Los teóricos
de los viajes en el tiempo especulan que si una persona viaja al pasado y
asesina a su bisabuelo puede ocasionar una terrible paradoja temporal de
insospechadas consecuencias, que no solamente puede afectar a su existencia futura,
sino que puede poner en riesgo el equilibrio de todo el universo. Y es que las singularidades
originadas durante un hipotético desplazamiento en el tiempo pueden tener resultados
impredecibles. Los estudiosos no se ponen de acuerdo hasta dónde podría alcanzar la onda expansiva de las
acciones acometidas en el pasado cuando se insertan con la línea temporal
presente. Y aunque pueda parecer una comparación fuera de lugar con los famosos
ovnis del Pentágono también podemos hallar una serie de paradojas ocurridas en
el pasado que tienen muy difícil encaje en nuestro presente. Pero será mejor
que vayamos por el principio.
Quizás una
de las palabras que más ha sonado en los últimos tiempos en referencia al tema
OVNI ha sido el término «amenaza». Pero la novedad y sorpresa en este caso, es
que este calificativo no ha sido esgrimido por investigadores conspiranóicos o ufólogos
recalcitrantes, sino que han sido las propias autoridades norteamericanas las
que no han dudado en considerar a los OVNIS (aunque prefieran usar el eufemismo
UAP, Fenómenos aéreos no identificados) como una grave amenaza para su país y
su ejército. Tras décadas de silencio y olvido gubernamental, el Departamento
de Defensa volvió a exhibir viejos fantasmas ante los focos de la prensa. Los OVNIS
volvían a la rabiosa actualidad. Pero su regreso venía marcado por un nuevo
concepto, su potencial peligro para la humanidad.
Pero lo más asombroso
de toda esta trama, es que el Pentágono ha destinado muchos millones de dólares
y recursos de inteligencia para averiguar algo, que supuestamente ya estaba en
conocimiento desde hace décadas de cualquier investigador OVNI, medianamente
documentado. Y es que los OVNIS no representan una amenaza ni para el gobierno
de los Estados Unidos ni para el resto de los mortales. Por mucho que las
autoridades lo repitan una y otra vez, y por mucho, que los nuevos agoreros de
la ufología norteamericana, con Lue Elizondo a la cabeza, se hagan dueños de
este discurso para ofrecer un nuevo panorama sobre los OVNIS.
Pero me temo
que analizando fríamente y sin apasionamientos los acontecimientos de los
últimos años, todo parece perfectamente planificado para trasladar unas
determinadas ideas a la opinión pública después de muchísimo tiempo de opacidad
informativa. Pero ¿Por qué precisamente desde 2017, cuando prácticamente el asunto
OVNI estaba desterrado por completo de la agenda de las autoridades
norteamericanas se vuelve a resucitar una cuestión, que siempre ha incomodado
en los despachos de Washington? ¿Realmente le interesa al gobierno estadounidense,
después de muchos años de paz mediática, regresar a la edad dorada de la ufología?
Hay que tener en cuenta que, por lo pronto, la presión de los investigadores y
los medios de comunicación solicitando información confidencial sobre los OVNIS
se ha disparado en lo últimos años.
Pero hay más
cosas que no encajan en este rompecabezas. A raíz de lo que se ha filtrado, parece
que los estudios emprendidos por el gobierno estadounidense han empezado desde
cero, como si se enfrentaran por primera vez a estas escurridizas apariciones.
¿En qué momento olvidaron estos organismos oficiales que estas manifestaciones
se originaron a mitad del siglo pasado? ¿Dónde están todos esos archivos
acopiados durante el siglo pasado? ¿Cómo interpretamos ahora las conclusiones
del pasado donde se consideraba que los OVNIS no tenían ningún interés? ¿Qué no representaban ninguna amenaza?
