sábado, 12 de junio de 2021

OVNIS DEL PENTAGONO: EMULANDO A SOCRATES

 





Si hay algo en lo que concuerdan todos los actores implicados en el controvertido asunto de los OVNIS del Pentágono es en proclamar a los cuatro vientos que nadie sabe nada del asunto más allá de admitir la existencia de unos extraños fenómenos aéreos sin identificar que están pendientes de investigación. Pero de esa línea roja nadie se atreve a pasar, como si lo que hubiera al otro lado fuera un campo minado que desamina cualquier intento de dar un paso más. Y es que ninguno de los participantes que han salido en escena en los últimos años parece tener una opinión formada sobre lo que realmente son los OVNIS. Pero lo más sorprendente de todo, es que, entre las posibilidades que se esgrimen a nivel oficial para explicar estos desconcertantes avistamientos, se incluyen desde las hipótesis más mundanas y sencillas hasta los planteamientos más fantásticos y asombrosas. ¿Cómo es esto posible?

Por su parte la opinión pública está descolocada ya que no termina de comprender que tan difícil puede ser para estos organismos acotar con mayor precisión la naturaleza de los OVNIS a estas alturas de la película. Que las numerosas agencias de inteligencia que existen en los Estados Unidos aún no hayan descubierto, al menos, si estos fenómenos se corresponden a un globo soltado en una feria, un dron chino o un hipotético vehículo extraterrestre es de risa. Nadie puede creer que, a día de hoy, en pleno Siglo XXI, con los medios, ordenadores, dispositivos, satélites y tecnologías disponibles no sepan algo más de lo que dicen saber. De hecho, esa manida frase de «no sabemos que son» es una coartada perfecta para seguir instalados en un limbo indeterminado el tiempo que haga falta, ya que después pueden salir del entuerto por el camino más cómodo, ya que en ningún momento dejan la puerta cerrada a ninguna hipótesis. Tampoco parece muy sensato ni realista que sobre las espaldas de los investigadores civiles tenga que recaer la tediosa labor de analizar fotografías y filmaciones tomadas desde cazas de combate y que los especialistas del ejercito guarden silencio cruzados de brazos. Es como si durante la «Guerra Fría» hubieran filtrado fotografías de satélites obtenidas sobre la estepa rusa para que los aficionados determinaran si lo que había registrado la CIA era un silo de misiles o un circo itinerante. Y más sospechoso es aún, cuando algunas de estas imágenes aparentemente con el sello «top secret» no parecen encerrar ningún misterio sino que son simples señuelos para distraer al respetable. ¿O acaso un equipo de vigilancia de un destructor de la Marina no sabe distinguir las luces de un avión a través de un visor de infrarrojos? ¿Tanto cuesta identificar algo en el cielo? ¿Saben los especialistas del ejercito distinguir lo que es un globo flotando en el aire de un aparato sofisticado y desconocido con propulsión propia?  Al menos para ir descartando opciones. Si esto no es así, apaga y vámonos. 

Por tanto, si obviamente no estamos ante una ineficacia e incapacidad manifiesta de las autoridades norteamericanas, esto debe obedecer a un ocultamiento deliberado y pactado de alguna manera entre bambalinas para hacer creer a la opinión pública que ellos, el gobierno, sus agencias y departamentos, ejercito incluido, no saben nada sobre los OVNIS. Lo que se traduce en que un general con varias estrellas y con la pechera repleta de medallas sabe del fenómeno OVNI lo mismo que cualquier persona después de leer un par de artículos del New York Times.

Y peor aún es la versión que dan algunos organismos oficiales que admiten que ni siquiera sabían que había OVNIS en los cielos, pero que, enseguida, tras percatarse de su existencia, apuntan ahora que se trata de un asunto de lo más serio y grave. Un guión digno de los hermanos Marx. Y es que a nadie se le escapa que esto de emular a Sócrates con el manido mantra «yo solo sé que no se nada» además de un disparate del tamaño del Cañón del Colorado en boca de la inteligencia norteamericana, es una tomadura de pelo sin precedentes a todos los contribuyentes, porque si fuera cierto, que claramente no lo es, demostraría que la supuesta nación más poderosa del planeta es incapaz durante más de setenta años (7 décadas) de evaluar adecuadamente una supuesta amenaza que se cierne sobre sus cabezas. ¿Quién puede admitir esto? ¿Es la inteligencia norteamericana un auténtico fiasco? Y ojo al dato, no estoy diciendo, ni mucho menos, que los mandamases del Pentágono tengan que conocer a ciencia exacta el origen, naturaleza y propósito de estos fenómenos a rajatabla, pero indudablemente, y solo a nivel técnico, dejando a un lado la parte pensante humana, que ya se ve que escasean las luces en los despachos de Washington, tienen que poseer mucha más documentación en forma de fotografías y filmaciones de las que han filtrado hasta el momento. Y en estas imágenes, si o si, se tiene que observar claramente estos objetos, fenómenos o aeronaves para evitarnos interminables debates estériles. Pero lo que no es admisible bajo ningún punto de vista, que todos los organismos al unisonó, como un sincronizado coro pastoral digan que no saben nada de nada, que los OVNIS están ahí, pero «vete usted a saber que son», si una nave de Ganímedes, un pájaro o un globo con el logotipo de Batman. Imagínese amigo lector que la famosa comisión Warren que investigó el asesinato de Kennedy concluyera que no saben quién mató al presidente, que quizás pudo ser Lee Oswald, pero que a lo mejor también fueron los cubanos, la mafia o la propia CIA. El escándalo sería morrocotudo, y no sólo por la lista de acusados sino por la incompetente investigación emprendida que no es capaz de centrar el objetivo y dar una respuesta concreta.

Por tanto, insisto, si entre todos los participantes en estas pesquisas gubernamentales solo pueden ofrecer la misma explicación sobre los OVNIS que daría un modesto ciudadano de a pie que ha visto un par de fotos borrosas y ha leído en el periódico el testimonio de dos pilotos de combate, por mi parte, y eso que no pago impuestos en Estados Unidos, tanto el Departamento de Defensa, el Pentágono, la USAF, el FBI, la CIA, la NSA, el NORAD e incluso la NASA, por nombrar a los más conocidos, pueden irse un ratito a freír espárragos... todos juntitos.






JOSE ANTONIO CARAV@CA



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