jueves, 22 de mayo de 2025

ELIZONDO ¿EN LA CUERDA FLOJA?




¿Estamos asistiendo a la extinción de la nueva era UAP? ¿Llega el fin de los nuevos héroes del reciente aperturismo oficial en los Estados Unidos? 

Luis Elizondo ha sido, sin lugar a dudas, uno de los rostros más visibles del llamado “giro oficial” en la narrativa sobre los Fenómenos Anómalos No Identificados (UAP). Desde que decidió abandonar el Departamento de Defensa de Estados Unidos y hablar públicamente sobre lo que —según él— el gobierno sabía y callaba sobre estos fenómenos, se convirtió en una figura central del nuevo discurso institucional que, poco a poco, ha dejado de ridiculizar el tema para tomarlo en serio… al menos, en apariencia.

Pero en este tipo de procesos, donde la transparencia y los archivos confidenciales se entrelazan como en un tablero de ajedrez estratégico, surge una pregunta inevitable: ¿es Elizondo un agente libre; un whistleblower auténtico, o simplemente un peón útil en una hoja de ruta más amplia y cuidadosamente orquestada?

No sería la primera vez que una fulgurante figura pública, elevada por la atención mediática y los intereses del momento, termina siendo descartada cuando su presencia deja de ser funcional. Si, de alguna manera —por acción directa o por simple conveniencia del aparato de inteligencia— Elizondo ha sido colocado en el centro del tablero para dar la cara en esta nueva era de "transparencia" sobre los UAP, también es factible imaginar que llegará un momento en que ese mismo aparato decida que su ciclo ha terminado.

Y cuando eso ocurra, se hará de una forma quirúrgica: solo la “cabeza” de Elizondo quedará expuesta al escarnio público, aislada y desprotegida, como si su caída fuera resultado de errores personales y no de una maquinaria mayor que ya no necesita de su participación. La historia de la ufología —especialmente en su relación con el poder— está plagada de casos similares: personajes que, tras alcanzar notoriedad por revelar o defender información sensible sobre el fenómeno OVNI, han terminado marginados, desacreditados e incluso, en algunos casos, enfrentando finales trágicos. Quien se arrima demasiado al fuego suele quemarse.

El problema no es nuevo, y la actual narrativa UAP arrastra desde su origen una debilidad estructural. A pesar de los avances conseguidos desde 2017 —como el reconocimiento institucional del fenómeno, la aportación de algunos casos interesantes o las grabaciones desclasificadas de la Marina—, el ritmo de progreso es escandalosamente lento en comparación con el elevado peso político, militar y mediático de la mayoría de los actores involucrados. Además tampoco pasa desapercibido que de las cándidas y metódicas declaraciones de los inicios se ha pasado al lado más salvaje de los OVNIs en un abrir y cerrar de ojos. Este discurso conspirativo adoptado por la mayoría de los denunciantes incluso asusta a muchos ufólogos que lo consideran un "tiro en la pierna" cuando se está en una situación de privilegio para ejercer una efectiva presión mediática/social/gubernamental. Más bien se contempla este repentino cambio de rumbo como un instrumento de la desinformación para llevar al proceso a un colapso inevitable.

Y es que no se puede medir con el mismo rasero el trabajo de investigadores civiles que el de funcionarios con acceso a canales restringidos y a información clasificada. Muchos de los escenarios explorados en los últimos años son completamente inaccesibles para los ufólogos independientes. Por eso, es probable que el trono mediático que hoy ocupa Elizondo —levantado sobre una mezcla de información fragmentada, silencios institucionales y fascinación pública— termine, más temprano que tarde, desmoronándose como un castillo de arena barrido por la marea de un nuevo recambio estratégico. Que Elizondo cometiera el error de presentar una fotografía falsa de un UAP ante una platea tan exigente demuestra, que en el último momento alguien ha querido ponerle una zancadilla y ridiculizarle en el momento justo. Alguien le ha movido la silla cuando iba a sentarse tranquilamente. 

Porque en este tipo de relatos, cuidadosamente guionizados, el protagonismo es efímero, y la verdad, casi siempre, permanece fuera de la escena envuelta por estos artificios magistralmente orquestados en la oscuridad por esa mano que se guía por el viejo refrán: “El que te hace rey, te quita la corona”.

Veremos si finalmente le mueven la silla al bueno de Elizondo.



JOSE ANTONIO CARAV@CA


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