Las contradicciones entre la postura actual del gobierno estadounidense respecto a los OVNIS y la mantenida desde hace décadas parece evidente. Un cambio radical y aparentemente sin lógica. |
El resultado
obtenido por el Blue Book (Libro Azul. 1952/1969) no dejaba lugar a las dudas sobre la opinión gubernamental
al respecto de los OVNIS antes de este reinicio: «1.- Ningún ovni sobre el cual hayan investigado las
Fuerzas Aéreas ha supuesto ningún tipo de amenaza (subrayado del autor) a
la seguridad nacional. 2.- Las Fuerzas Aéreas no han encontrado ninguna
prueba de que las observaciones clasificadas como "no
identificadas" representen objetos o principios tecnológicos que vayan
más allá de los conocimientos científicos de la época. 3.- No ha habido
ninguna prueba que indique que las observaciones clasificadas como "no
identificadas" fueran vehículos extraterrestres.
Con la
conclusión del Proyecto Libro Azul, el establecimiento de la regulación de
Fuerzas Aéreas y el control del programa para investigar y analizar ovnis
fueron rescindidos. La documentación en cuanto a la antigua investigación de
Libro Azul fue transferida a la Rama Moderna Militar, a los Archivos Nacionales
y al Servicio de Registros, y está disponible para la revisión y el análisis
públicos. Desde la finalización del Proyecto Libro Azul, no ha ocurrido nada
que pudiera apoyar una reanudación de las investigaciones ufológicas por parte
de las Fuerzas Aéreas. Considerando el escenario actual, en el que los
presupuestos de defensa disminuyen regularmente, es improbable que las Fuerzas
Aéreas se metan de lleno en un proyecto tan costoso a corto plazo (pero que
ocurre a largo plazo)».
Sin embargo en 2019 el portavoz de la Marina Joe Gradisher asegura ante los medios de comunicación que los OVNIS «son un riesgo de seguridad para nuestros pilotos y nuestras operaciones». Y por
supuesto nadie ha explicado a nivel oficial si en aquellas fechas la USAF mentía
descaradamente sobre sus conclusiones finales al contribuyente o si por el
contrario se equivocaron de forma garrafal en sus apreciaciones al no detectar
esa seria amenaza que ahora es tan manifiesta… aquí encontramos una de esas
paradojas de imprevistas consecuencias…
Y es que no
podemos olvidar, aunque muchos así lo desean, que el fenómeno OVNI está siendo
investigado desde el lejano 1947 y hasta la fecha, pese a los miles de sucesos
registrados no hay evidencias de ningún tipo que señalen a que los OVNIS
representen una potencial amenaza para nuestra civilización. Entonces ¿por qué
se insiste ahora no solo en la existencia del fenómeno OVNI (que se negaba en
1969) sino que se acentúa en que son un peligro para nuestra seguridad? ¿Por
qué serían más peligrosos los OVNIS en 2020 que en 1983 o 1964 por ejemplo?
¿Cuáles son las grandes evidencias que apoyan esta grave insinuación para, en pleno
siglo XXI, alertar a las tropas y a la población sobre estas manifestaciones?
Aunque para otros investigadores estos planteamientos son del todo correctos, y se apoyan
en decenas de avistamientos de OVNIS producidos sobre instalaciones y emplazamientos
militares, sobre bases nucleares y observaciones registradas a escasa distancia
de los cazas de combate. ¿Pero es esto suficiente para interpretar que estamos
ante una amenaza?
Lo
contradictorio es que muchos de estos casos se remontan a la década de los
setenta y ochenta, por lo que habría que replantearse que la hipotética amenaza
que se cierne sobre nuestras cabezas, como poco, lo hace desde más de cuarenta
años… ¿Es esto lógico? ¿Son los OVNIS de espoleta retardada? ¿A que esperan los
OVNIS para cumplir su funesta amenaza? ¿A que la humanidad tenga más medios técnicos
para su defensa? ¿Más tecnología para detectarlos? ¿Para derribarlos?
LOS OVNIS
DEL PENTÁGONO: ¿UNA AGENDA SECRETA?
Lo más factible
es que todo este revuelo originado a partir de los famosos artículos del «New York
Times», la desclasificación de los videos OVNIS de la Marina y las
declaraciones del Pentágono, tiene más conexiones con alguna operación de
inteligencia y de geoestratégica que con algún tema vinculado exclusivamente con
el fenómeno ufológico. Ante este escenario, tenemos varias alternativas
interesantes que incluso se pueden interconectar entre ellas para explicar
estos últimos movimientos:
1.- ¿Acaso
está utilizando las agencias de inteligencia y el Pentágono estas
desclasificaciones OVNIS para enviar un mensaje encubierto a potencias
extranjeras como Rusia y China?
