rogers. La historia del accidente de San Antonio llamó la atención nacional por primera vez en 2003 en un artículo de un periódico, pero luego Paola Harris "investigó" y escribió un libro en 2011 sobre el encuentro, "Born on the Edge of Ground Zero", que lo mejor que puedo decir es que casi no tuvo repercusión. Lo interesante, sin embargo, es que desde el principio esta historia se mezcló de forma impostada con fantasías al estilo de History Channel. Resulta casi doloroso leer los extensos comentarios en el sitio web de The Wanderling, pero el autor explica que su tío fue un aparente tercer testigo -quizás el que Vallée alega que es el "nuevo" testigo que hizo esencial la revisión del libro- que vio el accidente de la nave espacial, y explica con tedioso detalle la posterior participación de su tío en todo tipo de conspiraciones marginales, desde el accidente de Roswell hasta la Piedra Rúnica de Kensington, así como su interés en sus años de juventud por la Piedra del Decálogo de Los Lunas. A lo largo de las muchas páginas de divagaciones, queda bastante claro que tanto el tío como el sobrino están involucrados en un mundo fantástico de la magia y el misterio que sólo tiene una relación tangencial con el mundo material que nos rodea. El tío afirmaba que los platillos volantes estrellados y la Piedra Rúnica compartían un código rúnico secreto que comunicaba mensajes del más allá. Las marcas, según él, eran similares a las utilizadas en los espejos de señalización de emergencia de la época de la Segunda Guerra Mundial y podían utilizarse para apuntar a estrellas específicas. El tío también afirmaba ser amigo de todo el mundo, desde Albert Einstein hasta Allen Ginsberg, y haber sido sometido a un interrogatorio del gobierno. Sus fantasías son muy difíciles de creer. Habrá que esperar al libro de Vallée y Harris para comprobar qué pruebas pueden presentar sobre la veracidad de esta extraña historia, pero su fecha tardía y su conexión con otras afirmaciones pseudohistóricas desmentidas desde hace tiempo no auguran nada bueno. Lo mismo ocurre con la ausencia total de referencias a una nave espacial estrellada en los archivos desclasificados del gobierno. Las Fuerzas Aéreas del Ejército no se habrían visto tan sorprendidas por la oleada de OVNIS de 1947 si ya hubieran estado estudiando a los extraterrestres y una de sus naves durante dos años. En resumen, la historia no tiene sentido contextual. Quizá por eso Vallée está autopublicado su libro en Amazon en lugar de buscar una mayor distribución a través de una editorial profesional». Al igual que Colavito, muchos otros ufólogos creen que Vallée comete un grave error al apostar por la credibilidad de esta historia. Incluso varios investigadores que conocen al célebre investigador de origen galo, han comentado al autor del presente artículo, que dudan seriamente de este movimiento inesperado del autor de «Pasaporte a Magonia».
Por tanto la comunidad ufológica esta poco menos que ojiplática ante este drástico cambio de rumbo del famoso creador del Sistema de Control... Habrá que esperar cuales son esas evidencias sobre el secreto mejor guardado del gobierno estadounidense...
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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