Y en este
punto tenemos dos opciones viables:
A.- ¿Están enviando un mensaje «inverso» para
que los servicios secretos enemigos interpreten que estas aeronaves son en
realidad tecnología secreta de los norteamericanos? De hecho, la ambigüedad e indefinición
de las afirmaciones oficiales dibuja un amplio abanico de posibles respuestas
más allá de la procedencia extrahumana del paradigma.
B.- O por el
contrario la inteligencia norteamericana ha descubierto que se trata de
prototipos «enemigos» y está trasladando una advertencia a estos países para
que cesen sus espionajes. No se puede pasar por alto que muchos de estos
incidentes modernos a los que se refiere el Departamento de Defensa han sido
protagonizados por objetos que podrían ser drones o aeronaves no tripuladas.
2.- ¿Es
posible que el Pentágono esté buscando financiación para sus futuros y
costosísimos proyectos armamentísticos y de defensa? Obviamente sin la sombra
de la Guerra Fría y agotado el recurso provocado por el 11S, hay que buscar
nuevos potenciales enemigos para abrir las arcas públicas.
Lo que queda
claro, es que, tras varias comisiones oficiales para investigar OVNIS desde
1947 hasta la fecha, parece poco lógico y sensato que los servicios secretos de
la nación más poderosa del planeta no hayan llegado al menos a unas pocas, pero
definitorias conclusiones sobre estas misteriosas apariciones en nuestros
cielos (mucho antes de 2017). Y obviamente, si la mayoría de los ufólogos saben
desde hace décadas que el fenómeno OVNI no representa una amenaza para la
sociedad, no creo que sea ningún descubrimiento, ni un atrevido razonamiento
suponer que los militares norteamericanos lo saben de la misma manera y están
lanzando una cortina de humo.
A nadie se
le pasa por alto del detalle de que, a partir del año 2017, de forma
sorpresiva, pero muy sospechosa, la postura pública del Pentágono haya pegado
un giro de 180 grados y de pronto del más escrupuloso de los silencios y de una
negación copernicana, hayan pasado a una jornada de puertas abiertas donde
hablan de OVNIS sin inconvenientes. Y es que tanto la portavocía de la marina
como de la USAF, entre otros organismos, no dudan en calificar el tema OVNI
como un asunto muy serio y un potencial peligro para la seguridad nacional. Y
de forma casual, la apertura de fuegos artificiales mediáticos se inicia por
mediación de la polémica TTSA (To The Star Acamedy. El grupo de estudio OVNI
del cantante Tom Delongue), con la inestimable ayuda de un, hasta entonces desconocido
exagente de inteligencia llamado Lue Elizondo, con unas credenciales «impecables»,
ya que decía haber sido el encargado del último programa gubernamental de
investigación OVNI del Pentágono (AATIP. The Advanced Aerospace Threat
Identification Program). Y en un abrir y cerrar de ojos, en el tiempo que un
mago saca una paloma de la chistera, Elizondo se erigió como el nuevo mesías de
la ufología Norteamérica ante el aplauso generalizado de la audiencia que no se
preguntaba ¿por qué había una pluma blanca en su manga?
Pero tras un
arranque fulgurante, algunas de las costuras de este proyecto quedaron al
descubierto. A finales del 2020 una
serie de extraños movimientos señalaban que quizás la TTSA, que se creó originalmente
para estudiar información veraz y acreditada al más alto nivel (político,
militar inteligencia, científico, etc.) sobre los OVNIS, como poco, podía haber
sido utilizada de forma encubierta como un auténtico caballo de Troya, para que
Elizondo entrara por la puerta grande en el fortín ufológico. Y lo curioso es
que su discurso era idéntico al de las autoridades, al de sus antiguos (¿y
presentes?) jefes, insinuando constantemente que los OVNIS son una seria amenaza
en nuestro horizonte, y aunque no hablaba abiertamente de seres extraterrestres
su alegato final era confuso y repleto de incertidumbres (al igual que sus «exjefes»). Resulta paradójico que dedicándose al estudio
OVNI desde el sector privado, muchas de sus informaciones e indagaciones entran
en contrapunto y conflicto legal con las cláusulas de confidencialidad firmadas
durante su etapa en el AATIP. Por lo que surgen cuestiones paradójicas entre el
pasado y el presente de Lue Elizondo ¿Cómo podría demostrar o justificar legalmente
Elizondo que un descubrimiento ofrecido sobre el fenómeno OVNI en la actualidad
no está de alguna manera condicionado o vinculado a sus conocimientos previos
adquiridos durante su trabajo para el Departamento de Defensa? ¿Puede desempeñar
Elizondo bien su tarea sin quebrantar sus cláusulas de confidencialidad? ¿Le
demandaría el Pentágono si algunas de sus futuras revelaciones fueran secretos
de estado que juró mantener en secreto? ¿Hasta dónde puede llegar Elizondo en
sus declaraciones públicas? ¿Puede Elizondo matar a su «bisabuelo» y seguir en
el presente como si tal cosa?
Algunos
estudiosos ven completamente normal que durante sus intervenciones en medios de
comunicaciones Elizondo guarde sospechosos silencios o se niegue a profundizar
en algunas cuestiones importantes con respecto a los OVNIS. Tampoco encuentran
nada insólito en que muchas de sus funciones actuales (de investigación y
análisis) son totalmente incompatibles con muchas de sus actividades secretas desempeñadas
para el AATIP. Por lo que la cuestión a mi entender es clara ¿Sigue Elizondo de
alguna manera vinculado a los servicios de inteligencia? ¿Mantiene contactos con
agencias de inteligencia desde su dimisión oficial con el Departamento de
Defensa?
Teniendo en
cuenta todos estos elementos nuestra percepción sobre los denominados OVNIS del
Pentágono puede sufrir un drástico cambio… ¿Se trata todo este affaire de una
gigantesca operación de inteligencia puesta en marcha desde diferentes sectores
del Departamento de Defensa para trasladar una idea muy concreta a la opinión
pública sobre los OVNIS? Y es que casi por primera vez en la historia de la
ufología, las conclusiones oficiales coinciden con el sentir de la mayoría de
los ufólogos en los Estados Unidos. Y el
resultado es contundente: ¿Si la comunidad ufológica y el Pentágono coinciden
en sus apreciaciones es obvio que debemos estar ante la verdad incuestionable?
Por tanto, no hay lugar a la discusión, los OVNIS son una amenaza… Pero ¿es esto
cierto?
A mi
entender, detrás de esta puesta en escena, existe un claro objetivo de crear cierto
clima de alarma sobre una cuestión de gran calado mediático y social, los OVNIS.
Pero en esta ocasión se ha elegido potenciar la idea de la aterradora y
desconocida amenaza procedente del espacio exterior. Y todo para
inmediatamente, y aquí viene quizás la clave del meollo, plantear soluciones al
problema. ¿Y cuáles podrían ser estas ansiadas respuestas? Probablemente solo
existen dos vías: El gobierno puede informar al ciudadano lo mucho o poco que
saben de estas incursiones aéreas no identificadas o, y ya vamos aclarando el
entuerto, pedir financiación pública para afrontar esta amenaza debidamente con
la promesa eterna de dar a conocer sus resultados en un futuro... (que nunca llegará)
Y seguramente
las autoridades se decanten por la segunda opción (la de contar «toda la verdad
y nada más que la verdad» ni siquiera la planteo como posible). El todopoderoso
Pentágono conseguirá una voluminosa y opaca financiación que se destinará, una vez
más, a muchas más cosas que a investigar simplemente OVNIS. Como el mago que
distrae al público con alguna argucia o treta mientras de forma encubierta
realiza el «truco» final para engañar al desprevenido espectador.
Creo que se
ha construido un estudiado y renovado argumentario sobre los OVNIS, convertido
en el mantra de la nueva ufología estadounidense, basado en una gran mentira
que está sirviendo de pantalla para ocultar otros intereses mucho más
inquietantes y desconocidos. Una estudiada bomba de humo que seguramente está
desviando la atención del verdadero objetivo que nada tiene que ver con las
informaciones que han salido publicadas. Estamos a las puertas de un nuevo truco
de magia, y las sorpresas están garantizadas, porque pocos han estado atentos a
las manos del mago…
JOSE ANTONIO
CARAV@CA
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